Ruta realizada el 23 Enero 2013.
Fuimos, José Antonio y yo, a realizar una ruta circular por
la Sierra de Alcaparaín, subiendo a su cumbre.
Procedentes de Ardales, llegamos
a Casarabonela, lo cruzamos por su interior con dirección hacia El Burgo y, una
vez pasado el pueblo y tras coger un buen número de curvas, llegamos a lo que
se conoce como el Puerto de los Martínez. Allí dejamos el coche junto a una
edificación que creo que se trata de una venta.
El día, aunque soleado, era frío
por el fuerte viento reinante y, en esas condiciones, comenzamos a caminar.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos nuestra ruta entre pinos por un marcado
sendero. En muchos tramos, el lateral del sendero más retirado de la ladera
estaba formado por muros de piedras perfectamente colocadas para acomodarse a
las diferentes alturas del terreno. Se trataba de un sendero claro, definido y
de una robusta construcción.
Pronto nos encontramos con una
bifurcación que nos salía a nuestra izquierda y tomamos por ella. Justo en este
punto es donde conectaríamos a la vuelta.
El sendero empieza a tomar altura
y se hace más pendiente, seguimos por el interior del pinar, aunque de vez en
cuando se abren claros que nos permiten ver las sierras que nos rodean.
Inmejorables vistas de la Sierra
de Prieta y Cabrilla y, de fondo, observamos la Sierra de las Nieves, nevada.
¡Qué pasada!.
Seguimos para arriba a un buen
ritmo y mi compañero Jose va como una bala, como si no le costase un gran
esfuerzo. Muy de vez en cuando, parábamos para contemplar esas magníficas
vistas.
Comenzábamos a ver la costa
Mediterránea, Málaga y la sierra de Huma, ya que estábamos dándole la vuelta al
macizo del Alcaparaín y empezábamos a tener vistas hacia ese lado.
El pinar terminó y sólo quedó matorral
bajo y, con el sendero perfectamente claro y en continuo ascenso, se veía
perfectamente el pico a subir. Prácticamente a tiro de piedra y al ritmo que
llevábamos en poco tiempo estaríamos encima.
El sendero no atacaba
directamente el pico sino que lo bordeaba por su izquierda, donde nos
encontramos con un cartel señalizador que indicaba: “pico Alcaparaín 300m”.
Cuatro zancadas y el poste
geodésico lo teníamos en nuestro punto de vista. Al llegar a su altura
observamos una placa, colocada sobre él, en recuerdo de un topógrafo de
apellido Valdivia (por ese nombre también se conoce este pico).
Vistas amplias a 360º, sierras,
valles, costas, ….. una delicia pero, el viento reinante (creo que un huracán
de grado 6 por lo menos) nos hacía tambalearnos a la mínima de cambio y nos
forzó a bajar rápidamente.
Nos fotografiamos lo justo y
necesario e iniciamos la bajada, pero con dirección a la plataforma que se
forma en lo alto de la Sierra de Alcaparaín, situada al NO. del Valdivia o
Grajo.
Fuimos bajando hacia el borde de
esta plataforma y, una vez allí, nos dedicamos a recorrerla. En algunos puntos
las verticales eran enormes e impresionantes. Vistas preciosas del valle y al
fondo la Sierra Prieta limitándola.
Continuamos durante un buen tramo,
justo por su contorno, regocijándonos de ese panorama vertical y de cómo,
algunos árboles, vencían la gravedad fijándose a las paredes que caían a plomo.
Llegó un momento en que no
pudimos seguir por la periferia debido a lo accidentado del terreno y tuvimos
que internarnos. Nuestra pretensión era la de alcanzar el Cerro de la Canana,
que lo teníamos enfrente, pero el camino por el que caminábamos se nos perdía y,
poco a poco, nos internábamos en un terreno de maleza con muchísima vegetación
de mediano porte donde era casi imposible caminar.
Intentamos abrirnos hueco para ir
en la dirección del cerro pero el itinerario estaba marcado por la maleza y
tuvimos que acomodarnos a él. Además, no queríamos perder excesiva altura ya
que teníamos que bajar para, posteriormente, subir, pues teníamos delante de
nosotros una vaguada que vencer.
Todo este cúmulo de
circunstancias adversas nos hicieron desistir en nuestro objetivo y el nuevo
más inminente era el de salir de allí y conectar con el carril que veíamos de
lejos.
Tras un gran esfuerzo probando
alternativas, guiados por pequeños tramos de cabras que al momento
desaparecían, por fin conectamos con el ansiado carril.
Las piernas las teníamos
machacadas y arañadas así que decidimos regresar puesto que aun nos quedaban
kilómetros que realizar.
El carril era una cuesta abajo
continua. En su construcción habían empleado barrenos para introducir los
explosivos y romper las rocas para dar hueco y formar el camino.
La verdad, no entiendo el posible
alto coste de esta obra y su necesidad, ya que se trata de un camino que bordea
todo el macizo de Alcaparaín, pasa por arriba cruzándolo completamente y, en
algunos cruces, enlaza con la carretera comarcal. No sé por qué lo atraviesa
por arriba, con qué sentido.
El carril iba por el lateral de un
impresionante barranco formado por las dos nerviaciones o estribaciones que se
derramaban hacia el NE. Daba la impresión de estar en los Pirineos. Caminábamos
por un barranco muy montañero.
El camino terminó enlazándose con
otro y existía una cadena que lo cerraba, aunque nos la encontramos abierta.
Tomamos el nuevo carril a nuestra
derecha (a la izquierda había un montón de cajas negras que servía de panales
de abejas),
lo continuamos y seguimos descendiendo hasta alcanzar, por fin, una
zona llana.
Nos encontramos con una
plantación de almendros que se encontraban en flor y, junto a ellos, unos
restos de un antiguo cortijo (creo que se trataba de la Casa del Moro). En ese
lugar decidimos comer. Yo me pegué un atracón de frutas y mi compañero, con un
queso y unos dátiles se conformó.
El carril nos tenía preparada una
sorpresa. Comenzó a ascender y, durante otro buen tramo, lo que hicimos fue
subir, nos encontramos con un desvío indicado mediante un poste de madera que
decía: “Puerto Martínez 4,3Km”, y tomamos por la derecha.
No nos quedaba otra alternativa
ue seguirlo, ir subiendo y sudando, y contemplar los diferentes arroyos secos
que cruzaban el trazado que, por cierto, la mayoría eran bien abruptos.
El camino lo tuvimos que dejar y
desviarnos a nuestra derecha para tomar un sendero muy bien marcado que no era
otro que el que tomamos al inicio de esta andadura por la mañana. Por fin
comenzó a descender de forma muy suave y, pronto, conectamos con el cruce por
el que nos desviamos para realizar el trazado circular del recorrido.
Próximo a él, vimos una calera en
regular estado
y, en muy poco tiempo, alcanzamos nuestro vehículo.
Cambio de calzado y ropa de forma
rápida, ya que el viento no daba tregua, y para nuestro querido pueblo de
Montellano a tomar unas cervezas y merecidas tapas.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Si quieres el track de la ruta, pincha en el siguiente enlace:
Muy bueno tu blog, leeré detenidamente todos los artículos, a mi novio y a mi nos gusta ir cuando se puede de senderismo, no es que hayamos hecho muchos, pero si algunos que otros.
ResponderEliminarHay uno que tiene unas vistas buenísimas, es muy corto pero cuando se llega hasta arriba y se ve toda la costa malagueña es precioso, se llama Pinares de San Antón. Un saludo
Hola Patricia S, muchas gracias.
ResponderEliminarRealizo el blog para transmitir mis experiencias personales en las montañas y si puede servir de información, orientación o de entretenimiento, pues me alegro, ya que eso hago yo con los numerosos blog que tengo como favoritos en mi navegador.
Tomo nota, e investigaré el pico que me mencionas, le echaré un vistazo, aunque la pena es que me coge demasiado lejos de mi tierra, porque las sierras de Málaga son impresionantes, envidia que me dais, en tenerlas tan cerca.
Un saludo y gracias