Ruta realizada el 11 Mayo 2013.
Fuimos Mónica, Juan José, Patxi, Maxi, Pepe y yo, Antonio,
el que les escribe.
Desde Ronda con dirección a
Yunquera, pasamos el pueblo de El Burgo y, en la rotonda antes de entrar a
Yunquera, nos desviamos por su primera salida que nos llevará al carril que
sube hacia los miradores de Caucón y del Saucillo. Ya por el carril dejamos a
nuestra izquierda el tramo de carril que sube al Caucón o de Luis Ceballos y
seguimos de frente hasta alcanzar el mirador del Saucillo, donde dejamos el
vehículo.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, siendo las 11,15 h, iniciamos nuestro largo proyecto de
senderismo, construido y diseñado por nuestro compañero y guía, Juan José.
Emprendimos nuestra caminata por
el sendero más alejado del mirador. Nuestro primer objetivo del día era visitar
la cueva del Agua.
Partimos entre pinsapos jóvenes
que, por cierto, en su inmensa mayoría, estaban con brotes nuevos y tenían un tono verde claro y vivo en todas
las puntas de las ramas en contraste con el verde oscuro y mate de resto de sus
hojas.
Pasamos un cruce de senderos que
llevaba al Puerto del Pilón.
Al principio vamos casi llaneando
y, luego, en corto ascenso hasta que el
sendero se torna descendente para dejarnos en la Cueva del Agua tras conectar
con el sendero que se dirige hacia la cañada Cuesta de los Hornilos que tomamos
durante un corto tramo.
Más bien Cobijos ya que había dos claramente
diferenciados, con la peculiaridad de haber unas especies de pilas como
depósito de agua.
Abajo de ellas, se encontraba una fuente abrevadero con
multitud de tritones y un gran depósito subterráneo, con su tapa de fundición, que supongo desviará
el caudal para otros usos.
En esta zona, la temperatura era
bastante más fresca que en el resto del sendero por el que habíamos caminado y
hacía, más bien, calor.
Tras las fotos pertinentes y la
exploración por la zona, reanudamos la marcha e invertimos el sentido por el
mismo sendero de ida, es decir el de la Cuesta de los Hornillos, hasta encontrar el punto de contacto del
procedente del Saucillo por donde vinimos. Continuamos hacia delante y en suave
ascenso pasando por la citada cañada, lugar de increíble belleza y buenos
cortados, con vistas impresionantes.
El sendero pasa por debajo de
paredes verticales y, sobre otras verticales, tiene un tramo como si se tratase
de una ancha repisa.
A medida que vamos caminando, las
vistas hacia nuestra derecha cada vez son más amplias y abiertas. Alcanzamos un
pequeño collado para culminar nuestra subida algunos metros más adelante
dejando completamente atrás la vaguada por la que caminábamos, abriéndose otras
elevaciones más lejanas, entre las que se encontraba nuestro próximo objetivo,
el peñón de Ronda, además de toda la sierra Hidalga que, con su cumbre, el pico
Hidalga, y su característica formación del Caramolos del Queso, nos daban la
bienvenida.
El paisaje aquí era de una
inigualable belleza, contraste entre cortados, masas de pinsapos y llanuras
verdes que se unían con la parte baja de las laderas de las montañas que nos
rodeaban.
Íbamos ahora en suave descenso
hasta que alcanzamos un desvío por donde tiramos hacia el Peñón de Ronda. A la
vuelta del Peñón tendríamos que llegar de nuevo a este punto.
El sendero, perfectamente marcado,
iba entre aulagas y grandes matas de romero que desprendían un agradable aroma
al ir sorteándolos y nos dejó en una inmensa pradera llena de hierba. Veíamos
el cortijo del Peñón de Ronda a lo lejos aunque, como el sendero describía un
rodeo al peñón, nos llegamos a acercar bastante.
Llegó el momento de atacarlo y
comenzar con la subida que, aunque corta, tenía una buena pendiente y, con la
calor que en esos momento hacía, se hizo algo fatigosa. Además en este tramo
prácticamente no existía sendero alguno. Íbamos campo a través buscando los
mejores pasos. El grupo se estiró y, mientras algunos prácticamente estaban
llegando a su cumbre, a otros, como yo, nos quedaba aun un buen tramo. Cierto
es que me tuve que quitar la bota por culpa de un pincho que se coló!!
Tras subir el largo repecho, nos
encontramos con una especie de planicie donde se alzaba un peñón rocoso que era
el promontorio cumbre del peñón. Pasamos una valla por un amplio hueco y, en
poco tiempo, estuvimos en su cumbre.
Una vez arriba nos tomamos unas
frutas y bocatas, unas fotitos y para abajo, por supuesto, no por el mismo
camino de subida sino campo a través entre enormes romeros y grandes matas
secas de aulagas que es lo que nos llama la atención. Me pregunto … para que
servirán esos caminillos que se llaman senderos??
La verdad es que en poco tiempo
conectamos con el senderillo de ida, aunque nuestro compañero Patxi tuvo un
resbalón en una de las rocas y al desplazarse el pie hacia abajo y hundirse en
una mata de aulagas, le dio un tirón en la parte trasera de la rótula que le
tuvo cojeando todo el resto de la ruta. Desde aquí espero una pronta mejoría.
Llegados hasta el punto donde nos
desviamos para subir al peñón continuamos ahora con dirección al Peñón de los
Enamorados.
Caminábamos por el pinsapar de Cubero, amplio y joven, con
ejemplares de mediano porte aunque también había algunos ejemplares muy viejos
que, desde mi punto de vista, debían estar en el catálogo de árboles singulares
por sus magníficos portes.
Nos tocó una larga y constante
subida, al principio a la sombra, caminando entre el pinsapar de Cubero.
Alcanzamos
la fuente del Hornillo 2 que, aunque manaba con un chorrito pequeño, se trataba
de un agua muy fresca que, en ese momento, agradecimos enormemente. Prácticamente
todos nos refrescamos.
Se encontraba a los pies de unos
bonitos y grandes cortados y, desde allí, se divisaba toda la sierra de Lifa y
de la Hidalga perfectamente.
Continuamos entre pinsapos, que
cada vez escaseaban más, hasta llegar un momento en que el sol nos daba
directamente por no haber árboles. Menos mal que, de forma fortuita, unas nubes
comenzaron a entrar y nos suavizaron la subida.
Llegamos al collado, el Puerto
del Hornillo, donde nuestro sendero se cortaba con otro que posiblemente
viniese desde el Puerto del Saucillo directamente.
Más arriba nos encontramos con un
nuevo cruce (posiblemente su dirección era hacia Quejigales) y, por fin,
conectamos con el sendero que nos llevaría al Peñón de los Enamorados y al
Torrecillas.
Desde esta zona teníamos una
magnífica vista de pájaro de todo el Peñón de Ronda y de todo ese maravilloso
entorno que yo, hasta hoy, desconocía.
Pasamos próximos al pinsapo de la
Laguna y, en poco tiempo, llegamos a la parte alta de esta ascensión. Ya sólo
nos quedaba llanear algo para tomar el desvío que nos dirigía directamente al
Peñón de los Enamorados donde, por fin, comimos a la sombra de algunos riscos.
Allí, como me ocurrió el año pasado me encontré con el animalillo que más
detesto, la serpiente!! Menos mal que se trataba de una culebra que pronto
buscó cobijo en una mata cercana.
Tras la suculenta comida,
coronamos el peñón, las fotitos y para abajo a nuestro tercer pico de la
jornada.
Bajamos hasta conectar con el
sendero principal y lo seguimos. Pasamos junto a la sima TO-33, totalmente
vallada a su alrededor y, cuando tuvimos cerca y a nuestra izquierda la
elevación, campo a través, nos dirigimos hacia su cumbre.
Nos entretuvimos algo
en plena subida mirando algunas de las piedras que nos encontramos por el
camino, de colores violetas, pulidas y con diferentes tonalidades formando
capas, muy bonitas. Yo me llevé dos para mi vitrina personal donde tengo
piedras, minerales y demás objetos curiosos que me voy encontrando en mis
salidas.
En la cumbre nos fotografiamos
desde todos los puntos de vista posibles pero bajamos rápido porque nuestro
compañero, Patxi, nos estaba esperando abajo ya que no quiso subir por culpa de
su rodilla dolorida.
Bajamos campo a través entre las
rocas, hasta alcanzar el llano donde nos encontramos y nos reunimos todo el
grupo. Durante un tramo, caminamos por la parte alta de la cañada de las
Carnicerías, pero nos fuimos retirando de ella, paulatinamente, siguiendo dirección
al Puerto del Caucón mediante varios postes indicativos que nos fuimos
encontrando.
Nos desviamos del camino hacia el
Puerto de las Boas donde unos enormes y mareantes tajos caían verticalmente
sobre la falda de una de las laderas de la cañada de las Carnicerías.
Desde lo alto vimos como un grupo
de cabras montesas corrían asustadas por nuestra presencia. Nos sentíamos como
águilas oteando todo el fondo de las Carnicerías.
Tras estar un rato bicheando los
contornos de esos impresionantes tajos, bajamos para reunirnos con los demás.
Íbamos por un quejigal por la cañada de la Perra. Al llegar a su parte baja,
creo que se llama Puerto de la Perra, vimos un poste indicativo hacia el Caucón.
Había que seguir bajando entre el pinsapar de Luis Ceballos pero, antes de ello,
observamos otro letrero de una ruta que se encontraba dirección al picacho de
Fatalandar que no visitamos.
Nos internamos en un espeso
bosque de pinsapos descendiendo continuamente entre los árboles. Se empezaba a
divisar el mirador del Caucón pero, realmente, a ese no íbamos a llegar sino
que nos tendríamos que desviar hacia el del Saucillo y, para ello, dejamos el
sendero que traíamos y
tomamos otro que en fortísima pendiente subía para
superar el collado que divisábamos desde abajo. Estaba indicado con dos mojones
de piedras.
El desnivel rondaba los 250m en poquísimo
desarrollo horizontal lo que nos hizo sudar a todo el grupo de lo lindo. Fue la
guinda final que tenía escondido el itinerario.
Nos encontramos con una fuente en
el camino, fuente de Juanisco Huelva,
que nos sirvió para refrescarnos.
Una vez en lo alto, sobre el collado
ya sólo restaba bajar por el marcadísimo sendero que une el Puerto del Saucillo
con el peñón Enamorados hasta llegar al mirador del Saucillo donde teníamos
nuestro vehículo.
Por este último tramo nos
encontramos con una pequeña fuente que, prácticamente, no echaba agua, la
fuente de la Perdiz, y, más abajo, vimos un pozo de nieve perfectamente
restaurado y conservado.
Una vez en el coche y, tras el
cambio de calzado y diferentes prendas, salimos flechados para nuestro bar
favorito, el bar Rural de Montellano, donde repusimos energías y sales
minerales perdidas en esta bella pero dura excursión “senderil”.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
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