Ruta realizada el día 24 de Abril
del 2016.
Procedentes de Pozo Alcón y
dirección hacia Castril, nos desviamos a la izquierda por el carril de tierra
que se dirige a la casa forestal del Hornico, previo al que indica hacia la
Presa del Embalse de la Bolera.
Pongo el track de acceso:
Las casas del Hornico, la I y II,
se encuentran tras atravesar una cancela que normalmente suele estar abierta,
pero ante la duda, deje el coche antes de cruzarla.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, estábamos preparados para afrontar esta nueva ruta,
pero justo antes de comenzar, llegaron varios coches que aparcaron junto al
nuestro. Se trataba de un grupo de amigos que pretendían realizar el mismo
recorrido que el nuestro y se les veía muy conocedores de la zona, así que
entablamos conversación y decidimos afrontar el recorrido juntos.
La mayoría eran de Cazorla y la
componente femenina, era de Campo Cámara, si no recuerdo mal. Así que el grupo
se amplió y los nuevos componentes eran Andrés, Celia, José Luís, Manuel, Óscar
y Paco, una gente muy maja y agradable.
Pasamos la cancela y fuimos junto
a la Casa Forestal del Hornico, primero por la II y luego por la I, actualmente
un albergue juvenil, cogiendo rápidamente una senda clara y ancha, que sin
dejarla nos llevaría directamente a la cumbre de la elevación, objeto principal
de la ruta, el pico Cabañas.
Se trataban de personas que
rondaban los treinta y pocos años, entrenados y nos llevaron a un ritmo fuerte
para arriba, sin descanso.
En los comienzos del ascenso,
fuimos cercanos al arroyo del Vidrio, incluso lo atravesamos, para ir poco a
poco alejándonos de su curso, subiendo por la vertiente Sur que lo formaba.
Siempre entre enormes y chulos
ejemplares de pinos Negros o Laricios, creo también denominados, Salgareños. A
medida que íbamos tomando altura, teníamos mejores vistas de los diferentes
brazos con lo que contaba el embalse de la Bolera.
A lo lejos teníamos las vistas de
Sierra Nevada, aún blanca y la de otras elevaciones próximas y otras más
retiradas que le daban una belleza especial a todo ese entorno.
Casi sin darnos cuenta, nos vimos
ascendiendo por la vertiente Sur del Cerrón, alcanzando el Collado del Aire.
Una explanada dónde parece, que se podría considerar como el lugar de
nacimiento del arroyo de la Osa, donde tomaron agua algunos de los componentes
del grupo. Parece ser una costumbre que tienen varios de ellos de beber en los
arroyos con correntía, en sus partes altas. Desde los diez años, como me
indicaron, supongo que tendrán sus estómagos inmunizados y a prueba de bomba.
La senda que traíamos de ascenso,
conectaba perpendicularmente, en el citado collado, con el Camino de los
Trancos a Puerto Llano. Hacia el Sur, a nuestra izquierda, se dirigía hacia el
Puntal del Gato y para el Norte, nuestra derecha y por donde tomamos, hacia el
Cabañas.
Tomamos por el ancho carril, para
dar en poco tiempo, con la fuente del Artesón, donde tomamos agua y nos sirvió
de excusa para reagruparnos y tomarnos un pequeño descanso.
Reanudamos la marcha y pronto nos
desviamos, dejando de lado el carril, para tomar una clara senda que nos
llevaría sin pérdida, a lo alto de la cumbre.
Por supuesto, seguíamos para
arriba y sin descanso. Paco me acompañó este tramo, charlando continuamente y
sin jadear un ápice.
Los ejemplares de pinos, eran extraordinarios,
las vistas sobre el embalse, completas y las vistas de los alrededores,
espectaculares. Sin desperdicio.
Antes de acceder a la caseta de
vigilancia situada en lo alto, nuestra senda se unía con la que provenía para acceder
al Cabaña desde la cara Oeste, desde la pista JF-7092, a continuación, dimos
con un precioso arco de piedra natural y enorme, situado prácticamente debajo
de la caseta. Un pequeño esfuerzo más y conseguimos aterrizar sobre la
edificación.
Vistas a 360º, cumbre conseguida
y máxima elevación de la Sierra del Pozo, con sus 2.026m de altitud. Claro
está, fotos sobre la cubierta semicircular de la caseta y también en su poste
geodésico, separado de la misma unos metros.
Para mí, la vista más
espectacular, fue la de la cordal de los Agrios, que tan buenos recuerdos
guardo.
Allí comimos, unos dentro, otros
fuera al solecito, más a gusto que un cochino en un charco.
Pero hubo que continuar, así que
emprendimos el camino de regreso para cerrar esta circular.
Bajamos como las cabras por
terreno calizo, apto para personas acostumbradas a patear por sendas campo a
través, al final, terminamos conectando con el carril que dejamos para subir a
la cumbre.
Continuamos con nuestro descenso,
campo a través, dirección Oeste, buscando el barranco donde surge el arroyo del
Guazalamanco. En ciertos momentos, dábamos con una sendas algo difusas, que a
veces podíamos seguir y en otras, era la intuición la que nos movía.
Curiosas formaciones pétreas
vimos por el camino, incluso, enormes placas lisas inclinadas, que algunos del
grupo, utilizaron como pista de atletismo para coger velocidad cuesta abajo, llegamos
a una barranquera, en cuya umbría, permanecía aún, algunos pequeños neveros.
Creo que en ese punto deberíamos haber seguido descendiendo y hubiéramos
realizado todo el curso completo del Guazalamanco, no que seguimos una senda
claramente marcada y eso fue el principal motivo de nuestro despiste de parte
del recorrido de regreso de esta circular.
Caminamos por senda marcada, por lugares
de extremada belleza, pero algo recónditos del Parque. Llegó un momento, donde
encontramos un cruce con la senda que llevábamos. Éste, nos llevaba hacia el
barranco en cuyo cauce discurría el arroyo Frío.
Nos dirigimos al arroyo, lo
cruzamos y pudimos contemplar un entorno salvaje y espectacular, fuimos
testigos de cómo el arroyo esculpía la roca, formando bellas formas, también
tuvimos la oportunidad de ver un ejemplar de tejo bastante viejo, según las
indicaciones de José Luís, versado en la materia.
En este punto nos liamos un poco,
deberíamos haber cruzado el curso fluvial y ascender la vertiente contraria,
como al final hicimos, pero en primera instancia, continuamos el curso del
arroyo y aquí se dividió el grupo. Tres continuaron por el mismo barranco y el
resto, volvimos a retomar la clara senda hasta el cruce de ambas, retrocediendo
un tramo por donde llegamos hasta alcanzar otra vez el arroyo en otro punto.
Donde creímos tener clara la dirección correcta.
Pero durante un buen trayecto,
tuvimos que realizar un largo recorrido campo a través y no adecuado para
cualquier persona, firme inclinado e incómodo, pendientes laterales fuertes y
había que tener un alto grado de orientación entre la maleza y el pinar por el
que caminábamos.
Tras un buen rato y algunas
indecisiones, dimos con el ansiado carril, donde tomamos un respiro y
adquirimos una parte de la relajación perdida, por la tensión de la búsqueda de
los mejores pasos en el tramo anterior.
Ya el resto del recorrido, no
hubo ningún problema, senda clara que nos llevó de nuevo al curso del
Guazalamanco.
Eso sí, una vez en el carril, lo
anduvimos un corto trayecto, para desviarnos por una senda clara, en pendiente
descendiente, que se abría a nuestra izquierda, según nuestro sentido de marcha.
Indicada con un hito o un poste, no recuerdo bien.
Se trataba de una senda limitada
por una alta vegetación que marcaba los laterales y entre el amplio pinar. Poco
a poco nos acercó al cauce fluvial, que mediante gradas y saltos de agua, iba
derramándose aguas abajo.
La verdad, es que se trataba de
un lugar idílico, fresco, precioso, donde se te apetecía pararte y relajarte un
rato, pero llevamos todo el recorrido hablando de nuestros compañeros, que no
teníamos nada claro por dónde regresarían y por donde nos encontraríamos, con
lo que realizamos este tramo bastante rápido.
Ya en el curso algo más bajo,
decidimos darnos un respiro y que mejor que un instantáneo baño en sus aguas,
no podía ser de otra manera, estaba congelada, unos se bañaron y otros aprovecharon
para picar algo.
Pasamos por una preciosa cascada,
que obligaba su fotografía, cruzamos en repetidas ocasiones el arroyo, de una
orilla a otra.
La sorpresa nos la llevamos, casi
a la altura donde un cartel metálico, indicaba fin de sendero para los que
suben desde el embalse, cuando por el camino procedente de la Casa Forestal
Fuente de la Yedra, situada junto al arroyo Frío, vimos al resto de nuestros
tres compañeros caminando por el mismo, venían "muertos", por lo
visto pasaron todo tipo de penurias por el barranco, caídas, arañones y prendas
rasgadas, pero al menos, nos reencontramos y reagrupamos.
Ni ganas de ver la cascada,
tuvieron y eso que estaba a menos de cien metros de donde nos vimos, venían
bastante machacados.
Todos juntos, acabamos caminando
por el citado camino, que nos conectó con el principal y paralelo al embalse de
la Bolera, el que unía la Casa Forestal Picón del Molinillo con las Casas
Pensión del Hornico, dónde comenzamos esta aventura.
Por el trayecto, pasamos junto a
cercados de grandes fincas, como el Corral de la Dehesa, Los Geraldos. LLegamos
a la Dehesa del Rincón, pasamos el puente que salva el arroyo de la Venta, uno
de los que alimenta el embalse y alcanzamos nuestros coches, cerrando esta
preciosa y aventurera circular.
Nos despedimos de nuestros amigos
de ruta, con los que me encantaría tener alguna que otra aventura por este
hermoso Parque Natural. Espero volver a verlos. Un abrazo a todos.
https://es.wikiloc.com/wikiloc/spatialArtifacts.do?event=setCurrentSpatialArtifact&id=49333260
NOTA:
Con este
blog solo quiero dejar constancia de algunas de las salidas que hago,
normalmente acompañado de mis amigos, por las Sierras por las que me muevo.
Sólo pretendo aportar mi experiencia personal, en el momento puntual de
realizar mis itinerarios, que como comprenderéis pueden ser cambiantes en
cuanto a climatología y estaciones del año y no es mi intención que las
explicaciones, comentarios y fotos que acompañan a cada una de las entradas de
este blog sirvan de guía para otros montañeros, ya que no tiene por qué ser ni
la mejor opción de ruta, ni las mismas condiciones del tiempo, ni tampoco los
tiempos empleados.
Deseo que os guste, sea de vuestro
agrado y os sirva la información.
Gracias por vuestra visita.
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