Ruta
realizada el día 5 de Marzo del 2016
Fuimos
Juan José y yo, Antonio, a explorar por completo, toda la Peña de los
Enamorados de Antequera o la Peña del Indio, como también se le conoce, así
que. con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos esta
tan ansiada ruta, al menos para mí.
Tengo
que advertir, que tal como cogimos el río Guadalhorce, que iba crecido, nos fue
imposible cruzarlo por su cauce, con lo que no nos quedó otro remedio que
hacerlo por la vía del tren, y según tengo entendido, está prohibido ir por ella
y sobre todo, caminar por el puente que salva al cauce, al tener que pasar por
el estrecho margen de espacio que deja respecto a la propia vía.
Desconozco
si existe alguna otra posibilidad de acceso a la Peña.
Nuestra
pretensión era la de explorar todos los salientes y rincones de esta mole, ya
que en Wikiloc, hay varios trazados que la recorren parcialmente, pero la
inmensa mayoría son exclusivamente para subir por la vía directa a su cumbre y
esto no me parecía del todo bien, ni me apetecía, ya que esta aislada
elevación, incluso recorriéndola despacio e intentando descubrir todos sus
secretos, sabíamos que no nos iba a llevar un tiempo excesivo y venir a
Antequera desde Sevilla, para subir y bajar al Indio sin más, como que no.
Había
que gozarla plenamente y desmenuzarla al máximo, así que decidimos recorrerla
en sentido anti horario asomándonos a todos sus recovecos.
Superado
el obstáculo del ferrocarril, tomamos ligeramente altura, para dar con un
marcado carril, que recorría su base Sureste, que seguimos, para terminar en
una especie de cantera abandonada, situada en su cara Este.
Previamente
habíamos pasado junto al cortijo de la Peña Chica, donde sobresalía una esbelta
y atractiva chimenea de ladrillos, con una oquedad o puerta en su base.
La
cantera producía un buen bocado a la Peña, algunas edificaciones abandonadas y
estructuras para gestionar el material extraído, en sus alrededores.
Tras
escudriñar todas esas estructuras, muros y rampas abandonadas, decidimos
comenzar lo bueno, pendientes fuertes y exigentes, para acceder a la barbilla
de la cara del Indio.
Por
un senderillo fuimos ascendiendo y bordeando por el Sur, el hueco dejado por la
cantera, a esto, que nos percatamos que toda la zona estaba infectada de
esparragueras con sus preciados espárragos. No lo dudamos, podríamos completar
la actividad física, con la culinaria, al final del recorrido, nos vimos con
unos buenos ramos de espárragos, de los que daríamos buena cuenta, en
suculentas tortillas y revueltos al día siguiente.
Subíamos
por una amplia e inclinada vaguada, pero estábamos dejando a nuestra derecha un
saliente rocoso, situado al Norte de la cantera. Nos desviamos hacia él.
Comenzaba la exploración.
De
la tierra, pasamos a la roca caliza, trepando de forma sencilla de roca en
roca, una vez en lo alto de ese espolón, resultó ser una superficie cómoda, de
inclinación suave, exenta de piedras, donde encontramos una especie de
"dolmen"??
El
extremo, si poblado de piedras, era un magnífico mirador natural, desde el que
se observaba la autovía, las vías del Ave y otras sierras. Comenzaba la
aventura y enganchaba.
Visitado
el primer mirador, el situado más al Este de esta Peña, no propusimos ir por el
mismo borde para acceder a la parte situada más al Norte.
Todo
este recorrido fue por roca caliza, aunque para quien esté acostumbrado, no
debe suponerle muchos problemas. Alcanzamos el punto situado más al Norte de la
Peña y con ello, recorrer completamente la barbilla del Indio, ahora pasaríamos
a su boca o sus labios.
Para
ello, cambiamos radicalmente de trayectoria, hacia el Suroeste, siempre
contorneándola. Aquí topamos con la parte más llana de esta elevación y del
recorrido.
De
la caliza pasamos a una llanura con dirección hacia la parte más Occidental de
la Peña, situada al Noroeste de la
nariz, curiosamente, vimos las primeras montesas, que deben vivir aisladas en
este monte limitado por carreteras y vías de ferrocarril. No fueron las
últimas, ya que observamos diferentes grupos en distintos puntos de nuestro
recorrido.
Durante
este recorrido descubrimos unos hitos, aproximadamente, en el punto medio de
los dos extremos de esa trayectoria, que eran una entrada o acceso a esa
planicie procedente de la extensión de terreno situada al Oeste de la elevación.
Bastante marcado y claro y con una pendiente mucho más llevadera para alzarse
en la cota en la que nos encontrábamos. Desconozco como se accede a él, ni
desde donde se toma, pero es una entrada más cómoda, no cabe duda.
Asomados
sobre los riscos más Occidentales, la parte más escarpada del lado Oeste, donde
encontramos un azulejo de la Virgen del Carmen, pegado a una roca, estuvimos
tomándonos unas frutas contemplando las amplias y profundas vistas que desde
aquí poseíamos, varios cortijos aparecían bajo nuestros pies, como el de la
Peña o el de los Olivillos, además de la autovía y las vías del ferrocarril de
alta velocidad, también Antequera y todas las sierras de esta zona malagueña.
Estuvimos
escudriñando todos los rincones, bajando unas rampas calizas que terminaban en
cortados a pico.
Se trataba de un rincón bastante abrupto.
Tras
patear por todas partes este nuevo rincón y fantástico mirador pétreo, siempre
bajo la imponente pared vertical que formaba la nariz, situada al Sureste de
nosotros, donde se encuentra su poste geodésico y donde observamos a varias
personas que llegaron allí durante nuestra estancia, decidimos continuar con la
aventura, que ahora pasaba por encumbrar la Peña.
Tuvimos
que descender bajo los altos y verticales paredones, dirección Este, como si
fuésemos dirección otra vez hacia la cantera, era imposible subir del tirón,
sólo para escaladores y siguiendo un tenue senderillo.
Lo
abandonamos para envolver por el Este, el espolón que alberga el hito cimero,
ese recorrido fue campo a través, atravesando y bajando grandes bloques calizos,
donde había que extremar las precauciones.
Alcanzamos
una canal terrosa y resbaladiza, por la que nos encontramos descendiendo un
grupo de tres o cuatro personas y posteriormente, un grupo de chavales pequeños
con su profesor, cosa que nos escandalizó por el riesgo del trazado para
hacerlo con niños y más, cuando llegamos arriba y lo vivimos en nuestras
propias carnes. Para mí, un riesgo excesivo contraído por el profesor.
Bueno,
estábamos en la canal, pendiente muy fuerte con un firme resbaladizo, donde
había que ayudarse de ramas y rocas para subir, ya que la tendencia natural,
era salir escupido para abajo.
De
alguna manera, nos fuimos desplazando hacia nuestra izquierda y nos encontramos
en una cordal pétrea inclinadísima, formada por rocas grandes, difíciles de
negociar. Nos encontrábamos justamente al Sur del hito de cumbre.
Con
intuición montañera, buscando los mejores pasos y no dejando atrás ningún
espárrago visible, fuimos avanzando lentamente, pensando en la locura que era
meter a un grupo de chavales por aquí, hasta alcanzar el aéreo poste geodésico,
que junto a la parte inferior de una cafetera antigua, a modo de buzón, se
encontraba situado en lo más alto y junto a unas verticales que te quitaban el
hipo.
Por
supuesto, fotos a mogollón, vistas aun mejores que todas las que hasta ahora,
habíamos tenido. Lugar para comer inmejorable, aprovechando el día soleado,
pero fresco y anotando un nuevo pico para mi historial, uno al que le tenía verdaderas
ganas y que debo agradecer a mi compañero Juan José, que lo hubiera repetido en
parte.
Desde
lo más alto, teníamos en nuestro punto de vista, al Sureste, el último balcón
por descubrir antes de iniciar la larga bajada y dar por concluida la ruta exploratoria.
Descendimos
de la cumbre hacia el Sureste, evitando el trazado de subida que realizamos,
aunque de todas formas, no se trató de un camino fácil, ni cómodo, donde
tuvimos que descender entre bloques calizos
y buscando constantemente los mejores pasos, por supuesto, campo a
través.
Alcanzado
el collado que separaba el promontorio de cumbre con el que nos quedaba por
descubrir, donde encontramos un numeroso grupo de cabras hembras montesas, sólo
nos quedó asomarnos a su extremo, avanzando hacia el Este entre las rocas que
lo formaban.
Regresamos
casi por nuestros mismos pasos, llegamos de nuevo al collado y desde éste, a la
marcada y alargada cordal que forma la Peña hacia el Sur. Recorreríamos su
nariz, hacia la frente, pasando por el ojo.
Se
trató de un descenso con bastante pendiente y por rocas, pero factible para
cualquier persona con experiencia en el monte.
A
mitad de bajada, lo que podría considerarse los ojos, la cordal se afila y el
resto del tramo es mucho más complejo, nosotros al ver una posible bajada, nos
desviamos ligeramente de la trayectoria, para descender el resto de la cordal,
dejándola a nuestra izquierda, al Este.
Sin
demasiadas complicaciones, pero con precaución, fuimos venciendo los diferentes
obstáculos que se nos presentaban, hasta que alcanzamos en la misma base Sur de
la cordal, un carril. Previamente, nos sorprendimos al localizar un grupo de
machos monteses pastando tranquilamente, en lo que a mí me parecía un campo
cultivado y vallado de los que bordeaban a los cortijos de la zona.
La
verdad, es que me hago una pregunta con estos animales, ¿realmente están
aislados en la Peña de los Enamorados o son capaces de deambular por todo ese
entorno?
El
extremo Sur de esa cordal también poseía un bocado debido a otra cantera igualmente
abandonada.
Recorrimos
el carril, llevando el río Guadalhorce a nuestra derecha, hasta llegar al mismo
punto donde comenzamos la aventura. El resto del corto tramo de finalización
del recorrido, fue por donde lo hicimos de ida por la mañana.
Con este
blog solo quiero dejar constancia de algunas de las salidas que hago,
normalmente acompañado de mis amigos, por las Sierras por las que me muevo.
Sólo pretendo aportar mi experiencia personal, en el momento puntual de
realizar mis itinerarios, que como comprenderéis pueden ser cambiantes en
cuanto a climatología y estaciones del año y no es mi intención que las
explicaciones, comentarios y fotos que acompañan a cada una de las entradas de
este blog sirvan de guía para otros montañeros, ya que no tiene por qué ser ni
la mejor opción de ruta, ni las mismas condiciones del tiempo, ni tampoco los
tiempos empleados.
Deseo que os guste, sea de vuestro
agrado y os sirva la información.
Gracias por vuestra visita.
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