Ruta realizada el día 14 de
Diciembre del 2013.
Fuimos Concha, Pepa, Miguel,
Maxi, Patxi, Juan José y yo, Antonio.
Procedentes de Estepa y pasando
junto a Lucena, llegamos al precioso y comercial pueblo de Rute.
Aparcamos en su parte alta,
concretamente en la calle Paseo del Fresno en la parte más alta que bordea la inmensa
plaza, y tomamos por la calle Majadillas que, en pendiente, nos dejaba sobre la
calle Vadillo, límite del pueblo con el gran pinar que lo bordea por esta zona.
Nos dirigimos hacia él, al
principio, por un sendero marcado y claro y, luego, por un carril de tierra
señalizado mediante un poste indicativo.
Caminamos durante un largo
trayecto bordeando el vallado que limita un área reservada para la cría del
burro y, alcanzado cierto punto, abandonamos drásticamente el carril para subir
por una pronunciada pendiente al primer saliente significativo de la crestería
de Rute.
Entre el pinar subimos por la
línea de máxima pendiente hasta que conectamos con un sendero marcado que nos
iba a llevar al primer saliente de la cordal más cercano al pueblo de Rute.
Una zona rocosa donde se ubicaban
varias antenas de gran altura y casetas, todas ellas, dentro de un vallado que
las protegía. Curiosamente, una de las antenas representaba un gran y alto pino
pero, evidentemente artificial, aunque daba el “pego” perfectamente.
Proseguimos hasta el final del
saliente donde se ubicaba la Torre del Canuto, una torre vigía, algo en ruinas,
alojada en un estratégico saliente con espléndidas vistas al embalse de Iznájar
y, por supuesto, del pueblo de Rute entre otros.
Mereció la pena dedicarse a la
contemplación de tan bellas vistas desde esta magnífica atalaya.
Pero tuvimos que continuar, así
que fuimos durante un corto trayecto por un carril de tierra que rápidamente abandonamos
para, campo a través y por la mismísima cordal, comenzar a ir tomando altitud
de forma clara y rápida, sorteando todo tipo de matorrales y buscando los
mejores pasos de forma intuitiva, aunque no difícil de realizar.
Este tramo, hasta que llegamos a
su punto más alto, el pico de la Cruz, fue de severa pendiente, aunque las
vistas, a medida que íbamos subiendo, eran cada vez más espectaculares.
Rute lo contemplábamos
prácticamente a vista de pájaro y teníamos amplias vistas sobre el resto de sierras
que nos rodeaban. La verdad es que nos sorprendió gratamente esta cordal.
Llegados a esta primera elevación
significativa de la crestería, el pico de la Cruz según nos informaron unos
chavales de la zona que también habían subido hasta aquí aunque no por nuestro
trazado (a nosotros nos gusta más “el tipo cabra”), nos dispusimos a tomarnos
nuestro segundo desayuno del día ( con cervezas y aceitunas del Arahal, que
trajo Maxi, y alguna frutilla)
Tras recrearnos con sus vistas y
tomarnos un merecido descanso, iniciamos nuestra segunda parte del trayecto
proyectado, caminar por toda la cordal hasta alcanzar su punto más elevado, el
pico Sierra Alta de 1.325 m de altitud, Así que, sin más demora, nos
enfrentamos con ella.
Un último vistazo para contemplar
Rute, el embalse de Iznájar, todas las sierras del Suroeste y ese saliente
cubierto de vegetación y arboleda donde estaba ubicada la Torre del Canuto,
desde donde procedíamos.
Nos movíamos por el reino rocoso.
Las piedras habían ganado todo el terreno y caminábamos como una hilera de
hormigas.
Contemplábamos la totalidad de la
crestería que aún nos quedaba por realizar y, caminado ya un buen tramo, vimos
como la casetilla que había en el pico de la Cruz, así como sus antenas, se
iban quedando atrás a lo lejos.
Desde la misma cordal se
apreciaba perfectamente otra posible crestería que podríamos estudiar y
realizar para un futuro, Sierra de Gallinera. Días más tarde la pateamos pero
.... eso será una próxima entrada en este blog.
Poco a poco fuimos venciendo los
metros que nos separaban del poste geodésico, hasta que los compañeros más
intrépidos fueron coronándolo.
Las vistas de los colosos más
representativos de las sierras subbéticas aparecieron de lleno en escena, el
macizo del Bermejo, sierra Alhucema y la Horconera con el pico Tiñosa como
máxima elevación de la provincia de Córdoba.
Mientras, esperamos al resto del
grupo, una vez todos en el punto más alto del recorrido, nos hicimos la foto de
rigor y nos empapamos de nuevo de esas maravillosas vistas sabiendo que aquí se
terminaba el plato fuerte del día aunque, en ningún momento, sospechamos que la
ruta circular de vuelta que preveíamos realizar se trataría de una ruta
montañera muy atractiva.
Comenzamos la bajada campo a
través. Pronto encontramos un vallado que tuvimos que dejar a nuestra derecha y,
ya sobre sendero, buscamos un hueco en la misma para pasar al otro lado.
Descendidos unos 250 m desde el
pico de Sierra Alta, comenzamos a invertir el sentido de forma paralela al
realizado por la cordal pero a una cota inferior, lógicamente. Nos detuvimos en
el inicio al encontrar unas rocas que nos invitaban a sentarnos para comernos
los bocatas del almuerzo, con unas vistas inmejorables sobre el bosque por el
que nos íbamos a introducir.
Por un sendero muy montañero y
atractivo fuimos caminando, de vuelta, entre un pinar. Pasamos por canchales,
entre algunos árboles tumbados sobre el sendero y junto a barreras de maderas
que soportaban piedras para que no invadiesen el camino. La verdad es que
resultó muy entretenido.
Al pasar junto a dos grandes
piedras, con una caída trasera que impresionaba, no tuvimos más remedio que
hacer de nuevo “el cabra” y allí que nos subimos. Fotos de vértigo y a
continuar con el trazado.
Este sendero nos llevó al carril
que pasaba junto a la Torre del Canuto y la conectaba con el pueblo de Rute. Lo
tomamos en sentido ascendente, hacia la Torre. Si la hubiésemos tomado en
sentido descendente, directamente hubiésemos llegado a Rute, eso sí, dando una
gran circular y siempre por carril. Pero como nos gusta descubrir, decidimos lo
contrario. Lo tomamos durante algunos cientos de metros, para luego, salirnos
de él, bajando por un sendero utilizado principalmente por ciclistas de”
mountain bike”, por un pinar bastante más espeso y compacto además de más alto.
Nos llevó algo más próximo a la
finca donde se cuidaban los burros. De hecho, intentamos entrar para verlos
pero no tuvimos posibilidad y, pronto, conectamos y cerramos la circular
entrando al pueblo de Rute por las mismas calles por las que salimos.
Tras el cambio de calzado y
alguna prenda, con la insistencia de Patxi, nos paramos a contemplar el museo
del chocolate que, por supuesto, también mereció la pena.
Una vez en Tomares, repusimos las
sales minerales perdidas.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
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