viernes, 10 de enero de 2014

Circular de Subida al pico Capilla y a la Huma desde el Valle de Abdalajís

Ruta realizada el día 9 de Noviembre de 2013.

Fuimos Patxi, Juan José y yo, Antonio.

Nos dirigimos al bello pueblo del Valle de Abdalajís, procedentes de Antequera. Nos introdujimos por sus calles y, en una de las de más arriba, aparcamos en el único hueco existente (no existen muchos aparcamientos que se diga por esas calles) junto a un kiosco de chucherías que aún permanecía cerrado.

Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos nuestra larga y dura, pero ansiada ruta que teníamos proyectada desde hace algunos días.

Como siempre, yo lanzo la posible idea y Juan José nos prepara un magnífico recorrido. Es más, en esta ocasión, ni Patxi  ni Juan José, habían subido a la Capilla, yo sí, y todos conocíamos la Huma, por lo que, realizar el recorrido completo  y subir a la Huma por donde pretendíamos, por la falda contraria a las Escaleretas, era un proyecto que nos atraía a todos.

Iniciamos nuestra ruta, dentro del pueblo, subiendo por la calle Subida al Cristo de la Sierra y pasando por debajo del arco de la Ermita del cristo del mismo nombre.


La calle, en buena pendiente, era suavizada mediante largos escalones. 


La abandonamos en una acusada curva de 180º y, durante un trayecto, caminamos entre árboles de almendros y olivos, dejando a nuestra derecha el cortijo del Higuerón, hasta alcanzar la altura de otro cortijo situado en la parte inferior de una empinada vaguada, casi un amplio barranco.

Según el IGN, a toda esa zona, le da el nombre de El Charcón.

Subíamos por una pendiente pronunciada. Se trataba de un carril en peores condiciones que el que traíamos además de estar totalmente destrozado por el arroyo estacional que debía de bajar por allí, pues le dejó una profunda zanja y se veían muchos bloques de piedras de diferentes tamaños por todas partes. Más bien daba la impresión de un cauce de aguas torrenciales.

Caminábamos flanqueados por una alta y gran muralla pétrea con miles de fisuras y surcos en su paramento.


A cierta altura, la vista hacia atrás, completamente dirigida y enfilada por la orografía del terreno, nos conducía directamente, a lo lejos y abajo, al pueblo del que partimos.


De repente el trazado cambió bruscamente de dirección y el camino se tornó de nuevo en buen estado, ya que se desvió de la vaguada y de las posibles correntías de aguas. La verdad es que si no nos hubiésemos desviado para continuar por el carril y hubiésemos seguido vaguada arriba, sin sendero definido pero claro de caminar, hubiésemos llegado al mismo lugar que por el carril.

Más arriba, observamos la inmensa boina de nubes que aún mantenía toda la cordal del Camorro Alto y, mirando hacia nuestro primer objetivo, también la del Capilla.



Alcanzado un primer punto alto en esta subida por el carril, gozamos de unas espléndidas vistas desde un auténtico mirador natural, con piedras en forma de pretil, que eran unos estratos rocosos casi verticales.


A la altura aproximada donde podríamos haber hecho contacto si hubiéramos seguido por el interior del barranco sin desviarnos, tuvimos la vista del imponente Capilla.


Nos encontramos con los restos derruidos de un antiguo cortijo, con las vistas del Camorro Alto y el propio Torcal, al fondo.


A partir de aquí, Juan José, nos tenía preparados un trazado para observar y escudriñar todos los rincones de un bonito, coqueto y pequeño torcal situado en la base del pico Capilla. Por supuesto encontramos fósiles de amonites y gozamos, como niños con un juguete nuevo, pateando todas las piedras de este maravilloso lugar.





Tornillos, mesas, piedras en equilibrios inexplicables, ect…














Nos costó trabajo irnos de aquí, lo estábamos pasando “pipa”, pero la ruta propuesta era muy larga y exigente, así que no tuvimos más remedio que proseguir.

Alcanzamos un poste de madera que indicaba varias direcciones, entre ellas la de subida al pico.


Por un sendero no muy marcado pero de difícil pérdida, fuimos tomando altura rápidamente siguiendo también algunos hitos de piedra. El pequeño torcalito se nos quedó abajo a vista de pájaro.


También se contemplaba otra posible entrada, por otra vaguada diferente a la que tomamos, para poder ascender a esta elevación flanqueada de nuevo por otras imponentes paredes.


Sin descanso, subiendo a buen ritmo por la ladera caliza, nos plantamos en su cumbre.



Fotos con todo tipo de fondos: con la Huma, con el embalse del Guadalhorce, con los Montes de Málaga... Vistas amplias a 360º. Mirador de primer orden!!!






En este momento engendré mi siguiente ruta por la zona. No sé para cuando la podré realizar pero pasará, sin dudarlo, a mis archivos pendientes. Caminar toda la cordal completa del Capilla y subir al Salto de la Zorra creando una amplia circular.

Las vistas del resto de la crestería con la Huma de fondo, me sirvieron de inspiración.

Pues nada, una vez repuesta la gran sudada mediante la ingestión de líquidos y alguna cosilla de picar, nos lanzamos hacia abajo dirección al siguiente pico.


Bajamos campo a través, buscando los mejores pasos con intuición montañera y aprovechando senderos de cabras y, bajando fuertes pendientes con tierra y piedras sueltas, llegamos cerca del torcalito anterior.

Pasamos por grandes planchas que hacían de verdaderas plataformas curiosas de ver.





Luego tuvimos que pasar por un mar de aulagas pinchosas que fuimos sorteando lo mejor que pudimos pero que nos calentaron bien las piernas, sobre todo la parte inferior, la espinilla.

Ni que decir tiene, y sobre todo en la bajada de la Huma, que este recorrido es para gente acostumbrada y experta en este tipo de terrenos y sus características. Muchísima precaución si no se tiene experiencia, pues sería delicado.

Poco a poco, y ya sobre un campo de cultivo abandonado, llegamos al cortijo de la Rejenada y, junto a él, a la fuente de la Viuda, curiosa fuente con una sucesión de piletas y, como colofón final, una alberca a modo de gran pileta con escalones en su interior para poderse bañar.




Cierto es que apetecía quedarse en su borde un rato, junto a sus cristalinas aguas, con el solecito calentando de forma suave, pero nuestra parada fue sólo de inspección para continuar enseguida con nuestra marcha.

Cruzamos el carril, por el que posteriormente regresaríamos, además de la Vereda del Tajo de las Pedreras.


Fuimos bordeando el primer cerro rocoso que se encontraba entre la Huma y el Capilla, dejándolo a nuestra derecha, y comenzamos a subir de forma moderada por la vaguada formada entre dicho cerro y la propia Huma.


Se trataba de un sendero difuso que unas veces se veía claro y otras se perdía en otros tramos pero, en general, nos orientó en esta subida inicial que nos llevó a la mismísima base de la ladera de la Huma. Bordeamos campos de cultivos, y nos acercamos a una zona plagada de pinos situados tras una valla metálica.

Prácticamente topamos con ella y nos hizo cambiar nuestra dirección 90º dejándola, durante un trayecto, en paralelo a nuestra subida y a nuestra derecha. Aquí comenzó la fuerte subida a nuestro segundo objetivo del día.


Subíamos por una fuerte pendiente y por zonas de canchales, lo que hacía algo más dura la progresión pero, a la vez, tomábamos altura más rápidamente.


Alcanzada su cordal, con un vistazo hacia atrás, se veía de donde procedíamos perfectamente, el macizo del Capilla, ¡Espectacular¡


Sólo quedaba, en muy suave ascenso, caminar hasta su poste geodésico por un terreno salpicado de rocas calizas mezcladas con tierra roja.



Las vistas, sobre todo al Norte, eran grandiosas e impresionantes. Otro mirador natural de primer orden!! Lo peor fue el fuerte viento reinante que no nos dio tregua en ningún momento.

Comimos refugiados, algo más abajo, para evitar en todo lo posible el azote del vendaval.





Igual que en el Capilla, fotos con todo tipo de fondos. La verdad es que esta zona es preciosa y estas elevaciones son muy aptas para disfrutarlas. No me canso de venir aquí ya que tienes asegurado un magnífico entorno y amplias vistas. Eso sí, si tienes un día despejado, claro está, no como le tocó a Monchu Rodríguez, del blog Monchu x Montaña, (el cual, entre otros, suelo seguir habitualmente) que, siendo su entorno natural las montañas asturianas, para una vez que patea por el Sur y sube a la Huma, le pilla un día nublado que no ve más de 10m por delante suya. Lástima, ya que las vistas desde aquí son verdaderamente atractivas.

Espero que para otra ocasión tenga más suerte.



Tras la parada de avituallamiento y reportaje fotográfico, iniciamos el descenso. Al principio por ese plano inclinado inicial para, posteriormente en acentuadísima y larguísima pendiente, bajar hacia la zona de las Pedreras, campos de cultivo y de árboles como almendros y olivos. También había un pinar en su parte alta.

Tener en cuenta que esta bajada la realizamos campo a través con pendiente pronunciadas en algunos tramos. Salvaje. Con terreno resbaladizo a costa de las piedrecitas sueltas del terreno. Podríamos haber hecho el descenso más clásico pero nos apeteció algo más de aventura. Insisto, bajada no apta para cualquier persona.







Una vez abajo, atravesamos el carril que une varios cortijos con el de las Pedreras, un campo de almendros y nos dirigimos hacia un evidente collado limitado por su derecha por un atractivo pico que, desde nuestra posición, daba la impresión de difícil ascenso.




En el mismo collado existía un vallado que dividía las dos vertientes, pero tenía un vano libre por donde nos permitía el paso.

Caminamos por un marcado sendero con una pronunciada pendiente lateral que nos llevó, en poco tiempo, al principio de las Escaleretas, lugar privilegiado para los escaladores. Durante un buen rato estuvimos contemplando sus habilidades en las grandes paredes.





Por cierto, la mayoría de los/as escaladores/as eran extranjeros.

Tras la atracción encontrada, nos dispusimos a bajar las Escaleretas que, aunque tienen el adjetivo de árabes, se tratan de escaleras realizadas alrededor del 1940. Es un bonito entorno muy llamativo y curioso.



Íbamos bajando siempre con una alta muralla casi lisa, pétrea, a nuestra izquierda. Mientras descendíamos todos sus escalones también nos flanqueaban, principalmente por la zona baja, multitud de plantas de palmitos con sus amplias hojas que, en ocasiones, ocultaban el paso a seguir.

Al final conectamos con el camino de las Pedreras que, al principio en ascenso y luego en descenso, nos fue acercando lentamente al pueblo del Valle de Abdalajís.



Caminamos un tramo por la base más oriental del macizo de la Huma y luego pasamos por diferentes fincas, cerca del cortijo de Castillo y de la casa del Tajo, para terminar por la base del Tajo del Cuervo.





Llegamos a una agrupación de casas, llamada la Fresnada, donde perdimos un poco la orientación. Dudamos durante un tiempo por donde continuar- La noche se había echado completamente y no se veía claramente la continuación hasta que, indagando, observamos el carril a seguir que nos llevó directamente a la parte alta del pueblo.



Ya sólo nos quedó dar con el coche. Cambio de calzado y algo de ropa y, de un tirón, para Tomares a reponer sales minerales perdidas.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:

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