Ruta realizada el 16 Diciembre
2012.
Fuimos Mª José y yo a la Sierra
de Ortegícar con el propósito de conocer esa zona y subir a su máxima altura,
el Ortegícar de 963m de altitud.
Llegamos procedentes de Sevilla
por la autovía de Málaga, desviándonos hacia El Saucejo por la A-351 a la
altura de Osuna. Proseguimos hacia Almargen, luego Cañete la Real por la MA-476
y, por último, por la MA-475 a Serrato.
Hay que estar atento ya que entre
Cañete y Serrato vamos por la MA-475 y cruza la A-367, que une Cuevas del
Becerro con Teba y es un cruce que no queda totalmente alineado desde dónde se
viene, es decir, una vez que llegamos a la intersección, hay que hacer unos
metros por la A-367 y, rápidamente, desviarse de nuevo por la MA-477.
Una vez en Serrato, lo pasamos y
estamos atentos a un carril de tierra ancho que se nos abre a nuestra izquierda.
Lo tomamos.
Este amplio carril, rápidamente,
se bifurca. Cogemos el de la izquierda y ya no lo abandonamos hasta pasar el
cortijo de los Rompedizos. Previamente a ello debemos haber dejado a nuestra
derecha otro carril algo más estrecho y, en subida y con un poste de madera
señalizador de ruta senderista más adelante, también a nuestra derecha, debemos
dejar otro carril.
Al llegar al cortijo, lo
bordeamos dejándolo a nuestra derecha. Continuamos por el carril, dejando un
cruce a nuestra izquierda y a unos 300m aproximadamente, en el borde del carril
podemos dejar nuestro vehículo, dónde se intuye una vaguada por la que podremos
subir a toda la plataforma superior de la sierra de Ortegícar.
Nosotros dejamos el coche unos
centenares de metros más adelante y subimos por una vaguada mucho más
complicada y expuesta.
Aconsejo subir y bajar por la parte de bajada del track de la ruta.
Comenzamos a patear sobre las
10,20h de la mañana, tras haber desayunado en el pueblo de Armagen.
Subimos por una vaguada empinada,
con rocas resbaladizas y algunos pasos delicados ganando altura rápidamente. Tardamos
más tiempo por el hecho de dudar si continuar por ella o bajar y subir por otra
parte, más que por nuestro ritmo de subida. Insisto, es mejor subir por dónde
bajamos en nuestro recorrido.
Prácticamente arriba de esta
vaguada, comenzamos a escuchar tiros de cazadores. Interrumpimos nuestra subida
y nos colocamos nuestras prendas de colores más chillonas, por si acaso. Luego
resultó que los cazadores estaban abajo pero el eco del sonido nos confundió.
Allí divisé un magnifico saliente
rocoso al que no pude resistirme a subir. Resultó ser un tremendo mirador
natural aunque, lo que no sabía es que, en esta ruta precisamente miradores
naturales no nos iban a faltar.
Pronto llegamos a la parte
superior de la vaguada que estaba flanqueada, a derecha e izquierda, por dos
elevaciones. Decidimos hacer un trazado circular en sentido antihorario y
nuestro propósito era el de subir a todos los picos que se nos pusieran en
nuestro camino.
Así, decididamente, subimos a uno
que era la antesala del cerro del Escribano, terreno plagado de rocas pero de
fácil avance y progresión.
Una vez en lo alto, la sierra de
Ortegícar se muestra como una inmensa plataforma con diferentes peñones
rocosos. Caminamos por su borde hasta llegar a uno de sus extremos donde
encontramos formaciones pétreas en forma de mesas, similares a las del Torcal
de Antequera, formando un magnífico y bello rincón.
Aquí descubrimos una de las
maravillas de esta sierra: grandes y altos cortados a plomo o, incluso en
algunos puntos, extraplomados.
Daba verdadero vértigo asomarse
próximo a sus bordes pero, a la vez, era espectacular esa sensación.
Ya divisábamos a lo lejos el
poste geodésico del Ortegícar, pero antes teníamos que subirnos en varias
elevaciones más de este entorno del Cerro del Escribano enfilándonos hacia un
resalte saliente, situado prácticamente enfrente de un cortijo en ruinas, situado
debajo de esta plataforma por la que caminábamos.
Hasta subir a él tuvimos que ir
de piedra en piedra por un mar pétreo con rocas pequeñas y grandes. Pasamos por
algunas superficies muy horizontales plagadas de rocas blancas salteadas y de
hierba de color verde intenso que producía una mezcla verdaderamente
cautivadora.
En su coronación hay una roca en
forma de mesita curiosa y, tallado en la
roca de al lado, una inscripción que pone “PROPIEDAD ORTEGÍCAR”, lo cual no
deja de ser una cosa curiosa.
Desde aquí nos dirigimos hacia el
pico Ortegícar pero pasando por su pequeña cordal, que es una especie de
alineación rocosa de varias protuberancias que no me pude resistir a pisar.
Una vez en el poste geodésico nos
tomamos unas frutas, líquido y, por supuesto, nos hinchamos de hacer fotos. Aquí
curiosamente también estaba la misma inscripción en una piedra próxima.
Reanudamos la marcha y
continuamos en la dirección que llevábamos, NE, por la periferia de este
macizo, siempre con el mismo tipo de terreno, de piedra en piedra, aunque llega
un momento en que aparece un sendero, que cada vez se hace más marcado, y por
él nos guiamos, sobre todo, al llegar a las cercanías del Cancho de la Graceja
que dejamos a nuestra izquierda y donde comenzamos una bajada hacia el llano
que teníamos en frente.
Situados en este pequeño llano
observamos una elevación, llamada Cerro del Mojón, a la cual me encaramo con la
rapidez con que un imán atrae al acero.
Desde aquí, las vistas del Paraje
Natural Desfiladero de los Gaitanes es maravillosa y se contempla perfectamente
el pico de la huma. También se observa el pueblo de Ardales y la multitud de
aerogeneradores dispersos por esta zona.
Una vez que bajé del cerro nos
dirigimos hacia una cresta formada por una sucesión de tres picos rocosos
conocida con el nombre de Cancho de En medio. Para ello tuvimos que atravesar
un pinar de pequeño porte, con matorral entre los árboles, que impedía un
cómodo caminar, por lo que lo hicimos
principalmente por su exterior.
De repente, nos topamos con una
valla de alambre de espinos pero, con una disposición entre ellos, que permitía
atravesarla con facilidad. Así lo hicimos entrando en otro pinar de un mayor
porte y completamente limpio de maleza. Se caminaba estupendamente.
Llegamos al lateral opuesto de la
valla y tuvimos la suerte de encontrar una amplia cancela de dos hojas por la
que pasamos, llegando a un carril de tierra en perfecto estado.
A estas alturas del día, Mª José
estaba algo cansada y un poco harta de la ruta por el sube y baja del trayecto
y decidió seguir por el carril, de forma tranquila, mientras esperaba que yo
subiera a lo alto del cancho de En medio. Es que no lo puedo evitar, es como
una droga a la que soy adicto.
Se trataba de un pico cuya
coronación estaba formada por grandes bloques de piedras, algo lisas y
resbaladizas y con cierta inclinación, por lo que era difícil progresar entre
ellas. Siempre había que buscar el mejor paso.
Una vez coronado, emprendí una
rápida bajada
para contactar con Mª José, a la que, al principio, no encontré
pues también estuvo haciendo sus pinitos por otros picos. Una vez reagrupados,
continuamos caminando por el carril que más tarde abandonamos para ir tomando
altura e ir subiendo por la ladera que
teníamos en frente a la izquierda, ya con sentido de vuelta para ir cerrando el
trayecto circular.
Volvemos a encontrar vistas
increíbles y bellas, cortados vertiginosos y nos adentramos durante este tramo
en un bonito ambiente montañero.
De nuevo nos encontramos con otra
elevación a nuestra derecha y, por supuesto, no hay que desaprovechar las
ocasiones, “poyaquestamosaquí” “parriba ¡¡¡”.
Yo por la crestería y Mª José por
debajo, bordeando su base.
Llegamos al punto por donde subimos
al principio del itinerario pero,
esta vez, caminamos un poco más hasta
alcanzar la vaguada que se abre justamente enfrente del cortijo de los
Rompedizos.
Al principio, su bajada era con una pronunciada pendiente y, poco a
poco, se fue suavizando un poco.
A la vez que cogía algún que otro
espárrago, los que las ovejas no se habían comido, nos encontramos con una
calera bien conservada.
Más adelante nos impidieron el paso
un enorme rebaño de ovejas que, por no asustarlas, nos mantuvieron un buen rato
en ese lugar hasta que, poco a poco, fueron pasando, obligándonos a ir por fuera
del sendero para poder continuar con la bajada.
Veíamos el carril ya
próximo a nosotros y en muy poco tiempo
estuvimos sobre él.
Sólo nos quedó caminar por el
carril en busca del vehículo que estaba aparcado más adelante, junto a la
vaguada por dónde comenzamos, por la mañana, esta ruta.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
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