Ruta realizada el 19 de Mayo de
2013.
Fuimos Mª José y yo, Antonio, el
que les escribe.
Procedentes de Ronda, y por la
carretera que se dirige hacia San Pedro de Alcántara, nos desviamos hacia
Cartajima y, antes de llegar al pueblo, dejamos el coche junto a la carretera a
la altura de un gran cortijo “Cortijo de las Aguzaderas”, aproximadamente sobre
el kilómetro 3 que vemos a nuestra izquierda.
Aparcamos al lado contrario, en
una salida con cancela, del cortijo que está enfrente y situado en la margen
por la que circulamos.
Con las mochilas a la espalda y
botas de montaña en los pies, comenzamos nuestra ruta por un sendero-carril que
se iniciaba tras pasar una cadena que impedía el paso y estaba sujeta a dos
pilarillos de hormigón con el símbolo dibujado de sendero de corto recorrido
(blanco y amarillo).
Atrás dejábamos el cortijo de las
Aguzaderas plagado de cabras que estaban descansando en la zona reservada para
ellas y, delante nuestra, se situaba nuestro objetivo: el Cancho de Almola, una
tremenda “torta caliza” con paredones verticales bordeándolo.
Caminamos durante un corto
trayecto paralelos al cauce de un arroyo seco temporal desde el que se
observaba la carretera que trajimos.
Cruzado el cauce nos encontramos
con una suave pendiente en ascenso correspondiente a la ladera de subida hacia
la base del Almola. Estaba recubierta de hierba y de retamas aisladas distribuidas aleatoriamente.
Fuimos subiendo por el mejor camino
que nos iba pareciendo. Era fácil y cómodo, aunque a medida que avanzábamos la
pendiente se iba incrementando.
Dejamos atrás el pueblo de Cartajima,
que se veía al fondo. También dejamos atrás, y algo a la izquierda, al cerro de
Malhacer, donde ya subí con Guillermo procedentes del pico Jarastepar.
Subíamos bordeando y dejando toda
la mole del Almola a nuestra izquierda, buscando una pequeña portilla o, mejor
dicho, un hueco en la valla, situada en su zona más exterior.
Una vez superada,
entramos en contacto de verdad con las piedras calizas. Un último vistazo hacia
atrás para contemplar ese cono perfecto del Malhacer y proseguir con la ruta.
Pasado un pequeño caos de piedras
grandes nos encontramos con un pequeño prado, antesala de la falda pétrea del
Almola, por donde tuvimos que conducir nuestros pasos.
El terreno pasó de hierbas a rocas
aisladas que cada vez iban siendo más frecuentes, al igual que la pendiente que,
cada vez, se iba haciendo más exigente.
Pero en nuestro ascenso, nos
ralentizó el ritmo una oquedad o abrigo que divisamos sobre una de las paredes
verticales, y a la que decidimos visitar y explorar que, aunque curiosa, con el
suelo repleto de tierra mezclada con excrementos (supongo que de cabras) e,
incluso, con cierta profundidad, no dejaba de ser un abrigo amplio.
Tras esta corta visita
continuamos con la ascensión y el porcentaje de roca iba aumentando. A veces
caminábamos sobre placas amplias. Conectamos con un sendero que nos suavizó la
pendiente gracias a los zigzag que formaba. En ocasiones nos tuvimos que ayudar
de las manos.
En estos momentos nos
encontrábamos de lleno en el paraíso de las rocas, muy próximos a llegar arriba
de la plataforma, desde la que vimos la cantera que existe cerca de allí.
Una vez en lo alto, nos dimos
cuenta que el Almola se trata de una enorme superficie con diferentes
hundimientos y, toda ella, completa de un tapiz de rocas normalmente
redondeadas cómodas de caminar (eso sí, siempre que se tenga experiencia en
este tipo de firme)
Desde ese punto se observaba el
cúmulo de rocas acumuladas en forma cónica que representaba su máxima altura pero
decidimos hacer un recorrido circular por su superficie, por conocerla mejor y
más ampliamente, antes de coronarla.
Mi idea inicial era la de seguir
todo su perímetro pero, a Mª José, el tema de andar por las rocas no le va
nada, “quiere y reivindica los senderos”, así que tuve que recortar bastante mi
recorrido pensado.
En algunas zonas la roca era
sustituida por pequeños y coquetos llanitos herbáceos, dando un toque de
distinción a toda esta masa gris y dura.
Recuerdo un pequeño hundimiento,
totalmente despejado de rocas, en cuyo fondo y centro existía una pequeña
circunferencia, como fondo de alguna charca temporal.
Las vistas eran amplias y
profundas y se veía, a lo lejos, hacia todas direcciones.
El contraste entre el verde y el
gris blanquecino era espectacular. Cuando ibas caminando por extensas
superficies de roquedo, de repente, te encontrabas con un diminuto llanito de
hierba verde. Esas alternancias eran constantes.
Tras estar a unos 70m del borde
vertical, por la zona norte del Almola, decidimos subir a su punto más alto.
Eso
implicaba subir una cierta altitud perdida ya que, en la superficie del Cancho,
aunque casi inaccesible desde la mayoría de los flancos, en su parte superior
podía perfectamente presentar diferencias de altitud de unos 150m entre el
punto más alto y el más bajo.
Divisada su cumbre nos dirigimos
directamente hacia ella. Nos echamos nuestras merecidas fotografías, tomamos
algo de comer y nos desplazamos hasta el borde oeste del macizo donde nos
encontramos con verticales de vértigo y un brazo prominente conocido como el
Caucón, según el IGN.
Algunas fotos por esta zona
“cerca del borde de los abismos”, fotografías espectaculares y, tras
regodearnos en este magnífico paisaje, decidimos regresar y dar por concluida
la visita al Cancho.
Para ello retrocedimos algo por nuestros pasos, de nuevo
pasamos por su cumbre, y aprovechamos la ocasión para hacer la foto de pareja.
Recuerdo la preciosa vista desde
aquí de la ciudad de Ronda y de su impresionante tajo.
Buscamos un nuevo punto para
bajar, diferente al de subida, que habíamos visto cuando pasamos cerca de la
zona y, para ello, recorrimos otros nuevos rincones, iguales o más bellos que
los anteriores.
Ya en el punto de bajada,
descendimos buscando un sendero que comenzó a bordear parte del Almola y que
llevaba la dirección para unirse, más abajo, con el itinerario que usamos para subir
por la mañana.
Una vez que realizamos el
contacto, ya sólo nos quedó seguir el mismo trayecto de ida. Sólo en la parte
final buscamos un regreso más directo y es por lo que el recorrido muestra una
pequeña circular o pancita, al principio
o al final, según se mire.
Fotografié este extraño prototipo
de avión cuando estábamos llegando al coche y realicé esta última foto al
Cancho de Almola desde la carretera para tomarlo por completo y conservar el
recuerdo del pico conquistado.
Por supuesto como casi siempre,
raudo y veloz a por las ricas tapas y cervezas de nuestro ya clásico bar de
Montellano.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Si quieres el track de la ruta, sólo tienes que pinchar sobre el siguiente enlace:
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