miércoles, 7 de mayo de 2014

Circular por la sierra de Esparteros. Morón de la Frontera

Ruta realizada el día 12 de Enero del año 2.014.

Fuimos Juan José y yo, Antonio.

Procedentes de Alcalá de Guadaira, pasamos Morón de la Frontera, donde dimos buena cuenta de un suculento desayuno y, desviándonos por la carretera que lo une con Montellano, tomamos nuestro primer contacto visual con la elevación que pretendíamos realizar.

Se trata de una elevación aislada de cualquier otra, en forma alargada, formando una larga y preciosa cordal y donde llamaba ostensiblemente la atención un inmenso bocado artificial de color blanquecino producido por la cantera de extracción de la roca caliza para la elaboración de la cal.

Dejamos el vehículo junto a la Venta Guadaira, situada junto a la carretera y en la base de la falda de la sierra de Esparteros.

Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos nuestra empresa caminando por un sendero paralelo a la carretera, y entre un pequeño pinar, hasta alcanzar la Ermita de Gracia, donde giramos bruscamente para tomar, en corta pero fuerte pendiente, un tramo que atravesó un carril y nos llevó a la conexión con el sendero de subida, claro y marcado.

La pendiente se suavizó e iba bordeando la ladera, subiendo de forma cómoda, desde donde se observaba la gran fábrica de cal funcionando constantemente y, toda ella cubierta de una gran manto blanco, así como parte del pueblo de Morón.


Tras un rato de caminata, llegamos a las ruinas de una especie de cortijo con su muro de piedra para el ganado. Según el IGN, la Casilla del Durán. He leído en algunos blogs que también le llaman la casa del Pastor.




Las vistas de las diferentes sierras del alrededor, extraordinarias como todo su entorno.


A partir de este punto comenzó la parte más dura del recorrido- Nos encontrábamos situados sobre la misma cordal y ascendiendo hasta su punto más elevado.

Entre algarrobos, olivos, palmitos y otras plantas íbamos superando el marcado desnivel hasta que alcanzamos una nueva edificación derruida muy próxima a su poste geodésico.





Prácticamente arriba, existían varios miradores naturales desde donde se intuían grandes tajos bajo ellos.


Fotos en la cumbre del Esparteros con sus 585m de altitud y, acto seguido, continuamos por la cordal dirección al extremo opuesto.


No existía un sendero claro, por no decir que no había sendero. Utilizábamos los montículos rocosos para ir avanzando y senderillos de cabras para sortear la vegetación que, a veces, se tornaba espesa y apelmazada.

Prácticamente por la divisoria de ambas laderas, teníamos unas vistas excepcionales en muchos puntos del recorrido.







En esta ocasión no vimos ni una sola cabra montesa, aunque la semana pasada, si vimos un nutrido grupo de ellas.




Tras un buen tramo recorrido, pasamos un vallado por un vado que estaba cortado y abierto su paso. Aún se veía lejos el otro extremo de esta larga cordal.


Se fue complicando algo más el caminar por la cumbre aunque íbamos salvando todos los escollos con gran destreza y habilidad, buscando siempre los mejores  y más continuos pasos.

De repente, nos dimos cuenta que caminábamos por encima de la gran cantera nueva. Había una entrada a la misma desde esta zona superior, justo donde un vallado protegía unas antenas con unas placas fotovoltaicas y su cuadro de mando, así que aprovechamos y anduvimos algo por su parte superior observando, a vista de pájaro, todos sus pisos y los camiones y palas que utilizaban.










Una vez bicheada parte de la cantera, continuamos con nuestra larga cordal encontrando una tercera y última edificación derruida.


Ya si teníamos cerca de nuestro alcance el último pico de esta crestería que, en poco tiempo, pisamos convenientemente.

Sobre la cumbre del cerro del Puntal, con sus 466m de altitud, nos tomamos unas frutas y debatimos sobre por dónde y cómo bajar de esta sierra.








Llevábamos cargado en el Gps un track de bajada por la ladera Sur que, a medida que iba bajando, iba bordeando paulatinamente la ladera hasta desembocar por la cara Norte y dejarnos en la carretera  pero nosotros, tras una detenida exploración y observación, decidimos bajar directamente por la ladera Norte.

La bajada, campo a través, con gran inclinación y ayudándote de las ramas de arbustos y plantas recias para apoyarte y asegurarte en el descenso, la hicimos de forma rápida, no sin poner toda la precaución posible ya que las rocas, la mayoría llenas de musgo y muy resbaladizas, no aseguraban para nada la fijación de las suelas Vibram de nuestras botas sobre ellas.



Una vez abajo, en su base, visitamos una de las muchas canteras abandonadas que horadan la ladera Norte del macizo, utilizada como vertedero de neumáticos y electrodomésticos que afeaban y estropeaban enormemente lo bello del recorrido realizado hasta entonces.



Alcanzamos la carretera y anduvimos un trayecto por ella, la atravesamos y nos internamos por la Aldea de las Caleras de la Sierra donde se veían almacenes con grandes sacas llenas de cal y varios hornos ya en desuso, Se trataba de casas de trabajadores.



Terminamos nuestra ruta caminando por el arcén de la carretera donde nos encontramos con grandes hornos de cal y con el combustible con el que los hacían funcionar: raíces.




Una vez en el coche, cambio de calzado y para nuestro pueblo a tomarnos unas cervezas, que mi compañero Juan José estaba obstinado en dormir una placentera siesta dominguera y, por ello, me llevó todo el recorrido sin aliento.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:

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