Ruta realizada el día 9 de
Noviembre de 2013.
Fuimos Patxi, Juan José y yo,
Antonio.
Nos dirigimos al bello pueblo del
Valle de Abdalajís, procedentes de Antequera. Nos introdujimos por sus calles y,
en una de las de más arriba, aparcamos en el único hueco existente (no existen
muchos aparcamientos que se diga por esas calles) junto a un kiosco de
chucherías que aún permanecía cerrado.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos nuestra larga y dura, pero ansiada ruta que
teníamos proyectada desde hace algunos días.
Como siempre, yo lanzo la posible
idea y Juan José nos prepara un magnífico recorrido. Es más, en esta ocasión,
ni Patxi ni Juan José, habían subido a
la Capilla, yo sí, y todos conocíamos la Huma, por lo que, realizar el
recorrido completo y subir a la Huma por
donde pretendíamos, por la falda contraria a las Escaleretas, era un proyecto
que nos atraía a todos.
Iniciamos nuestra ruta, dentro
del pueblo, subiendo por la calle Subida al Cristo de la Sierra y pasando por
debajo del arco de la Ermita del cristo del mismo nombre.
La calle, en buena pendiente, era
suavizada mediante largos escalones.
La abandonamos en una acusada curva de
180º y, durante un trayecto, caminamos entre árboles de almendros y olivos,
dejando a nuestra derecha el cortijo del Higuerón, hasta alcanzar la altura de otro
cortijo situado en la parte inferior de una empinada vaguada, casi un amplio
barranco.
Según el IGN, a toda esa zona, le
da el nombre de El Charcón.
Subíamos por una pendiente
pronunciada. Se trataba de un carril en peores condiciones que el que traíamos
además de estar totalmente destrozado por el arroyo estacional que debía de
bajar por allí, pues le dejó una profunda zanja y se veían muchos bloques de
piedras de diferentes tamaños por todas partes. Más bien daba la impresión de
un cauce de aguas torrenciales.
Caminábamos flanqueados por una
alta y gran muralla pétrea con miles de fisuras y surcos en su paramento.
A cierta altura, la vista hacia
atrás, completamente dirigida y enfilada por la orografía del terreno, nos
conducía directamente, a lo lejos y abajo, al pueblo del que partimos.
De repente el trazado cambió
bruscamente de dirección y el camino se tornó de nuevo en buen estado, ya que
se desvió de la vaguada y de las posibles correntías de aguas. La verdad es que
si no nos hubiésemos desviado para continuar por el carril y hubiésemos seguido
vaguada arriba, sin sendero definido pero claro de caminar, hubiésemos llegado
al mismo lugar que por el carril.
Más arriba, observamos la inmensa
boina de nubes que aún mantenía toda la cordal del Camorro Alto y, mirando
hacia nuestro primer objetivo, también la del Capilla.
Alcanzado un primer punto alto en
esta subida por el carril, gozamos de unas espléndidas vistas desde un
auténtico mirador natural, con piedras en forma de pretil, que eran unos
estratos rocosos casi verticales.
A la altura aproximada donde
podríamos haber hecho contacto si hubiéramos seguido por el interior del
barranco sin desviarnos, tuvimos la vista del imponente Capilla.
Nos encontramos con los restos
derruidos de un antiguo cortijo, con las vistas del Camorro Alto y el propio
Torcal, al fondo.
A partir de aquí, Juan José, nos
tenía preparados un trazado para observar y escudriñar todos los rincones de un
bonito, coqueto y pequeño torcal situado en la base del pico Capilla. Por
supuesto encontramos fósiles de amonites y gozamos, como niños con un juguete
nuevo, pateando todas las piedras de este maravilloso lugar.
Tornillos, mesas, piedras en
equilibrios inexplicables, ect…
Nos costó trabajo irnos de aquí,
lo estábamos pasando “pipa”, pero la ruta propuesta era muy larga y exigente,
así que no tuvimos más remedio que proseguir.
Alcanzamos un poste de madera que
indicaba varias direcciones, entre ellas la de subida al pico.
Por un sendero no muy marcado
pero de difícil pérdida, fuimos tomando altura rápidamente siguiendo también
algunos hitos de piedra. El pequeño torcalito se nos quedó abajo a vista de
pájaro.
También se contemplaba otra
posible entrada, por otra vaguada diferente a la que tomamos, para poder
ascender a esta elevación flanqueada de nuevo por otras imponentes paredes.
Sin descanso, subiendo a buen
ritmo por la ladera caliza, nos plantamos en su cumbre.
Fotos con todo tipo de fondos:
con la Huma, con el embalse del Guadalhorce, con los Montes de Málaga... Vistas
amplias a 360º. Mirador de primer orden!!!
En este momento engendré mi
siguiente ruta por la zona. No sé para cuando la podré realizar pero pasará,
sin dudarlo, a mis archivos pendientes. Caminar toda la cordal completa del
Capilla y subir al Salto de la Zorra creando una amplia circular.
Las vistas del resto de la
crestería con la Huma de fondo, me sirvieron de inspiración.
Pues nada, una vez repuesta la
gran sudada mediante la ingestión de líquidos y alguna cosilla de picar, nos
lanzamos hacia abajo dirección al siguiente pico.
Bajamos campo a través, buscando
los mejores pasos con intuición montañera y aprovechando senderos de cabras y,
bajando fuertes pendientes con tierra y piedras sueltas, llegamos cerca del
torcalito anterior.
Pasamos por grandes planchas que
hacían de verdaderas plataformas curiosas de ver.
Luego tuvimos que pasar por un
mar de aulagas pinchosas que fuimos sorteando lo mejor que pudimos pero que nos
calentaron bien las piernas, sobre todo la parte inferior, la espinilla.
Ni que decir tiene, y sobre todo
en la bajada de la Huma, que este recorrido es para gente acostumbrada y
experta en este tipo de terrenos y sus características. Muchísima precaución si
no se tiene experiencia, pues sería delicado.
Poco a poco, y ya sobre un campo
de cultivo abandonado, llegamos al cortijo de la Rejenada y, junto a él, a la
fuente de la Viuda, curiosa fuente con una sucesión de piletas y, como colofón
final, una alberca a modo de gran pileta con escalones en su interior para
poderse bañar.
Cierto es que apetecía quedarse
en su borde un rato, junto a sus cristalinas aguas, con el solecito calentando
de forma suave, pero nuestra parada fue sólo de inspección para continuar
enseguida con nuestra marcha.
Cruzamos el carril, por el que
posteriormente regresaríamos, además de la Vereda del Tajo de las Pedreras.
Fuimos bordeando el primer cerro
rocoso que se encontraba entre la Huma y el Capilla, dejándolo a nuestra
derecha, y comenzamos a subir de forma moderada por la vaguada formada entre
dicho cerro y la propia Huma.
Se trataba de un sendero difuso
que unas veces se veía claro y otras se perdía en otros tramos pero, en general,
nos orientó en esta subida inicial que nos llevó a la mismísima base de la
ladera de la Huma. Bordeamos campos de cultivos, y nos acercamos a una zona
plagada de pinos situados tras una valla metálica.
Prácticamente topamos con ella y
nos hizo cambiar nuestra dirección 90º dejándola, durante un trayecto, en
paralelo a nuestra subida y a nuestra derecha. Aquí comenzó la fuerte subida a
nuestro segundo objetivo del día.
Subíamos por una fuerte pendiente
y por zonas de canchales, lo que hacía algo más dura la progresión pero, a la
vez, tomábamos altura más rápidamente.
Alcanzada su cordal, con un vistazo
hacia atrás, se veía de donde procedíamos perfectamente, el macizo del Capilla,
¡Espectacular¡
Sólo quedaba, en muy suave
ascenso, caminar hasta su poste geodésico por un terreno salpicado de rocas
calizas mezcladas con tierra roja.
Las vistas, sobre todo al Norte,
eran grandiosas e impresionantes. Otro mirador natural de primer orden!! Lo
peor fue el fuerte viento reinante que no nos dio tregua en ningún momento.
Comimos refugiados, algo más
abajo, para evitar en todo lo posible el azote del vendaval.
Igual que en el Capilla, fotos
con todo tipo de fondos. La verdad es que esta zona es preciosa y estas
elevaciones son muy aptas para disfrutarlas. No me canso de venir aquí ya que
tienes asegurado un magnífico entorno y amplias vistas. Eso sí, si tienes un
día despejado, claro está, no como le tocó a Monchu Rodríguez, del blog Monchu
x Montaña, (el cual, entre otros, suelo seguir habitualmente) que, siendo su
entorno natural las montañas asturianas, para una vez que patea por el Sur y
sube a la Huma, le pilla un día nublado que no ve más de 10m por delante suya.
Lástima, ya que las vistas desde aquí son verdaderamente atractivas.
Espero que para otra ocasión
tenga más suerte.
Tras la parada de avituallamiento
y reportaje fotográfico, iniciamos el descenso. Al principio por ese plano
inclinado inicial para, posteriormente en acentuadísima y larguísima pendiente,
bajar hacia la zona de las Pedreras, campos de cultivo y de árboles como
almendros y olivos. También había un pinar en su parte alta.
Tener en cuenta que esta bajada
la realizamos campo a través con pendiente pronunciadas en algunos tramos. Salvaje. Con
terreno resbaladizo a costa de las piedrecitas sueltas del terreno. Podríamos
haber hecho el descenso más clásico pero nos apeteció algo más de aventura.
Insisto, bajada no apta para cualquier persona.
Una vez abajo, atravesamos el
carril que une varios cortijos con el de las Pedreras, un campo de almendros y
nos dirigimos hacia un evidente collado limitado por su derecha por un
atractivo pico que, desde nuestra posición, daba la impresión de difícil
ascenso.
En el mismo collado existía un
vallado que dividía las dos vertientes, pero tenía un vano libre por donde nos
permitía el paso.
Caminamos por un marcado sendero
con una pronunciada pendiente lateral que nos llevó, en poco tiempo, al
principio de las Escaleretas, lugar privilegiado para los escaladores. Durante
un buen rato estuvimos contemplando sus habilidades en las grandes paredes.
Por cierto, la mayoría de los/as
escaladores/as eran extranjeros.
Tras la atracción encontrada, nos
dispusimos a bajar las Escaleretas que, aunque tienen el adjetivo de árabes, se
tratan de escaleras realizadas alrededor del 1940. Es un bonito entorno muy
llamativo y curioso.
Íbamos bajando siempre con una
alta muralla casi lisa, pétrea, a nuestra izquierda. Mientras descendíamos
todos sus escalones también nos flanqueaban, principalmente por la zona baja,
multitud de plantas de palmitos con sus amplias hojas que, en ocasiones,
ocultaban el paso a seguir.
Al final conectamos con el camino
de las Pedreras que, al principio en ascenso y luego en descenso, nos fue
acercando lentamente al pueblo del Valle de Abdalajís.
Caminamos un tramo por la base
más oriental del macizo de la Huma y luego pasamos por diferentes fincas, cerca
del cortijo de Castillo y de la casa del Tajo, para terminar por la base del
Tajo del Cuervo.
Llegamos a una agrupación de
casas, llamada la Fresnada, donde perdimos un poco la orientación. Dudamos
durante un tiempo por donde continuar- La noche se había echado completamente y
no se veía claramente la continuación hasta que, indagando, observamos el
carril a seguir que nos llevó directamente a la parte alta del pueblo.
Ya sólo nos quedó dar con el
coche. Cambio de calzado y algo de ropa y, de un tirón, para Tomares a reponer
sales minerales perdidas.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:
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