ATENCIÓN: El paso por el cortijo de Albarrán al Puerto del Boyar está actualmente cortado
Fuimos Mª José y yo, Antonio.
Procedentes de Sevilla llegamos a El Bosque, luego a Benamahoma y, con dirección a Grazalema, dejamos el vehículo en el Puerto del Boyar.
Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos nuestro itinerario que comenzó, con un día frío y gris, cuando las nubes aún se encontraban bajas.
Comenzamos subiendo por un marcado sendero hacia el Puerto de las Presillas, dirección casa del Dornajo.
A media subida nos encontramos con un poste indicativo sobre el nacimiento del Guadalete más un tablero informativo relacionado con el ciclo del agua.
Nos dirigimos hacia el nacimiento, que era una fuente con varias piletas. Tras verlo y fotografiar la zona, recortamos terreno para conectar con el mismo sendero de subida que llevábamos.
Casi al final de la subida había una calera restaurada y custodiada por un vallado de madera. Ya desde esta altura, las vistas comenzaban a ser amplias y bellas.
Toda la cordal de la sierra del Pinar, al Norte, y toda la plataforma del Simancón, al Sureste, con el Navazuelo y el pico del Pescador o Tajo Ladeado, en primer término.
Caminábamos en esos momentos por un terreno relativamente llano, cercano al Puerto de las Presillas, donde también nos encontramos con otro cartel informativo, esta vez, sobre las plantas rupícolas de la zona.
Algo más adelante nos encontramos con otro poste donde la dirección que pretendíamos tomar no aparecía.
Nuestra dirección, de momento, se dirigía hacia la casa del Dornajo. Atravesamos una portilla o angarilla, como se conoce por la zona, y rápidamente nos desviamos del sendero, tirando más a nuestra derecha y dejándolo cada vez más alejado a nuestra izquierda.
Una vez en el Puerto de los Naranjos, caminamos por una marcada vaguada entre encinas repletas de musgo y por un firme uniforme formado por un mar de hierbas y algunas que otras plantas que no impedían el cómodo caminar.
Se trataba de un agradable paseo, en continuo y suave descenso, con una barrera rocosa a nuestra derecha, que nos acompañó todo ese trayecto, donde los buitres nos miraban curiosos desde sus puntos más elevados.
Llegamos a una zona más llana, donde la pared rocosa menguaba en altitud y realizamos un brusco giro de 90º para tomar la vaguada que formaban el macizo del Jauletas y el del Coargazal.
Por esta parte, tanto las rocas como los árboles estaban aún más cargados de musgos, dando unas tonalidades verdes intensas sobre el gris apagado de la caliza, ofreciendo bonitos contrastes.
Buscamos y encontramos una pileta, labrada en la propia roca, donde en otra ocasión rescatamos a una salamandra de morir ahogada y congelada.
Continuamos por un bosque de pinos de repoblación que, la verdad, no entiendo que hace allí. No pega ni con cola!!!
Seguíamos un sendero marcado que además estaba completado con hitos de piedras, lo que hacía fácil seguirlo.
Sobre las peñas del Jauletas, otro grupo de buitres nos observaban.
Para coronar el Jauletas hay que estar atentos a tomar el sendero que antiguamente se conocía por la senda de los carboneros, que tiraba hacia nuestra izquierda, dirección a la cordal del Jauletas, ya que el que llevábamos, seguía de frente, hacia el collado que unía el macizo del Coargazal con el Jauletas.
Teniendo esta precaución era fácil de seguir porque también estaba hitado abundantemente. Cuando alcanzamos la altura de su cordal, lo dejamos y, ya con intuición montañera, fuimos subiendo por su cresta, toda ella de pura caliza, y lo que representa, saltos de piedra a piedra, fisuras, cuchillares y verticales, donde el vértigo no es un aliado.
Es un tramo corto pero muy divertido (claro está, para la persona acostumbrada a este tipo de terrenos). En poco tiempo estuvimos en su cumbre, de 1.295 m de altitud, gozando de sus espléndidas vistas.
Picamos algo e intentamos adivinar la mayoría de las elevaciones que desde aquí divisábamos, que eran muchas (mira que llevo subido un montonazo de picos, pero el tema de orientarme e identificar cumbres, no es lo mío)
La bajada la realizamos por el mismo camino que la subida, hasta alcanzar el collado anterior, desde el que hicimos la ascensión al Coargazal, por su misma ladera y campo a través, buscando los mejores pasos y entre rocas y planchas de caliza.
Una vez en la cordal, sólo nos quedó ir por la misma cresta rocosa hasta alcanzar su cumbre, de 1.305 m de altitud, que igual que la anterior, estaba marcada con un cúmulo de piedras en forma de poste geodésico.
Las vistas inmejorables. Se divisaban elevaciones como la sierra de la Silla y el Salto del Cabrero que, desde aquí, ofrecía unas formas muy llamativas. También se observaba perfectamente el embalse de los Hurones, entre otras cosas.
Le fuimos quitando progresivamente a los buitres sus puestos de oteo y continuamos por la cordal buscando, en esta ocasión, el túnel del Horgazal. No sabía exactamente donde se localizaba pero si, aproximadamente, dónde lo podría encontrar y, en poco tiempo, dimos con él.
La verdad es que se trata de un túnel propiamente dicho, curioso por su ubicación. Me recuerda algo a la Cueva de Dos Puertas, arriba de Grazalema.
Tras inspeccionarlo por todos sus rincones, subimos de nuevo a la cordal y la pateamos íntegramente.
En lugar de bajar de nuevo y tomar el sendero cómodo y clásico que pasa los llanos del Charaván, decidimos bajar por la ladera contraria, en acusada pendiente y por unas losas calizas que daban mucho respeto. Con mucha precaución, y lentamente, fuimos salvando todos los escollos que se nos fueron presentando hasta que alcanzamos sus base.
Una vez allí, conectamos con un marcado sendero que llevaba la dirección idónea para conectar con el sendero que procedía del Salto del Cabrero pero, mientras estuve bajando la ladera del Coargazal, me estuve fijando en una cueva en lo alto de una elevación rocosa así que, cuando tocamos “tierra”, me dirigí directamente hacia ella para visitarla y, de camino, subí a lo alto de esa elevación de 1.138 m de altitud.
Tuvimos que abrir una portilla para continuar descendiendo por el sendero pero, OJO ¡! No sé en qué momento, el sendero tomó otra dirección hacia nuestra derecha o, al menos, yo no vi su continuación con la dirección alineada con la que llevábamos. El caso fue que, siguiendo ese trazado, el sendero se cortó justo delante de un infranqueable cortado, lo que me hizo retroceder por mis pasos y tomar otra alternativa.
Gracias a que suelo llevar cargados varios track en el GPS de la zona por la que pienso patear, tomé uno que me servía, o al menos así lo pensé en ese momento, para conectar con el ansiado sendero del Salto del Cabrero.
Tras bajar campo a través entre rocas y vegetación bastante incómoda y difícil y algo laberíntica, de momento, vimos la luz y observamos desde cierta altura el sendero deseado, ¡Viva!! lo vamos a conseguir! Pero, de repente la pared se torna bastante vertical así que, con sumo cuidado, voy destrepando para ver su dificultad y, poco a poco, vamos bajando por un lugar algo delicado.
Para fastidiar el destrepe, nos encontramos un vallado robusto y ubicado de tal forma que era muy difícil de superar ya que no teníamos apoyos claros para pasarlo, pero pudimos soltar dos alambres que la amarraban por debajo y la pasamos con la espalda sobre la roca y por debajo del vallado. Luego repusimos los alambres inferiores y conectamos con el sendero.
Tengo que buscar un paso que conecte ambos sendero de forma clara y correcta. La forma en que lo tuvimos que realizar PARA NADA, ES LA IDÓNEA.
El sendero nos llevó al cortijo de Albarrán pasando una cancelita, que interrumpe la finca en dos partes, para salir por otra y dejarnos sobre el camino de tierra de nombre Camino de San Fernando.
Se nos fue yendo la luz, pero ya no había pérdida. Prácticamente en ascenso, todo el tiempo, pasamos una enorme cancela que cerraba el camino y, pronto, llegamos al coche donde nos cambiamos de calzado y ropa y, rápidamente, tiramos hacia Montellano, a nuestro bar favorito.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6035231
Fuimos Mª José y yo, Antonio.
Procedentes de Sevilla llegamos a El Bosque, luego a Benamahoma y, con dirección a Grazalema, dejamos el vehículo en el Puerto del Boyar.
Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos nuestro itinerario que comenzó, con un día frío y gris, cuando las nubes aún se encontraban bajas.
Comenzamos subiendo por un marcado sendero hacia el Puerto de las Presillas, dirección casa del Dornajo.
A media subida nos encontramos con un poste indicativo sobre el nacimiento del Guadalete más un tablero informativo relacionado con el ciclo del agua.
Nos dirigimos hacia el nacimiento, que era una fuente con varias piletas. Tras verlo y fotografiar la zona, recortamos terreno para conectar con el mismo sendero de subida que llevábamos.
Casi al final de la subida había una calera restaurada y custodiada por un vallado de madera. Ya desde esta altura, las vistas comenzaban a ser amplias y bellas.
Toda la cordal de la sierra del Pinar, al Norte, y toda la plataforma del Simancón, al Sureste, con el Navazuelo y el pico del Pescador o Tajo Ladeado, en primer término.
Caminábamos en esos momentos por un terreno relativamente llano, cercano al Puerto de las Presillas, donde también nos encontramos con otro cartel informativo, esta vez, sobre las plantas rupícolas de la zona.
Algo más adelante nos encontramos con otro poste donde la dirección que pretendíamos tomar no aparecía.
Nuestra dirección, de momento, se dirigía hacia la casa del Dornajo. Atravesamos una portilla o angarilla, como se conoce por la zona, y rápidamente nos desviamos del sendero, tirando más a nuestra derecha y dejándolo cada vez más alejado a nuestra izquierda.
Una vez en el Puerto de los Naranjos, caminamos por una marcada vaguada entre encinas repletas de musgo y por un firme uniforme formado por un mar de hierbas y algunas que otras plantas que no impedían el cómodo caminar.
Se trataba de un agradable paseo, en continuo y suave descenso, con una barrera rocosa a nuestra derecha, que nos acompañó todo ese trayecto, donde los buitres nos miraban curiosos desde sus puntos más elevados.
Llegamos a una zona más llana, donde la pared rocosa menguaba en altitud y realizamos un brusco giro de 90º para tomar la vaguada que formaban el macizo del Jauletas y el del Coargazal.
Por esta parte, tanto las rocas como los árboles estaban aún más cargados de musgos, dando unas tonalidades verdes intensas sobre el gris apagado de la caliza, ofreciendo bonitos contrastes.
Buscamos y encontramos una pileta, labrada en la propia roca, donde en otra ocasión rescatamos a una salamandra de morir ahogada y congelada.
Continuamos por un bosque de pinos de repoblación que, la verdad, no entiendo que hace allí. No pega ni con cola!!!
Seguíamos un sendero marcado que además estaba completado con hitos de piedras, lo que hacía fácil seguirlo.
Sobre las peñas del Jauletas, otro grupo de buitres nos observaban.
Para coronar el Jauletas hay que estar atentos a tomar el sendero que antiguamente se conocía por la senda de los carboneros, que tiraba hacia nuestra izquierda, dirección a la cordal del Jauletas, ya que el que llevábamos, seguía de frente, hacia el collado que unía el macizo del Coargazal con el Jauletas.
Teniendo esta precaución era fácil de seguir porque también estaba hitado abundantemente. Cuando alcanzamos la altura de su cordal, lo dejamos y, ya con intuición montañera, fuimos subiendo por su cresta, toda ella de pura caliza, y lo que representa, saltos de piedra a piedra, fisuras, cuchillares y verticales, donde el vértigo no es un aliado.
Es un tramo corto pero muy divertido (claro está, para la persona acostumbrada a este tipo de terrenos). En poco tiempo estuvimos en su cumbre, de 1.295 m de altitud, gozando de sus espléndidas vistas.
Picamos algo e intentamos adivinar la mayoría de las elevaciones que desde aquí divisábamos, que eran muchas (mira que llevo subido un montonazo de picos, pero el tema de orientarme e identificar cumbres, no es lo mío)
La bajada la realizamos por el mismo camino que la subida, hasta alcanzar el collado anterior, desde el que hicimos la ascensión al Coargazal, por su misma ladera y campo a través, buscando los mejores pasos y entre rocas y planchas de caliza.
Una vez en la cordal, sólo nos quedó ir por la misma cresta rocosa hasta alcanzar su cumbre, de 1.305 m de altitud, que igual que la anterior, estaba marcada con un cúmulo de piedras en forma de poste geodésico.
Las vistas inmejorables. Se divisaban elevaciones como la sierra de la Silla y el Salto del Cabrero que, desde aquí, ofrecía unas formas muy llamativas. También se observaba perfectamente el embalse de los Hurones, entre otras cosas.
Le fuimos quitando progresivamente a los buitres sus puestos de oteo y continuamos por la cordal buscando, en esta ocasión, el túnel del Horgazal. No sabía exactamente donde se localizaba pero si, aproximadamente, dónde lo podría encontrar y, en poco tiempo, dimos con él.
La verdad es que se trata de un túnel propiamente dicho, curioso por su ubicación. Me recuerda algo a la Cueva de Dos Puertas, arriba de Grazalema.
Tras inspeccionarlo por todos sus rincones, subimos de nuevo a la cordal y la pateamos íntegramente.
En lugar de bajar de nuevo y tomar el sendero cómodo y clásico que pasa los llanos del Charaván, decidimos bajar por la ladera contraria, en acusada pendiente y por unas losas calizas que daban mucho respeto. Con mucha precaución, y lentamente, fuimos salvando todos los escollos que se nos fueron presentando hasta que alcanzamos sus base.
Una vez allí, conectamos con un marcado sendero que llevaba la dirección idónea para conectar con el sendero que procedía del Salto del Cabrero pero, mientras estuve bajando la ladera del Coargazal, me estuve fijando en una cueva en lo alto de una elevación rocosa así que, cuando tocamos “tierra”, me dirigí directamente hacia ella para visitarla y, de camino, subí a lo alto de esa elevación de 1.138 m de altitud.
Tuvimos que abrir una portilla para continuar descendiendo por el sendero pero, OJO ¡! No sé en qué momento, el sendero tomó otra dirección hacia nuestra derecha o, al menos, yo no vi su continuación con la dirección alineada con la que llevábamos. El caso fue que, siguiendo ese trazado, el sendero se cortó justo delante de un infranqueable cortado, lo que me hizo retroceder por mis pasos y tomar otra alternativa.
Gracias a que suelo llevar cargados varios track en el GPS de la zona por la que pienso patear, tomé uno que me servía, o al menos así lo pensé en ese momento, para conectar con el ansiado sendero del Salto del Cabrero.
Tras bajar campo a través entre rocas y vegetación bastante incómoda y difícil y algo laberíntica, de momento, vimos la luz y observamos desde cierta altura el sendero deseado, ¡Viva!! lo vamos a conseguir! Pero, de repente la pared se torna bastante vertical así que, con sumo cuidado, voy destrepando para ver su dificultad y, poco a poco, vamos bajando por un lugar algo delicado.
Para fastidiar el destrepe, nos encontramos un vallado robusto y ubicado de tal forma que era muy difícil de superar ya que no teníamos apoyos claros para pasarlo, pero pudimos soltar dos alambres que la amarraban por debajo y la pasamos con la espalda sobre la roca y por debajo del vallado. Luego repusimos los alambres inferiores y conectamos con el sendero.
Tengo que buscar un paso que conecte ambos sendero de forma clara y correcta. La forma en que lo tuvimos que realizar PARA NADA, ES LA IDÓNEA.
El sendero nos llevó al cortijo de Albarrán pasando una cancelita, que interrumpe la finca en dos partes, para salir por otra y dejarnos sobre el camino de tierra de nombre Camino de San Fernando.
Se nos fue yendo la luz, pero ya no había pérdida. Prácticamente en ascenso, todo el tiempo, pasamos una enorme cancela que cerraba el camino y, pronto, llegamos al coche donde nos cambiamos de calzado y ropa y, rápidamente, tiramos hacia Montellano, a nuestro bar favorito.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=6035231
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Hola, dime tu comentario o mensaje e intentaré responderte lo antes posible, gracias