Ruta realizada el día 1 de Junio
2013.
Fuimos Patxi, Juan José y yo,
Antonio, el que les escribe.
Cuando hicimos la ruta anterior,
la visita al peñón de Gibraltar, nos quedamos perplejos al ir por la carretera
y ver todo el Parque de los Alcornocales Sur, una inmensa masa verde con salpicones
rocosos en forma de hoces que daban un rayado a las lomas de lo más singular.
Hacía bastante tiempo que no
pateaba esta zona. Exactamente, desde que hice una ruta con Manuel a
la Cruz del Romero. Desde aquí te mando un saludo.
El caso es que se lo comenté a
mis amigos y compañeros de fatiga, y no lo pensamos mucho.
Juan José como siempre, el guía y
organizador del grupo. Da gusto ir al campo con una persona que te ofrece tanta
seguridad, tanto a nivel de orientación como de compañero.
Patxi, la persona con la que
siempre se puede contar y echarte una mano.
La verdad es que no me puedo
quejar. Voy con un grupo de amigos fantásticos.
Procedentes de Jerez, por la ruta
del Toro, y con dirección a Algeciras, nos dirijimos hacia Los Barrios, circulando por algunas de sus calles periféricas, alcanzamos una rotonda con una fuente de mosaicos muy llamativa, tirando por su primera salida, hacia la derecha según veníamos, buscando la carretera comarcal CA-9208, la cual ya no abandonamos, justo cuando pasamos el cruce a la derecha que nos conduciría al centro
penitenciario, tomamos el siguiente a la derecha también, que se trataba de un carril de tierra, allí dejamos el vehículo.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, nos dispusimos a realizar la amplia ruta que recoge más
bien tres rutas en una. Pero así somos nosotros, no tenemos hartura!!.
Para el tramo llamado de la
Trocha es recomendable disponer de permiso, que se solicita en el Parque de los
Alcornocales de Alcalá de los Gazules.
Iniciamos nuestra andadura,
internándonos por el carril, dejando la carretera a nuestra espalda y,
rápidamente, cruzamos una amplia y marcada senda llamada “Puerta Verde
Algeciras”.
A continuación pasamos nuestra
primera cancela donde nos recibía un gran cartel informativo sobre el recorrido
de la Garganta del Capitán, nuestro primer objetivo del día.
Caminábamos por un carril de
tierra, amplio y cómodo, que contaba de vez en cuando con postes de madera con
los colores blanco y verde y las siglas SL-A, con el sello del Ayuntamiento de
Algeciras.
Llegamos a un punto donde dejamos
el carril para desviarnos por un sendero que nacía a nuestra derecha indicado
mediante un poste con diferentes direcciones.
Lo primero que nos encontramos fueron
los restos del molino de San José y, tras bichearlo de forma muy rápida ya que
mis compañeros ni se pararon e iban con el turbo puesto, dimos con el curso del
arroyo de la Garganta del Capitán.
Por el curso fuimos, de piedra en
piedra, remontándolo y nos encontramos con otros restos de molinos como el de
las Cuevas.
Estaba flanqueado por grandes
árboles de ribera y con helechos que nos acompañaron todo el curso fluvial.
Nos parábamos en todas la pozas
para fotografiarlas hasta que descubrimos una espectacular en la que se
observaba hasta el arco iris desde algunos puntos de vistas.
Desde aquí realizamos una corta
trepada que nos subió a una conducción de aguas, una acequia tapada, por la que
continuamos caminando hasta alcanzar una puerta con candado que nos cortaba el
paso a una pequeña presa con unas llamativas barandillas azules.
Yo me subí a un risco desde el
que se veía la insignificante presa así como una espléndida vista de la bahía
de Algeciras.
Regresamos un corto trayecto por
el mismo camino que habíamos traído para continuar por él hasta alcanzar el
Llano de las Tumbas, también señalizado mediante otro pequeño cartel.
Encontradas y fotografiadas las
tumbas, “con y sin ocupantes”, estuvimos buscando una cruz tallada en una piedra,
la Cruz del Capitán, pero no tuvimos la suerte de encontrarla, así que
proseguimos la ruta. No nos podíamos permitir el lujo de perder demasiado
tiempo. Aun nos quedaba un largo camino por recorrer.
El camino continuaba por la falda
de la ladera entre una gran masa arbórea con preciosas vista hacia la bahía. Nos
topamos con un corral de cabras, todas ellas desperdigadas por la zona a la
sombra debajo de los árboles y, muchas de ellas, acompañadas de sus crías.
Nosotros seguíamos en ascenso por
un marcado sendero entre alcornoques y entre un mar de helechos de gran porte.
De repente la vegetación se transforma y pasa a ser arbustiva, y más tupida y
concentrada, aunque el camino estaba perfectamente tallado entre ella.
Vamos tomando altura y las vistas
cada vez son más amplias y profundas sobre la bahía. Se comenzaban a divisar los
montes más altos de la zona y nos volvíamos a introducir en un espeso
alcornocal con el suelo tapizado de esos grandes helechos. En muchas zonas eran
más altos que nosotros. Nos movíamos por la zona de la Trocha, de inigualable
belleza.
Nos acercamos a un arroyo que
alimentaba a la Garganta del Capitán y aquí descubrimos una de las joyas de
este parque, el ojaranzo o rododendro (Rhododendron Ponticum Subsp. baeticum).
Un endemismo de este parque, en plena floración.
Según me comentó Juan José, sólo
existe aquí y en el Sur de Portugal.
Por supuesto, aquí ya se fundieron
nuestras cámaras fotográficas de tanto apretar el disparador.
También vimos bellas flores y una
planta que por aquí abunda mucho, y que para Juan José es una de sus
preferidas, el Polypodium. Era curioso ver cómo se agarraban a la corteza de
los alcornoques y se extendían esos rizomas rastreros entre sus ramas.
Continuamos con nuestra ruta por
un paisaje similar, alcornoques y helechos a punta pala, hasta que, al ir
paulatinamente cogiendo altura, la vegetación fue cambiando y pasando a
arbustos y plantas de porte bajo, lavandas, rosas silvestres, ruscus, jaras,
matagallos, lentiscos, ect..
Nos dirigíamos hacia las
Esclarecidas. Se trata de una loma con rocas salpicadas y aisladas que
sobresalen entre la vegetación y, cuya cumbre se encuentra sobre un promontorio
rocoso hasta el que llega un muro de piedra donde había tres estructuras
metálicas que, en su día se utilizarían para algún cableado de algún tipo,
junto con una pequeña caseta abandonada pero cerrada con un candado, aunque con
una pequeña ventana abierta.
Allí nos detuvimos a comer y
gozar de las espléndidas, impresionantes y magníficas vistas que desde aquí se
oteaban. La bahía, por supuesto a tiro de piedra, la costa africana, la sierra
de la Luna, la del Niño y muchas otras que divisábamos.
Aunque sin sombra y con el sol
encima, el viento fresco que corría era suficiente para estar en este punto
observatorio, perfectamente. No ideal, pero sí soportable y llevadero.
Nos llevamos un buen tiempo aquí,
como pegados a la roca, y eso que no disponíamos de un espacio sobrado, con
poco margen de movilidad y con 5 metros de caída por un lateral. Pero la
posición era privilegiada así que, entre bocado y bocado... fotos y más fotos.
Aquí tuve un percance, supongo
que debido al reducido espacio y falta
de movilidad. Al poner la cámara sobre un letrero de Parque Natural, esos de
chapas, le di un golpe y la cámara cayó 2 metros en vertical y la pantalla se
fastidió. Vamos que me quedé sin cámara. El resto de fotos, que seguía
haciéndolas, no las podía ver por la pantalla y fueron, todas ya, a ojo de buen
cubero.
Tras ese merecido descanso, retomamos
la ruta invirtiendo un tramo por el camino que trajimos para subir al
Esclarecidas Altas. De nuevo entre helechos (fue la tónica del día, eso sí,
espectacular), llegamos a una zona despejada de vegetación que nos llevaba a un
carril mediante el paso de una gran cancela de dos hojas, pero nosotros nos
desviamos antes a nuestra izquierda, por una portilla y comenzamos a caminar en
sentido descendente.
Íbamos por la ladera a cierta
altitud por encima del río de la Miel y con la vista del Peñón al fondo. Las
vistas panorámicas de este sendero han sido alucinantes.
Lo cierto y verdad es que nuestra
intención, desde un principio, era la de haber bajado por el propio curso pero,
cuando nos dimos cuenta, fue imposible realizar la conexión, aunque este
itinerario nos ofreció otras vistas y sensaciones diferentes de las cuales no
nos arrepentimos.
Disfrutamos de todas las pozas
que íbamos pasando, no porque las viésemos sino porque se escuchaban y, sobre
todo, los gritos de los que estaban allí disfrutando de ese privilegiado
entorno como zona de baño.
Creo que no nos equivocamos del todo en elegir este
sendero. Vistas maravillosas y algo más relajado.
Tras bajar bastante, nos
encontramos con otro molino. En esta ocasión el del Águila.
En el mismo curso del río nos
tomamos algo de picar, apuramos nuestras bebidas y nos refrescamos en sus
aguas. Aunque la mayoría del trayecto fue entre sombra, el sol y sobre todo el
calor, fue haciendo mella en nosotros.
De nuevo nos encontramos con
rododendros en flor. Continuamos junto a la margen del río hasta alcanzar un puente
que lo cruzaba. Allí había otro letrero que nos informaba sobre los alisos del
río de la Miel, bonitos y grandes árboles.
En este punto, debatimos por
donde seguir. Patxi debía de saberlo!! Por
donde iba a ser?? Pues por el río..... no vamos a terminar por un feo carril,
no??
Así que, de roca en roca, de una
margen a la otra, fuimos avanzando lentamente hasta que llegamos a una pequeña
presa que, curiosamente, también tenía las barandillas de color azul y, con la
ayuda e información de unos chavales que se estaban bañando, establecimos un
poco el camino a seguir.
Subimos el lateral del río y
pasamos una valla por un hueco para incorporarnos a un carril de tierra por el
que anduvimos hasta llegar a un cruce a nuestra izquierda por donde
continuamos. Pasamos junto a un cortijo donde había varios caballos y, en el
centro de su patio, disponía de un gran pozo de buen diámetro.
Este tramo terminaba en una
portilla que, mediante carteles, prohibía el paso de vehículos ajenos a esa
finca.
Salimos a la parte más periférica
de la barriada del Cobre y, tras el tute que llevábamos encima, mis compañeros
me presionaron para que nos tomásemos unas cervezas y que nos llevasen en coche
hasta donde teníamos el nuestro.
Esto viene a cuento de que, justo
antes de iniciar la bajada por el río de la Miel, yo me encontré un móvil y
llamé a la última llamada recibida. Parece ser que se trataba de la hija del
dueño del móvil. El caso es que quedé con ella en que la volvería a llamar
cuando estuviésemos próximos a nuestro coche y así, vernos para devolverle el
móvil de su padre, y mis compañeros me querían hacer un boicot, de tal manera
que la llamásemos y que nos hiciera el favor de llevarnos a nuestro coche,
situado a unos 4 o 5 Km.
Pero yo, que soy más cabezón,
¿Cómo se va a terminar una ruta montados en coche??
¿En qué cabeza puede entrar eso??
Nada!! Mis compañeros, resignados, no tuvieron otra opción que regresar
caminando, eso sí, refunfuñando algo por el camino.
Yo aquí no puedo poner que esa
vuelta fuese bonita, (que para mí lo fue, no una belleza de entorno, pero no
era fea) porque si no me cuelgan estos
dos, pero realizamos un itinerario relajado por el monte de regreso.
Sólo el trayecto desde El Cobre,
en subida, hasta una zona de urbanización periférica, fue algo impersonal y
extraño. Allí bebimos en una fuente donde los lugareños, “marroquíes”, estaban
llenando sus garrafas de agua, luego pasamos junto a fincas con caballos y
zonas de paso de animales domésticos.
Pasaron un montón de ovejas en ese
momento, este tramo nos sirvió para ir estirando las piernas.
Pasamos por un pequeño
aporte de aguas ferruginosas para terminar por una zona amplia cubierta de
hierba donde había algunas vacas pastando hasta conectar con el carril que, por
la mañana, caminamos en sentido contrario.
Esta vez la vuelta la hicimos del
tirón y, las cervezas nos la tomamos en Tomares.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:
Po bueno, po muchas gracias por lo de guía y organizador, pero decir, que el instigador de las excursiones extras eres tú, si no fuera por el empeño que pones y los lugares que propones, este curso habríamos hecho tan solo la mitad de rutas.
ResponderEliminarUn abrazo. Juan José.
Hola Juan José, bueno lo dejamos en empate.
EliminarDesde luego con los temas relacionados con el senderismo, no tenemos hartura, ya que gozamos ampliamente de ellos.
Lo peor de todo, es que no nos quedan aun, picos por pisar en estas sierras andaluzas y fuera de ella !!! ehh??
Un fuerte abrazo.
Po fuera de ella...vamos a tener que empezar a pensar en serio en ello, a descansar que es veranito...
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