lunes, 28 de enero de 2013

RUTA CIRCULAR POR LAS ESTRIBACIONES DE SIERRA PRIETA


Ruta realizada el 12 Enero 2013.

Fuimos Mónica y su perra Rusa, Pepa, Sole, Antonia, Vicente, Juan José, Patxi, Miguel, Maxi, Jesús, Pepe, Manuel o "Guti", Manuel y yo, un grupillo numeroso.

En esta ocasión, aunque sigo sin gps, mi amigo Juan José me cedió su track  que será el que subiré a Wikiloc.

Llegamos desde Ronda y pasamos por El Burgo, donde nos encontramos con nuestro compañero Manuel que venía de Jerez y, algo antes, con dirección hacia Casarabonela, (en el lugar conocido como Puerto de los Martínez) dejamos los cuatro coches.

Teníamos la intención de subir al pico Grajo o Valdivia (también se le llama pico Alcaparaín. No sé si porque pertenece a la Sierra de Alcaparaín) pero nos encontramos con un pequeño cartel metálico que indicaba que se iba a celebrar una montería o batida este mismo día.

Entre colocarnos las botas, mochilas, ect… pasó un tiempo, lo justo y necesario para que llegasen dos cazadores que, al vernos, nos advirtieron de la actividad que pensaban realizar en esta sierra de Alcaparaín.

Nos informaron que se trataba de una batida formada por unos doscientos cazadores y otros tantos perros y que se iba a realizar caza mayor, principalmente enfocada a los jabalíes, y que la mayoría vienen con rifles que disparan balas de un alcance mínimo de 500 metros,……

El panorama nos lo pintaron tan negro que, la gran mayoría de nosotros, optamos por subir a otro pico diferente. Veíamos demasiado arriesgado subir por la misma ladera en la que pretendían cazar.

Todos salvo nuestro querido Juan José al que le costó horrores bajarse del burro ya que, primero, no le gusta nada (igual que me pasa a mí) la actividad de cazar animales indefensos y, segundo, se había currado los diferentes planos y trazados para servirnos de guía en dicha ruta.

Menos mal que, al final, decidimos realizar un itinerario alternativo por la cordal que teníamos en frente (al principio un poco a regañadientes) pero que, al final, nos resultó una atractiva e interesante ruta.

Así que, con mochilas a la espalda y botas de montañas en los pies, el nutrido grupo cruzó la carretera y comenzamos subiendo por un carril bien definido que nos llevaría a la carretera que une los pueblos de Yunquera y Alozaina si lo siguiéramos en su totalidad.

Anduvimos un buen tramo. Pasamos un desvío a la derecha que indicaba hacia la Fuente de los Hornaos y un senderillo que se abría a nuestra izquierda que nos llevaba a una calzada romana indicada mediante otro cartel de madera situado justo al lado opuesto. Se trataba del antiguo camino de la Dehesa, según contaba un pequeño muro informativo que nos indicaba y daba información sobre el mismo.






Cuando el carril se dirigía, alineado perfectamente con una barranquera o vaguada y describiendo una marcada curva hacia la izquierda, nosotros dejamos el camino y continuamos campo a través por el propio curso del barranco. Parte del grupo tomó un sendero que vieron y otros nos fuimos por el cauce.



Nos reunimos todo el grupo en su parte superior y visitamos nuestra primera elevación de 905 metros de esa cordal que comenzábamos a seguir. Aquí aprovechamos y nos tomamos un tentempié viendo toda la Sierra de Alcaparaín con el Grajo como punto más alto y, frente a nosotros, por supuesto, vimos las jaurías de perros y a los cazadores avanzando por la falda de ese monte.






Tras el breve descanso, tomamos por toda la cordal que teníamos delante de nosotros por su borde, en muchos puntos, bastante escarpado y con vistas espectaculares.




Alcanzamos el siguiente promontorio, esta vez de 1.073 metros de altitud, que se desmarcaba y sobresalía cuando nos aproximábamos pero que, cuando lo subimos, no era más que otro pico inferior respecto a los que nos quedaban por pisar.





Se trataba de una cordal que iba en continuo ascenso, con pequeñas elevaciones a lo largo de ella que destacaban y sobresalían.

Así seguimos, durante un buen trayecto, subiendo y bajando diferentes elevaciones a lo largo de la cordal y cerca de su borde, con algunas respetables caídas verticales, hasta alcanzar el punto más alto de 1.183 metros donde decidimos iniciar la bajada hasta conectar con el carril que abandonamos al comienzo de este trazado y que nos acompañó bastantes metros más abajo relativamente paralelo a nuestra trayectoria.

Desde arriba veíamos un grupo enorme de senderistas que nos fue acompañando todo el trayecto, nosotros por arriba y ellos por abajo, por el carril, hasta que de repente nos cruzamos en el punto anterior antes de iniciar nuestra última subida, donde coincidimos y cambiamos alguna información.











La bajada la realizamos por la vaguada que formaba este pico campo a través, con acentuada pendiente y buscando el mejor paso. Existía mucha vegetación que no facilitaba dicha tarea, es más, hacía más dificultosa la bajada puesto que resbalaba.



Y si no, que se lo cuenten a dos compañeros del grupo. Uno, Maxi, que por dos ocasiones dió vueltas hasta de campana al ir bajando, aunque por suerte sin problemas. Peor suerte corrió nuestra amiga Pepa que, al intentar no caer forzó una pierna en la que tenía un problema de menisco y notó un fuerte chasquido aunque, tras una pequeña sesión de masajes, (suerte que nuestro compañero Manuel, de Jerez, es fisio) parece que no llegó a mayores consecuencias.

Tras sudar de lo lindo en esa dichosa bajadita, por fin todos reagrupados de nuevo, emprendemos el camino de vuelta por el carril dirección a los vehículos cerrando nuestra ruta de forma circular.

Por el carril, yendo de regreso, dejamos un cruce que, mediante postes indicativos de madera, nos informaban sobre la dirección al Puerto de la Jácara (más tarde nos enteramos de la existencia de la cueva de la Jácara. Una pena no haberlo sabido en ese momento).



Durante el trayecto de vuelta vimos rincones y plataformas como auténticos balcones naturales de toda la costa mediterránea. Málaga se veía a la perfección y, por supuesto, Casarabonela, casi a vista de pájaro. Inmejorables panorámicas de toda la zona.



Llegamos a otra zona en el carril donde un nuevo pequeño muro, a título informativo sobre azulejos, nos indicaba la localización de una pista de despegue para los parapentes, “La pista de Levante”.


Poco a poco, ya que el carril era largo, nos íbamos acercando a nuestro destino mientras Miguel y yo, los más retrasados del grupo nos dedicamos a coger las ricas tagarninas que crecían por los bordes del camino.

Una vez en los coches y tras el cambio de botas y ropas, nos despedimos de varios de los componentes del grupo y, sólo dos coches, nos dirigimos a nuestro ya clásico bar Rural de Montellano para reponer las sales minerales perdidas en la ruta y recargar las baterías con unas magníficas tapas que ya van siendo habituales, como unas carrilleras.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




 Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:

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