Ruta realizada el 25 Mayo de
2013.
Fuimos Pilar y Juan José, Espino
y Eugenio, Conchi y Pepe, Paco y Montse y por último, Mª José y yo, Antonio, el que les
escribe.
Nos trasladamos hasta la Línea
para realizar una ruta circular por Gibraltar y conocer todos sus rincones.
Nosotros, junto con otra pareja,
llegamos ese mismo día por la mañana procedentes de Sevilla mientras que, el
resto, nos esperaban allí ya que habían pasado la noche en Puente Mayorga,
donde tienen un piso una de ellas.
Nosotros fuimos los primeros en
llegar y tuvimos que esperar al resto así que, tras darnos una pequeña vuelta
por los alrededores del Peñón, optamos por pasar la Aduana Española y esperar
al resto del grupo justo en la barrera que separa el aeropuerto de la entrada
por España, así nos distraeríamos con las llegadas o salidas de algunos aviones,
que suelen ser frecuentes.
Menudos lentorros están hechos
los demás ¡! Un poco más y vemos toda la flota gibraltareña completa ¡!
Además éramos el punto de
observación de todas las personas que entraban y salían. Imaginaos... con botas
de montaña en los pies, mochilas a la espalda y sombrero amplio para parar el
sol, ustedes me dirán!!! Y, si a esto le sumamos que estuvimos parados en el
mismo punto unos tres cuartos de hora, pues que más se puede pedir.
Por fin reunidos la totalidad del
grupo, iniciamos oficialmente nuestra ruta.
Nuestra primera foto fue para uno
de los principales suvenires del Peñón, la cabina de teléfono a la inglesa.
Tras atravesar transversalmente
el aeropuerto y, caminando por la Winston Churchill Avenue, nos adentramos en
el Peñón (Rock of Gibraltar).
Vimos a nuestra derecha varios
campos de futbol y, delante de ellos, una estatua con el texto de “Gibraltar –
Cradle of History”.
Junto a ella un gran plano de la ciudad, estilo mural,
acompañado de un buzón para poder sacar un plano en papel por el módico precio
de 1 € o 1£.
Estos medio ingleses no regalan
nada y juegan con el cambio como les da la gana.
Pronto llegamos a la rotonda que
tiene un cartabón en su centro con los 4 puntos cardinales sobre su césped,
pasamos gasolineras, zonas de aparcamientos, edificios y caminamos por debajo
de un paso elevado para que los peatones crucen la avenida.
A la altura donde la avenida se
divide en tres ramales, Glacis Road, Corral Road y Line Wall Road, las cruzamos
completamente para pasar a la acera opuesta, para caminar hacia el Landport
Tunnel, el cual mediante una especie de pequeño puente levadizo nos introduce
en un curioso túnel que desemboca en una amplia plaza, “Casemates Square”.
Continuamos un tramo por la calle
principal, la de las tiedas, “Main Street”, para desviarnos por Engineer Lane
hasta conectar con la calle que, mediante multitud de escalones, nos iba a
subir a una buena cota, Castle Street.
Donde los escalones desaparecían
y se unían con la carretera Willis´s Road, que tomaban los microbuses que subían a los
turistas a ver la parte alta donde se encuentran los monos, ya poseíamos una
bella vista de la Bahía Algecireña con el motón de barcos anclados y atracados
en ella.
Subiendo un tramo por ella
alcanzamos y vimos un castillo, “Moorish Castle” que, al tener encima de fondo
toda la bahía, lo resaltaba bastante más. Ya se divisaban
todos los edificios que quedaban a nuestros pies y a una respetable altura,
aunque aún nos quedaban muchos metros por subir.
Continuamos por la empinada calle
hasta una curva pronunciada a 180º y justo en ella se encontraba la entrada que,
por un alto coste (unas 8 libra si no recuerdo mal), te permitían recorrer unos
350m de túnel para hacerse una idea de lo que es el Peñón en realidad, un queso
gruyere o gruyer. Se trataba de la entrada al
World War II Tunnels.
Amablemente el encargado de
cobrar el ticket en la entrada al túnel, nos dejó pasar unos 15m y nos comentó
que disponía de unos 52Km de túneles, que casi quintuplicaba la longitud de las
carreteras exteriores aunque, la mayoría, era de propiedad militar.
Continuamos por la carretera en
acentuado ascenso. Iba haciendo marcados zigzag, con vistas hacia la bahía a
cada cual más espectacular y bella.
Pasamos junto a un horno de cal, bien
conservado, con los raíles para la vagonetas en el suelo y terminamos, al final
de ese tramo, en un mirador con un cañón junto a la barandilla. Se trataba de
una antigua batería situada junto a Site of Old Willis´s Guard Room.
Desde este punto se contemplaba,
también y perfectamente, toda la entrada al Peñón, su aeropuerto completo, así
como toda la línea de costa, tanto de la Bahía como de la costa de la
desembocadura del río Hozgarganta y, muy al fondo, Estepona.
Lo cierto y verdad es que esta
roca es un lugar privilegiado para otear diversos puntos así como la posición
estratégica que posee, aunque.... la política, para los políticos.
Seguimos hacia arriba, esta vez
por la Signal Station Road que, tras algunas revueltas, la abandonamos para
tirar por un senderillo, si es que se le puede llamar así, que partía a nuestra
izquierda y que lo que hacía era un recorte para depositarnos sobre otro tramo
asfaltado. Esta vez se trataba de la Rock Gun Road.
Antes de llegar al contacto con
la citada carretera nos encontramos con los primeros monos que, tranquilamente,
se encontraban acicalándose y relajados sobre las copas de diferentes árboles.
Para llegar al contacto con la
carretera tuvimos que subir por dos tramos de escaleras que había al final del
senderillo y pasar por debajo de una valla, parecida a los quitamiedos de las
carreteras pero, en esta ocasión principalmente, era para conducir unos cables
eléctricos.
Nos quedaba el último esfuerzo de
esta primera subida a la roca. Seguimos la carretera en sentido ascendente y ya
divisábamos claramente las máximas alturas. Este tramo estaba plagado de monos,
unos en medio y otros en los bordes tomando el sol y la brisa fresca. La verdad
es que estaban en balcones privilegiados y hacerles fotos era sinónimo de fotos
espectaculares.
Nos encontramos con semáforos,
pequeñas edificaciones en estado de abandono y lo que siempre me ha llamado la
atención, multitud de argollas unidas a la superficie rocosa a lo largo de todo
nuestro recorrido.
No sé su utilidad pero suponemos que sería para ayudar en la
subida de las pesadas baterías en la época que no existían camiones; supongo
yo.
Llegamos al extremo final de ese
recorrido. Se podía haber subido algo más pero estaba vallado y no cambiaban
demasiado las vistas. Además, que ya sabemos cómo se la gastan estos ingleses,
así que nos conformamos con este punto como extremo más al norte de la roca,
prácticamente estábamos arriba.
Se trataba de otra base de
baterías desde la cual las vistas, si ya eran buenas e increíbles desde el
anterior mirador, podéis imaginaros cómo eran desde aquí. Espectaculares ¡!!
Casi a vista de pájaro todo el litoral por ambos lados del Peñón. Sin palabras!!.
Si mirábamos hacia nuestros pies,
veíamos el cementerio que se encuentra junto a la pista de aterrizaje y, si
íbamos progresivamente levantando la vista, llegábamos a ver Estepona, Marbella
y multitud de sierras andaluzas.
Si he mencionado muchos monos,
gaviotas había miles, con ese sonido tan peculiar que a veces te hace dudar si
se trata de un animal. Aunque no vimos ningún enfrentamiento, si observamos que
su convivencia era algo tensa.
Tras gozar de este espléndido
mirador y tirar multitud de fotos y, por supuesto, hidratarnos, regresamos por
el mismo camino de ida hasta alcanzar el punto de contacto por donde pasamos la
valla.
Aquí el grupo se dividió. Unos
tiraron por el senderillo de subida anterior hasta conectar con la carretera de
la que nos desviamos y, allí a la sombra de los árboles, nos esperarían. Y,
otros quisimos subir a otro mirador que vimos al frente y que, mediante una
larguísima escalera, pudimos alcanzar. Antiguo soporte de baterías desde el
cual se divisaba perfectamente el pico del que proveníamos al norte y la cordal
que nos quedaba por patear hacia el sur.
Daba vértigo asomarse a la cara o
ladera este que, por primera vez, pudimos contemplar de forma clara y detallada.
Hace dos años visité en otra
ocasión la roca y comprobé como le han ido comiendo terreno al mar. Estaban
construyendo una amplia superficie, como un especie de muelle rectangular.
Vimos desde arriba, casi como un
plano cenital, urbanizaciones y zonas de restaurantes con curiosas formas de
barco. Más retirada quedaba toda la abrupta caída vertical de lo que nos quedaba
por recorrer que terminaba en una ladera muy inclinada hasta la costa y que, en
varios puntos, era recorrida por unas líneas de escalones interminables.
De nuevo, por nuestros pasos,
invertimos la dirección para unirnos con el resto del grupo que nos esperaba,
tranquilamente y relajados, bajo la sombra. Al fresquito ¡!!
Ojo ¡! Hay que tener en cuenta
que si no bajásemos por el senderillo y lo hiciéramos por la propia carretera
Rock Gun Road, dejando a nuestra espalda el pico Norte del Peñón, el que
visitamos en primer lugar, nos encontraríamos una cancela blindada con alarmas,
alambres de espinos a mogollón. Imposible de superar, con cámaras de video y,
yo que sé si... electrificada.
Así que ahorraros el paseo, que
no lleva a ningún lado. Carretera cortada ¡!!
Bueno, una vez el grupo reunido,
ahora estamos sobre la Signal Station Road, que habíamos abandonado para tirar
por el senderillo. Os lo recuerdo!! Continuamos en sentido ascendente y, pronto
dimos con el encuentro con la calle que os comenté, la Rock Gun Road y ese peaso
de cancela “antisaltos”.
Continuamos caminando, dejando a
nuestra izquierda la elevación donde se encontraba el último mirador visitado.
Nos encontramos con un nuevo
cruce de carreteras, esta vez con la Charles Vth´s Road, que dejamos a nuestra
derecha y pasamos por debajo de los cables del teleférico. Aquí existía un
ensanchamiento en la carretera que disponía de bancos a la sombra que,
rápidamente, aprovechamos para almorzar y comernos unos buenos bocatas con
cervezas y otros manjares.
Al lado existía una entrada
subterránea que no pudimos evitar el visitar. Parecía una zona abandonada desde
hace bastante tiempo por la herrumbre de los hierros. Se trataba de una zona de
posibles barracones que se extendían a ambos lados del pasillo principal que
terminaba en una ventana que daba a la otra falda de la roca. En el mismo
pasillo había una especie de cocina y otros departamentos. Se trataba de
Bellman´s Cave o cueva de Bellman´s.
Después de llenar nuestros
depósitos de energía reanudamos la marcha y, antes de continuar con la
dirección que llevábamos, decidimos visitar el edificio de recepción del
teleférico así como toda la zona adyacente con las diferentes construcciones
esparcidas por la dorsal, visitando algunos bunkers y emplazamientos de cañones
y ametralladoras.
Una vez bicheada toda esta zona,
bajamos por nuestros mismos pasos de ida hasta conectar con la carretera por la
que caminábamos, la Signal Station Road, que se une con la St Michael Road que,
en suave bajada, nos llevó a la zona donde le dan de comer a los monos y que
suelen parar un rato los microbuses cargados de turistas. Se compone de una
pequeña superficie plana donde le ponen la comida y a su alrededor hay una
pequeña escalerita que termina en una plataforma-mirador para observar, tanto a
los animales como las magníficas vistas sobre
ambas vertientes de la roca. Este mirador se encuentra construido sobre
un pequeño arco de medio punto. Prácticamente
enfrente estaba situada una escalera que unía la parte más baja de Gibraltar, su
zona urbana, con este punto. Una barbaridad de escalones ¡!! Como para subir
por ahí ¡!! The Charles V Wall.
Continuamos por la carretera,
comenzaba a ser ascendente pero nos desviamos a nuestra izquierda por otra
escalera, Douglas Path, Camino de Douglas, que subía pegada al cortado de la
cara este y nos llevaba, en primer lugar, a una especie de garita circular
situada en medio del tramos de escaleras y, al final, a unas dependencias y
bunker a ambos lados de la roca.
Rodeados continuamente por monos
de diferentes tamaños y de gaviotas que sobrevolaban por todas partes, subimos
a una zona en la que a una gaviota no le gustó absolutamente nada nuestra
presencia y se dedicó a atacarnos continuamente, haciendo casi de kamikaze,
hasta que consiguió el objetivo de expulsarnos de allí. “Seguro que estaban
entrenadas por los ingleses, como hicieron con la conquista del Peñón”.
También recuerdo una escena que
nos dejó perplejos. Vimos cómo un buitre sobrevolaba la roca y era atacado por
un montón de gaviotas que se le lanzaban literalmente y era picoteado, una y
otra vez, obligándole a batir sus alas continuamente y salir por “patas”, digo
“alas”.
De nuevo sobre la carretera, tras
volver por los mismos pasos de ida, nos encontramos con un nuevo cruce.
Abandonamos
la St Michael Road para tomar la Ohara´s Road, que seguimos en su totalidad,
hasta llegar a una cancela que nos cortaba el paso y nos impedía seguir. Allí había varios
carteles de piedra que informaban sobre la existencia de un sendero que, al
principio mediante unas escaleras que iban formando un acusado zigzag y, más
tarde o, mejor dicho, más abajo mediante un sendero, nos llevaría a la parte
más sur del Peñón.
Informaban de la existencia de la
Mediterranean Steps que, mediante un corto sendero entre vegetación, nos
conectaba con el principio de unas interminables escaleras que nacían junto a
la Ohara´s Battery, una casetilla con un gran cañón blanco que aún se
conservaba.
La escalera iba adosándose
mediante multitud de tramos a la escarpada ladera de forma inverosímil, con
escalones que no eran regulares, con una barandilla de piedra y, toda ella,
sobre la ladera oeste. Las vistas espectaculares!! Rodeados completamente de
vegetación, parecía mentira que allí estuviese esta maravilla.
Desde cualquier tramo se podían
contemplar otros varios por debajo de ellos. Se observaban muchos buques
atracados por la zona, como si estuviesen esperando un turno para entrar en la
bahía. También veleros y lanchas a motor navegando entre ellos y, por supuesto,
un casi enjambre de gaviotas sobrevolando toda esa ladera con el ensordecedor
ruido que producían.
Fuimos bajando la escalera
gozando de este espectáculo, mirando hacia todas partes, hasta que fueron terminándose
los escalones y los tramos se transformaron en senderos. Nos encontramos con
otros emplazamientos de baterías. Uno de ellos lo habían convertido en mirador
con sus correspondientes barandillas y nos ofrecía unas inmejorables vistas.
Continuamos, siempre en sentido
descendente salvo algún pequeño y corto tramo que se volvía ascendente y pasamos
por un pequeño túnel, de uso exclusivo peatonal.
Caminábamos bajo las verticales
paredes de la roca que se situaban a nuestra derecha y, durante un buen rato,
entre senderos alternados con escalones para suavizar y ganar esas diferencias
de cota de forma más rápida.
Pasamos junto a unas oquedades o
abrigos existentes en esas inmensas paredes y, por supuesto, las visitamos.
Ya se percibía, a lo lejos y algo
hacia abajo, el extremo más sur del Peñón. Se veía una larga chimenea, supongo
que de la central térmica, y también un vertedero de neumáticos junto con el
faro blanco y rojo en su extremo más retirado.
Comenzamos a bordear toda la
falda del peñón por su parte sur y contemplábamos a cierta altura la pequeña
superficie de terreno que miraba y estaba situada más próxima a tierras
africanas. Se trataba de una especie de rectángulo plano cuyos lados menores
eran paralelos a nosotros y los mayores perpendiculares, con multitud de
edificios rectangulares con cubiertas a dos aguas que asemejaban diferentes
naves industriales y, en todo su centro, un amplio aparcamiento. También se
observaba una amplia antena parabólica.
Todo este conjunto estaba
limitado en esos teóricos vértices por unos edificios que parecían observatorios.
Nos internamos en un sendero
cubierto por vegetación, como si de un bosque de ribera se tratase, donde
encontramos carteles que te anunciaban sobre los diferentes cantos de las aves
y recomendaban permanecer lo más en silencio posible.
Al final de este corto senderillo
salimos a la zona civilizada, “edificaciones” y, rápidamente, contemplamos una
escultura que representaba a las columnas de Hércules que sostenían una inmensa
moneda que representaba al mundo.
A partir de este punto
continuamos por una carretera asfaltada de regreso hacia el punto de partida, la
Engineer Road. Comenzábamos a darle la vuelta al peñón pero por su parte baja.
De hecho, íbamos bajando paulatinamente de cota para, al final, internarnos por
las propias calles de la ciudad.
Lo primero que nos encontramos
fue una extensión de terreno a nuestra derecha totalmente desprovista de
vegetación, con una capa de hormigón proyectado, como dando la sensación de un
relieve rocoso, y con carteles que daban la bienvenida a la “Upper Rock”.
Más
tarde nos encontramos con una cancela que estaba abierta pero que cerraba
completamente el paso de la carretera por la que caminábamos. Se trataba de la
cancela que limitaba y cerraba el parque natural, “Nature Reserve”.
A partir de aquí caminábamos
entre chalets con extensiones amplias y en ubicaciones fantásticas. Suponemos
que será la zona noble del peñón, con grandes jardines y con una arboleda
tupida.
Conectamos con otra carretera, en
esta ocasión era la de Europa Road que, durante un trayecto, nos llevó paralelos
al Jardín botánico, observando plantas de muy variados y diversos tipos. Recuerdo
el ver una piscina en su interior, donde se celebraba una boda, ¡ qué mejor y
fresco sitio que ese, no?.
Ya prácticamente a nivel de sus
calles, pasamos junto al inmenso aparcamiento para coger el teleférico.
Pasamos
a la Trafalgar Road que nos obliga a pasar junto a un pequeño cementerio
utilizado como parque, “Trafalgar´s cementery” y que, a continuación, mediante
un arco provisto de puertas que cerrarían este recinto amurallado del anterior,
nos pasa a la zona urbana y más conocida por la mayoría de las personas.
Caminamos ahora por la Main
Street, la zona de las tiendas, hasta que conectamos con el punto que por la
mañana abandonamos para iniciar nuestra subida a la roca. De nuevo en la plaza
“Casemates Square”, decidimos tomarnos unas cervezas antes de abandonar la roca
y brindar por todos estos buenos momentos que pasamos.
Sólo nos quedó pasar la frontera
de vuelta y despedirnos de todos los que se quedaban a pasar la noche en Puente
Mayorga. Mª José y yo, emprendimos el viaje de vuelta hacia Sevilla.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
El mejor recorrido que he visto por todo Gibraltar, gracias por compartirlo. Saludos
ResponderEliminarGracias Carlos, aunque la roca sea de estos "ingleses", la verdad es que no tiene desperdicios, tienen de todo "estos joíos", en tan poca superficie.
EliminarUn saludo.
que buen recorrido !!! tengo muchas ganas de hacerlo. Soy Argentina. saben ustedes que documentos necesito para ingresar?
ResponderEliminarHola Ivana, si que es un trayecto entretenido y bonito.
EliminarRespecto a los documentos, supongo que el pasaporte, es como la frontera con Inglaterra. No sé si pedirán algún otro, como visados o similares, pero no creo.
Un saludo