Ruta realizada el día 8 de Junio
del 2013.
Fuimos Patxi, Juan José y yo,
Antonio, el que les escribe.
Procedente de Jeréz por la ruta
del Toro (autovía Jeréz los Barrios) y, pasado el inmenso pantano o embalse de
Charco Redondo y el túnel que nos encontramos a continuación, nos encontramos
dos posibles opciones de recorrido.
El primero, coger la primera
salida que encontramos a la derecha, que nos llevaría a una rotonda y, de nuevo
la primera a la derecha. Sin dejar esta carretera en ningún momento llegaríamos al Ventorrillo Blanco, frente al
que se encuentra una gran cancela verde de dos hojas con candado, que sería el inicio de nuestra
ruta. Cerca de donde el arroyo de Bacinete cruza la carretera, entre el km 91 y
el 92.
Pero nosotros tomamos el segundo.
Seguimos la autovía y pasamos un túnel doble, (uno a continuación inmediata del
otro)sólo en el sentido de nuestra marcha. Tomamos el siguiente desvío que nos
encontramos a nuestra derecha y, girando
en dos ocasiones más a la derecha en los cruces que nos encontramos, dimos a la
carretera que nos llevaría a la altura del Ventorrillo Blanco que, en esta
ocasión, se quedaba a nuestra derecha donde dejamos el vehículo, con la cancela
a nuestra izquierda.
Pues, mochilas a nuestra espalda
y botas de montaña en nuestros pies, damos inicio a nuestra larga, pero
presuntamente bella, atractiva y por qué no, “investigadora” ruta, proyectada y
organizada, como siempre, por nuestro amigo y compañero de fatiga, Juan José.
Para la Cruz del Romero y el
canuto de Risco Blanco es necesario solicitar permiso del Parque de los
Alcornocales en la dependencia de Alcalá de los Gazules.
Como comenté en la anterior
entrada, sólo he subido una vez a la Cruz del Romero (con Manuel) por el Canuto
de Risco Blanco y, en esta ocasión, pretendíamos hacerlo desde otro punto, eso
sí, bajaríamos por el precioso Canuto para, posteriormente, subir al cerro del
Bacinete a buscar las diferentes tumbas antropomorfas y pinturas rupestres que
existen por la zona. De ahí que haya incluido, en el principio de mi redacción,
lo del “carácter investigador” del trazado que nos hemos propuesto realizar.
También quiero lanzar desde aquí
que voy a ser fiel al sistema y modelo que sigo en la transmisión de datos en
mi blog y, por lo tanto, seguiré añadiendo todos los datos de interés de la
ruta, incluido el track del trazado, ya que considero que todo el mundo tiene
derecho a poder visitar, ver y gozar de las magníficas obras que nuestros
ancestros dejaron en este lugar y creo que la información no debe de ser de
unos pocos afortunados, sino que se debería ser accesible a cualquiera que se
interese.
Cierto es que, si lo que se
quiere es proteger a esas pinturas de ciertos vándalos que, por desgracia
existen, lo mejor es NO anunciar nada pero, si se le da publicidad, no
entiendo por qué no se ofrece completa la información.
ESO NO QUITA QUE TAMBIÉN LANCE UN
RUEGO: QUE TODOS LOS QUE VISITÉIS ESTA ZONA, LO HAGÁIS CON EL MÁXIMO DE RESPETO
Y CUIDADO Y, SENCILLAMENTE, OS LLEVÉIS LAS FANTÁSTICAS FOTOGRAFÍAS Y MOMENTOS
QUE DE AQUÍ SE PUEDEN OBTENER Y QUE NO QUEDE, ABSOLUTAMENTE, PERO ABSOLUTAMENTE
NADA DE NUESTRO PASO.
SÓLO ASÍ, PODREMOS SER AUTÉNTICOS
HOMO SAPIENS Y NO ANIMALES, Y PODREMOS VERLAS DE NUEVO EN EL MISMO ESTADO Y QUE
NUESTROS HIJOS, FAMILIARES Y AMIGOS, TAMBIÉN PUEDAN HACERLO. GRACIAS.
Nuestro inicio fue un salto de
cancela para caminar por el carril perfectamente marcado, el paso posterior de
una portilla y otra cancela, algo más adelante y, justo en este lugar, sería el
encuentro con el retorno previsto tras realizar la circular.
Continuamos por el carril Vereda
de la Granja. Caminábamos bordeando la falda, por la parte inferior, de las
estribaciones de la sierra del Niño.
Prácticamente por el límite del
bosque, unas veces con auténticas alfombras de flores, y otras, de helechos,
pasamos por varios arroyuelos que cruzaban nuestro camino.
Tras pasar por una nueva portilla
y caminar un largo recorrido, llegamos a otra portilla que era como el paso a
una extensión de terrenos con diversas edificaciones, “La Granja”. Era como una
gran cortijada. Caminábamos algo tensos, con miedo a que apareciera algún gran
perro o que algún propietario nos llamase la atención pero, lo cierto y verdad
es que, durante todo el itinerario que fuimos rodeando este complejo (que tenía
desde grandes mansiones a naves de crías de animales) no vimos un alma y eso
que, coches aparcados había varios.
Nuestro carril desembocó,
mediante un cruce de caminos, a uno principal por el que proseguimos. Éste
procedía de la carretera donde teníamos el coche pero a otra altura, entre el
área recreativa “La Porqueriza” y el cortijo de Ahojiz. No sé si existiría paso
desde aquí o también dispondría de cancela con candado.
El caso es que, caminando a un
paso enérgico, superamos las últimas edificaciones (creo recordar que se
trataban de cuadras inmensas) y, tras pasar una cancela, dejamos atrás todo ese
complejo denominado “La Granja”.
El carril seguía igual de marcado
que antes pero con algo más de pendiente y cada vez más integrado e internado con el bosque de árboles que nos
rodeaba.
El trazado hacía bastantes zigzag
para atenuar las pendientes. Se observaban rocas desnudas que sobresalían del
mar de copas arbóreas así como formidables farallones rocosos.
Desde algunos puntos del trazado
se observaba toda la Sierra del Niño.
Tuvimos que pasar los arroyos de
la Garganta del Niño y de la Garganta de la Hoya aunque, antes, observamos una
edificación que parecía seguir en uso, como de usarla el ganado. Algo más
adelante nos desviamos del camino principal para tomar por otro de
características similares.
Durante un amplio tramo caminamos
algo paralelos al arroyo de la Hoya de Ahojiz. Disfrutábamos de unas bonitas
vistas, un alargado valle coronado por todo el perfil de la Sierra Sequilla.
Pero llegamos al punto donde,
dejando de espaldas la citada sierra, nos tocó subir de lo lindo y, mediante
sucesivos zigzag, el camino iba subiendo ya con pendientes acentuadas. Tuvimos
que vencer un desnivel de unos 400m en poco desarrollo horizontal.
Para nuestra sorpresa y desagrado
el camino se rodeó repentinamente de un eucaliptal bastante tupido. Sólo era una mancha muy
puntual pero no entendemos que hacen
esos árboles en este maravilloso alcornocal.
Suponemos que se tratará de
alguna repoblación tras algún incendio. Espero que después se coloquen los
verdaderos dueños y amos de esta sierra, los Quercus.
Salimos de los eucaliptos, tras
empinados repechos, y nos encontramos sin árboles, sólo matorral bajo pero de
una tonalidad verde intensa que cubría toda la superficie menos nuestro definido
sendero y, poco a poco iban apareciendo rocas de areniscas aisladas con formas
de todo tipo. A este tipo de roca le afecta enormemente los agentes
atmosféricos y se veían perfectamente detalladas las partes más resistentes
frente a las más blandas creando formas de lo más curiosas.
Llegamos a la altura de un muro
de piedra que supongo que hará la función de límite municipal y, por esa zona,
decidimos comernos unos bocatas, tras la fuerte y continuada subida.
Tras la recarga energética
continuamos en ascenso, pero más moderado, por una zona desarbolada. Sólo una
gran espesura de matas de jaras y brezos nos bordeaban por ambas partes. Es
difícil imaginarse como se podría caminar en esta zona, fuera de senderos.
Se divisaba desde lo alto de
nuestra posición el embalse de Almodóvar que se encontraba rodeado de
aerogeneradores. No cabían más por toda esa superficie!!!
Si alzábamos nuestra mirada se
veía la costa e incluso la arena de sus playas.
El carril que seguíamos se
introdujo en un pequeño pero espeso bosque de alcornoques jóvenes de mediano
porte y, al salir de él, prácticamente nos encontramos en la zona superior de
la sierra del Niño. La vegetación de nuevo se convierte en matorral bajo y las
piedras de arenisca toman formas extrañas.
Vamos, no me digáis que esta roca
no parece: ¡! la cresta de un pollo ¡!
Nos entretuvimos por todas las
oquedades y formas tan particulares que tomaban las rocas del lugar. Nos
metíamos por todos los recovecos que encontrábamos, fisuras, pequeños y grandes
abrigos,… hasta que llegamos a la joya de la corona: un descomunal arco de
piedra, impresionante regalo para la vista.
Tras bichear por un rato, cogimos
el sentido contrario al que trajimos y caminamos por un cortafuego, o algo
parecido, dirección al pico más alto de esta sierra, la Cruz del Romero.
Accedimos a su poste geodésico
tras una corta trepada por unos montículos de rocas. Desde allí las vistas eran
inmejorables, multitud de sierras y la gran bahía algecireña con el Peñón
sobresaliendo sobre el mar. Un lugar idílico para gozar de un buen almuerzo a
base de bocatas, frutos secos, frutas, chocolates y líquidos de todo tipo para
poder tragar todas esas viandas.
Allí coincidimos de nuevo con un
grupo de senderistas que ya nos encontramos por la zona del arco de piedra, con
miembros de diversas procedencias, unos de Málaga, otros de Alhaurín, ect… Un
saludo desde aquí a todos.
Partimos de esta magnífica
atalaya para bajar por el canuto de Risco Blanco. Al principio tuvimos que
bajar, campo a través, hasta conectar con el marcado sendero. Entre galerías de
árboles y arbustos, con un suelo tapizado de hojas secas, alcanzamos el fondo
de la vaguada por el que discurría un bonito arroyuelo que, en ocasiones,
estaba oculto por los helechos.
Pasamos un aporte ferroso y,
siempre en bajada, alcanzamos un carril de tierra que seguimos durante unos
metros para desviarnos de nuevo y proseguir, por sendero, entre un precioso
alcornocal con una bajada con piedras a modo de escalones.
Más tarde dimos con un horno de
piedra situado junto a una laguna estacional que, en esta ocasión, estaba sin
agua pero algo embarrada.
Continuamos con nuestro
itinerario hasta que llegamos a su final. Mediante un poste de señalización se
informaba sobre el sendero del canuto de Risco Blanco y un saltadero para pasar
la valla.
Salimos a un camino de tierra, la
antigua carretera CA-221 de los Barrios a Facinas, que recorrimos durante
algunos kilómetros y por la que circulan vehículos a motor de vez en cuando y,
muchísimas bicicletas, en ocasiones, a toda pastilla.
Caminábamos junto o encima del gasoducto
de Tarifa, que tenía señales cada diez metros. Llegamos a la altura de otro
cartel informativo, en esta ocasión sobre el sendero que recorre el arroyo de
San Carlos del Tiradero, situado junto a las ruinas de la casa de Juan Carlos
del Tiradero.
Más adelante nos encontramos con
un singular cartel para el tráfico rodado: “No atropelles a los anfibios”; ya
que existía una diminuta charca en la que, según el cartel allí colocado, deben
existir numerosas especies, ¡! Nunca había visto como una pequeña charca es
capaz de producir tanta variedad ¡! Cierto es, que en el arroyo que atraviesa
en ese punto el camino, observé un galápago leproso.
Por fin dejamos el camino de
tierra, pasamos una cancela que encontramos a nuestra izquierda con dirección
al Bacinete y cerro de las Cuevas y, se supone que por esta zona,
encontraríamos las tumbas y pinturas que, en estos momentos, eran nuestro
objetivo.
Lo primero que hicimos fue buscar
la cueva del Corchadillo o Peñón de la Cueva. Tras pasar por una nueva cancela,
dimos con un gran bolo de piedra, aislado entre alcornoques, con dos claros
abrigos diferenciados. El acceso a ellos es algo expuesto, por lo que
utilizamos el zoom de la cámara para fotografiar las pinturas y he usado el
photoshop para arreglarlas y no arriesgar más de lo necesario.
Retrocedimos por nuestros pasos
hasta la segunda cancela, punto donde
nos desviamos para buscar este peñón, y continuamos en sentido ligeramente
ascendente. En esta ocasión, buscando las tumbas, pasamos un saltadero, pero lo
que nos encontramos, en primer lugar, fueron inmensos bloques pétreos aislados
que formaban pasillos estrechos que daban un aire mágico e interesante al
lugar. No me extraña que esta zona se utilizara, posiblemente, como lugar de
ritos en épocas pasadas.
Aunque algunas de las rocas
tenían abrigos parece que no había pinturas en ellas (o al menos no se han
conservado hasta nuestros días) pero, al fondo de uno de los pasillos, vimos
una reja en un estado regular (parecía forzada y
deteriorada) que cumplía la misión de proteger unas pinturas rupestres.
Creo que se trataba de la cueva del Bacinete. Eran muy numerosas, muchas muy juntas unas de
otras, y tenían un buen estado de conservación o, al menos, eso me pareció. No
soy un entendido en la materia.
De nuevo haciendo uso del zoom y
sin superar la reja, fotografiamos todos los posibles rincones intentando no
dejar ninguno sin retratar. Era curioso el ciervo pintado con los detalles de
la cornamenta. A mí me llamó mucho la atención, entre otros dibujos.
Tras deleitarnos y transportarnos,
al menos durante un momento, miles de años atrás, nos dispusimos a reanudar la
marcha. Esta vez sí que íbamos a por las tumbas antropomorfas y, en poco tiempo,
llegamos a un conjunto de ellas. Estaban como divididas en dos sectores claros,
dos piedras diferentes. En una de ellas existían dos tumbas y un circulo
labrado, mientras que en el otro bloque pétreo existían varias más, ¡! Fotos a
reventar ¡!
Desde este punto tiramos por una
zona fuera, completamente, de senderos y, a través de mucha vegetación de
matorral alto y con bastantes pinchos, caminamos durante, al menos, unos 100 a
150m interminables y algo incómodos pero que nos dejaron en un bosque de
alcornocales donde existían aun alguna que otra tumba aislada por la zona, así
como una especie de sol labrado en una roca del que desconozco su significado y
función.
Ya sólo nos restó seguir un tramo
por este bello bosque hasta alcanzar la cancela por donde, esta mañana, cogimos
para realizar el trazado circular, siendo el resto del trazado, el mismo que
hicimos pero en sentido inverso hasta llegar a nuestro vehículo.
En esta ocasión, fue en Tomares
donde repusimos las sales minerales y la energía gastada.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Si quieres el track de este itinerario, pincha SOBRE EL SIGUIENTE ENLACE:
No creo que sea acertado incluir en el track el paso por la cueva del corchadillo y otra mas que no mencionas. Los abrigos con arte rupestre ya conocidos están sufriendo actos de vandalismos. Con esto no contribuyes a su conservación.
ResponderEliminarHola Rafael Sánchez, respeto tu opinión, pero sigo pensando lo que he redactado en esta entrada.
ResponderEliminarEl problema del vandalismo es la incultura de muchas personas, pero eso es un problema ajeno, desde mi humilde opinión, a nosotros.
No por ocultar o mostrar las cuevas con pinturas rupestres, van a dejar o van a seguir con el vandalismo.
Un saludo.
Antonio, muchas gracias por esa postura, al menos consuela no verme solo en esos avatares. Este finde pasaré por allí, y aunque el track que llevo es más corto espero disfrutar del camino.
EliminarSaludos.
Hola JLAD, cada uno piensa lo que cree, aunque estemos la inmensa mayoría en contra del vandalismo y seamos respetuosos con la naturaleza. Es como los badenes que se han multiplicado por todas las calles, por culpa de unos pocos, y que todos, por desgracia, pagamos y sufrimos. Espero que esa postura no se traslade a esos rincones espectaculares que disponemos en nuestras sierras.
EliminarUn saludo
Hola Juan a Gallardo, la ruta de 15 Km y la de 32 Km tienen diferentes entradas o inicios de ruta, aunque también comparten trayectos comunes.
ResponderEliminarLa de 15, recuerdo que se accedía por un carril de tierra directamente al Canuto de Risco Blanco. La de 32 aparcamos en la propia carretera y tuvimos que superar, de entrada, una cancela.
Para ambas es necesario solicitar el permiso en el Parque de los Alcornocales, en Alcalá de los Gazules, recuerdo que por correo electrónico, era posible.
Te aconsejo que con el visor iberpix2, en internet, cargues, con la opción GPS, las dos rutas y planifiques un trazado que te interese o al menos lo puedas estudiar bajo mapa.
Espero haberte servido de ayuda.
Un saludo