Ruta realizada el 2 Febrero 2013.
Fuimos Patxi, Juan José y yo.
Procedentes de Benaocaz, llegamos a Villaluenga del Rosario, pasamos la quesería “Payoyo”, el aparcamiento y, justo al final del mismo, cogemos el carril que sube dirección a los Llanos del Republicano por un firme hormigonado hasta llevarnos a su parte más alta, dónde nos encontramos con un ensanchamiento que sirve de aparcamiento.
Tras colocarnos nuestras mochilas y botas de montaña, comenzamos nuestra larga ruta.
Bajamos hacia los Llanos y lo primero que nos encontramos es una gran cancela que impide el paso a los vehículos, salvo a los propietarios de fincas de la zona, pero dispone de una puerta pequeña lateral para el paso de peatones.
Pronto, llegamos al cruce dónde, siguiendo los letreros que indican dirección hacia el Puerto del Correo, nos obligan a girar a nuestra derecha. Rápidamente el carril de tierra se convierte en carril hormigonado de construcción reciente y se intensifica la pendiente de bajada.
Nos deja en las mismas puertas de los Llanos a través de otra cancela muy similar a la anterior.
Ya desde aquí, aparte del propio Llano del Republicano, divisamos la cordal o crestería que pretendemos realizar y, con paso firme, nos dirigimos animosos hacia la cadena montañosa. Nos acompaña a lo largo del trayecto por el Llano, el arroyo de los Pájaros que, algo más abajo, se une al arroyo del Charco del Burro, el cual debemos superar cerca de otra cancela que debemos abrir para proseguir nuestro camino.
Ambos arroyos alimentan al arroyo de los Álamos que vierte sus aguas en la sima del Republicano aunque antes, cae por la sima Cabito que se encuentra unos metros antes de la gran boca de Republicano.
Llegamos a la falda de la barrera montañosa y continuamos por un marcadísimo sendero que mediante postes indicativos nos señala la dirección al Puerto del Correo.
Lo tomamos y, en continuo ascenso, nos va subiendo cómodamente. Las vistas hacia atrás son espectaculares. Sobre el Llano se divisan los arroyos dibujando en forma de serpientes sus cursos fluviales y el campo tiene un color verde intenso totalmente tapizado.
Llega un momento en que se llanea y se deja de subir. En esta zona también existen postes indicativos.
A nuestra derecha se queda un cortijo a lo lejos, situado en los Navazos de Líbar y si tirásemos por esa zona podríamos llegar al pico Salamadre o incluso al Puntal de la Raya.
Pero nosotros seguimos de frente y, de nuevo, nos enfrentamos con otra subida que, por fin, nos deja en la parte superior del collado, el Puerto del Correo.
Aquí se nos acabó lo bueno, incluido el sendero. A partir de este punto nos desviamos a nuestra izquierda para enfilar la crestería y los únicos senderos, por llamarles algo, eran los propios que las cabras de la zona iban creando.
Tras rodear una primera elevación y caminar por un sendero que parecía que iba por la cordal de una forma relativamente marcada, nos topamos con la primera elevación de la cordal. No tuvimos más remedio que abandonarlo para poder encumbrarlo.
Aquí comenzó de lleno el contacto físico con la roca caliza, con grandes bloques y grandes fisuras, con el lapiaz y con esos cuchillos que se forman en este tipo de terreno.
A partir de aquí el senderismo pasa a otra dimensión e, igual no debíamos de entenderlo como tal, más bien, roquear, saltar, principio de escalada y alpinismo, yo que sé…
Mediante el uso de las manos y pies y buscando los mejores pasos conseguimos alzarnos con nuestro primer objetivo. En su cumbre existía un enorme hito de piedras realizado por la acumulación de una enorme cantidad de ellas.
En estos momentos te sientes un poco “pájaro”, lo tienes todo bajo tus pies, lo divisas todo desde las alturas, es un momento que hay que vivirlo para sentirlo.
Lógicamente, también localizamos nuestro siguiente objetivo.
La Sierra de Líbar, por su parte alta, es lo suficientemente ancha como para permitirte andar por donde quieras y los puntos elevados de la misma están muy dispersados y no siguen una clara línea que poder seguir, por lo que tuvimos que descartar algunos y decidirnos por otros.
De todas formas, la siguiente elevación nos llamaba como la flor a las abejas. La teníamos delante nuestra, era más alta y aunque había que dar un rodeo pues la cordal describía una especie de media luna, qué nos importaba, …. a eso habíamos ido.
Claro está, todo el firme era exclusivamente por rocas y rocas de todo tipo. Había zonas con calizas llanas rodeadas de oquedades, en otras zonas las calizas se transformaban en diminutas montañas puntiagudas aisladas entre sí, en otras, las fisuras entre las mismas eran mayores que las piedras que la rodeaban y, por supuesto, zonas de afiladas y delgadas hojas del mismo material, un paraíso para nosotros que nos gusta hacer de vez en cuando de cabras.
Coronamos uno de estos montículos cuya piedra tenía un tono rojizo que destacaba sobre el gris de la caliza normal, como cosa anecdótica.
Por fin subimos a la cumbre del Mojón Alto, máxima elevación de la Sierra de Líbar de 1.295m. con unas vistas espléndidas de los Llanos de Líbar, la alberca contraincendios, perfectamente circular, la fuente de Líbar, sus cortijos, Sierra Blanquilla con el Martín Gil, Sierra de Palo con el pico Palo como mayor altitud y, hacia el otro lado, diversas sierras como la del Caillo entre otras.
Vistas completas y amplias a 360º.
Comimos sobre su ladera Sur, al refugio del viento y calentándonos con el sol reinante.
¡!vaya!! Como los lagartos!! Más a gusto que un cochino en un charco.
Llegados a su base, me detuve al ver un montículo de piedras que me llamó la atención y hacia él me dirigí, se trataba de dos inmensas pilas de las que, al menos una de ellas estaba labrada en la roca y era de forma rectangular, mientras que la otra parecía algo más natural y de forma cilíndrica. Fotografías a mogollón y palante, dirección al último pico de la cordal de la Sierra de Líbar.
De nuevo a “roquear”, bajando y subiendo entre rocas calizas.
Tras alcanzar nuestro último objetivo de esta cordal, dónde volvimos a picar algo de comer para mantener la energía suficiente para el resto del itinerario, yo subí a otra elevación cercana mientras mis compañeros desplegaban sus viandas para, posteriormente, unirme a ellos y comer algunas frutas y una barrita de cereales.
Al bajar de esta cumbre, conectamos por fin con un sendero decente y claro que nos llevó junto a un cortijo, llamado cortijo de Mojón Alto, situado en una inmensa llanura. Estuvimos caminando sobre un terreno mullido, terroso, como si no estuviésemos acostumbrados después de la paliza que nos habíamos dado.
Al final de estos llanos, nos encontramos con unos apriscos realizados en muros de piedra. Se trataba de varios recintos para el ganado, e incluso me atrevería a decir, que servían para realizar algún tipo de selección del ganado, por los recovecos que tenían.
Continuamos con nuestro trazado y, a lo lejos, contemplamos un venado con su inmensa y amplia cornamenta y, al rato, unas cuatro hembras y una cría que marchaban todos juntos.
Conectamos con otro sendero algo más marcado y lo seguimos hacia nuestra izquierda, dejando a nuestra derecha todo el cerro Zurraque que es algo alargado. Nos encontramos con un grupo de vacas con sus terneros que no dejaban de mirarnos y no se apartaban. Ante la duda de que alguna se arrancase, nos retiramos algo para no molestarlas.
Caminábamos por la falda de la base del Zurraque hasta que, al ir bordeándolo, descubrimos al fondo el pico Tinajo, característico por su marcada pendiente a 45 o 50º.
Tuvimos que pasar por una valla, pero por debajo de la malla de alambre que estaba situada sobre un muro de piedra. Entre ambos, nos colamos, a través de un generoso hueco.
Nos acercamos al citado cerro siguiendo perfectamente el sendero que nos conducía hacia una cueva, más bien un pequeño abrigo tapiado con piedras, cuya característica principal era que tenía una entrada de luz por su parte superior gracias a la separación entre las piedras que formaban su techo.
Desde este punto iniciamos el ataque a la cumbre del Tinajo. No es la más conveniente, es más dura, difícil y algo más expuesta, pero más impactante y chula.
Entre maleza y arbustos al principio y, entre rocas y grandes bloques al final, fuimos progresando hasta alcanzar su cumbre.
Se trata de un cerro muy curioso. Es la segunda vez que lo subo. Está formado por grandes planchas de rocas calizas planas inclinadas y separadas entre sí, formando una especie de puzle, cuyas uniones hay que saltarlas para seguir avanzando y con una pendiente justa para poder subir y bajar sin usar las manos, aunque a algunos entiendo, que les pueda ocasionar vértigo.
Tras las fotos de rigor, comenzamos el descenso, con cuidado, por la pronunciada pendiente y por el firme repleto de pequeñas piedrecitas que hacían la bajada inestable.
Rápidamente tomamos el sendero que nos fue llevando en bajada por parajes impresionantes y bellos, pequeños torcalitos, llanuras limitadas por las piedras cubiertas de hierbas verdes e incluso un torcal con un espléndido árbol en todo lo alto. Parece mentira que haya podido nacer allí y lo que es más increíble, que lo siga estando.
El sendero continua hacia abajo proveniente de una llanura casi cilíndrica rodeada de cúmulos de rocas dando aspecto de una plaza de toros.
Termina en una cancela grande que debemos abrir y, por supuesto cerrar luego, que nos deposita junto a un arroyo que debemos cruzar. Se trata de nuevo del de los Álamos, paralelo a otro llamado de las Adelfas.
Este terreno por el que andamos en estos momentos es como de labranza, termina en el otro extremo, el opuesto, en una nueva cancela que hay que superar.
Inmediatamente giramos a nuestra izquierda, cruzamos el arroyo de las Adelfas y nos encontramos con una gran portilla que abrimos. Vamos por un terreno más enfangado y húmedo, en otra ocasión vi muchos cerdos por esta zona, pero supongo que al pasar algo tarde, serían las 19,00 horas, estos animales estarían recogidos. Terminamos en otra gran portilla que también pasamos.
Al salir de ella conectamos con el carril de tierra que seguimos en su totalidad, dejando varios cruces que vimos por el camino hasta llegar al cruce dónde, mediante el cartel informativo del Puerto del Correo, nos desviamos por la mañana con dirección a los Llanos del Republicano.
Prácticamente todo el recorrido del carril, varios kilómetros, lo hicimos de noche y casi sin luz.
Por fin llegamos al coche y, sin cambiarnos de nada por el frío y viento que hacía, nos montamos, y abajo, en el pueblo de Villaluenga, nos detuvimos y nos cambiamos de calzado y ropa y … para nuestro querido bar Rural en Montellano a reponer nuestras energías gastadas.
La verdad, una bonita y dura ruta, difícil de olvidar y que para nosotros queda.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
SI QUIERES EL TRACK DE LA RUTA, PINCHA EN EL SIGUIENTE ENLACE:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=3944878
Hola Antonio, acabo de descubrir tu blog y me ha parecido excelente. Tus descripciones son magníficas y te haces una idea perfecta de cómo son las rutas. Lo he encontrado buscando mapas con toponimia más detallada que el del IGN. ¿Me puedes recomendar alguno de la zona del Parque de Grazalema? Ya que nombres como Tinajo o Peñón de Libar, no se encuentran en el del IGN.
ResponderEliminarMuchas gracias y muchas felicidades por tu blog.
Hola Marta, la verdad es que no tengo una respuesta a tu pregunta. No conozco otros mapas.
ResponderEliminarLo cierto y verdad, es que mucho de estos nombres, los localizo gracias a otros blog, o a montañeros que me escriben indicándomelo, o alguna aclaración que me hacen en diferentes rutas, pero por desgracia, no sé si existen mapas de toponimia más detallada. Si lo llegaras a encontrar, por favor házmelo saber.
Lo siento mucho
Un saludo
Muchas gracias por tu pronta respuesta. Me he puesto en contacto con la fundación Sierra de Libar, porque he visto que tienen imágenes de unos más detallados. Ya te contaré.
EliminarMuchas gracias
EliminarHay un mapa muy detallado de la editorial Alpina. Lo hay en papel y en formato digital que se puede cargar en el GPS
ResponderEliminarHola Rafael, muchas gracias por tu información. Intentaré buscarlos y echarles un vistazo.
ResponderEliminarUn saludo