Ruta realizada el domingo 5 de
Mayo 2013.
Fuimos Patxi, Juan José y yo,
Antonio, el que les escribe.
Procedentes de Sevilla por la
A-92, desviándonos por la A-45 dirección Málaga y, posteriormente hacia
Villanueva del Cauche y El Colmenar por la C-340, dejamos nuestro vehículo en
el arcén de la carretera en un ensanche, próximos al Km 547 y paralelos a la
ladera, donde comenzaremos la caminata sobre la peña, desde donde divisábamos
varias oquedades en su pared.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos nuestro periplo senderista.
La vegetación estaba exuberante,
altísima y muy florecida, incluido multitud de cardos junto a los que había que
pasar sorteándolos.
Desde la misma carretera
iniciamos nuestro trazado y, rápidamente, conectamos con un sendero que, entre
la vegetación, se iba abriendo camino de forma zigzagueante y en continuo
ascenso. Rápidamente llegamos a una cueva o, más bien, un amplio cobijo que
estuvimos explorando.
Ganábamos altura rápidamente y la
pendiente era acusada, pero íbamos más preocupados por los tajos que había por
allí, según la información que indicaban los diversos blogs que habíamos consultados, que de otra cosa.
Tan atentos íbamos, que no nos dimos cuenta,
prácticamente, del esfuerzo realizado y, en un plis plas, nos encontramos con
la cruz metálica no sin, por supuesto antes, gozar de las magníficas vistas que
se iban dando a la vez que subíamos.
En la cruz, nos encontramos por
primera vez sobre la cuerda de la Peña que, ya no íbamos a abandonar en ningún
momento.
Las vistas, a pesar de no estar a
una gran altura, eran increíbles. Se veía en primer lugar la sierra de las
Cabras y, más al fondo, el Torcal con el Camorro Alto como máxima elevación.
Aquí decidimos tomarnos un
aperitivo, pues el lugar lo requería. Toda la cordal a nuestra espalda por
donde tendríamos que pasar y el final de la misma que terminaba cayendo casi
vertical próxima a donde estábamos sentados. Un auténtico lujo que sólo costaba
el esfuerzo de llegar. Qué más se puede pedir!!
Tras el refrigerio y disfrutar de
ese magnífico mirador, proseguimos con la subida y cresteo de toda la Peña
Negra.
Es un lugar no apto para
cualquiera. Hay que ir de bloque en bloque sobre piedras, ayudarte de las manos
en numerosas ocasiones y con un cortado vertical constante a tu izquierda. Eso
sí, también lo puedes evitar si no vas por la mismísima cordal.
No hay que tener vértigo y
caminar de forma concentrada y con el pelín de tensión que te mantiene alerta
en las situaciones de necesidad sin llegar al pánico, lógicamente.
Tuvimos la suerte de estar en el
momento en que la explosión de color de las flores era máxima y, todas y cada
una de las terrazas que veíamos, estaban tapizadas de ellas.
Llegamos a un paso, evitable como
todos los que pasamos, donde se caminaba por un pretil relativamente ancho
bordeado, por un lado, por una gran vertical y, por el otro, con una gran
pendiente lateral.
Aquí también la máquina
fotográfica echó humo.
Continuamos ascendiendo por la
cuerda hasta alcanzar una alambrada. No entiendo bien su utilidad en ese lugar.
La pasamos fácilmente y estaba
bastante deteriorada y machacada en varios puntos.
Mirábamos continuamente
hacia atrás ya que se percibía claramente la cresta pasada y era impresionante
y abrupta, realmente igual que la que teníamos por delante que nos quedaba por
recorrer.
Poco a poco llegamos a su parte
superior donde la pendiente se suavizó y nos recibió con una zona,
relativamente llana y holgada, donde se percibía el buzón de su cumbre.
Se trataba de una cómoda y
privilegiada terraza, un auténtico mirador natural. Se percibía perfectamente
todo el arco calizo central, con el Chamizo, Camarolos, ect…
La Maroma espectacular!! Aún
conservaba trazas de nieve en su cumbre, un lugar encantador para tomarse unos
bocadillos y demás manjares que salieron de nuestras mochilas.
Estuvimos comentando cómo bajar
pero la cordal seguía durante un tramo más, así que decidimos continuarla durante
el trayecto que pudiésemos por la sencilla razón que nos suele mover en esos
casos: “poyaquestamosaquí”.
Para poder continuar por la
cordal, nos enfrentamos con nuestra primera bajada empinada del día. La hierba
sobre la piedra era como jabón, super resbaladiza, y tuvimos que poner nuestras
máxima atención.
Alcanzado el punto más bajo de este destrepe, nos encontramos
en un pequeño collado desde el que nacía una tremenda pedrera, un auténtico
canchal que llegaba hasta la parte inferior de las ladera de la Peña por un
lado y por el otro se trataba de cortados, pero nosotros continuamos en
dirección a la cordal a través de grandes peñascos y buscando los mejores pasos.
Tuvimos que pasar de nuevo otra
alambrada, aunque igualmente que la anterior, sin problemas.
Vamos avanzando por la arista
rocosa hasta alcanzar con nuestra vista una impresionante chimenea que nos
depositaría debajo de la Peña si la tomáramos.
No teníamos claro si
encontraríamos paso factible para bajar si continuábamos y llegábamos a su
final completo, así que optamos por intentar bajar por esa empinadísima
chimenea.
Al principio se bajaba
relativamente bien pero a mitad de recorrido se convirtió en un canchal y la
bajada se complicó algo más.
Pero el objetivo lo cumplimos y,
una vez en tierra firme a la sombra de un majuelo, nos tomamos algo de frutas y
chocolate para reponer las energías gastadas.
En este punto decidimos bordear
la Peña dejándola a nuestra derecha ya que el sendero era claro y cómodo. Nos
llevó a una gran portilla que, tras abrirla, dejamos cerrada como la
encontramos y continuamos por el marcado sendero hasta encontrarnos con una
valla que tuvimos que saltar.
A partir de aquí y ya sin claro
sendero, más bien de cabras, continuamos la marcha.
La vegetación era tan frondosa,
tupida y alta que, en algunos momentos, sólo se nos veía el cuerpo.
Recuerdo
muchísimos cardos. Con lo que pinchan los joíos!!
Pasamos por zonas de barbechos
con plantas como de avenas junto con multitud de otras de crecimiento
espontáneo.
Pasamos por el borde de una zona
sembrada aparentemente con trigo o algo similar la cual rodeamos y caminamos
por su periferia hasta alcanzar por fin la carretera.
Una vez en ella, nos trasladamos
durante un corto trayecto hasta alcanzar nuestro coche.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Menuda pendiente se intuye en la gráfica!!! Da miedo mirarla!!!
ResponderEliminarHola viquiló, ni te das cuenta, vas más pendiente de los posibles cortados que del esfuerzo a realizar.
EliminarUn abrazo