jueves, 13 de junio de 2013

CIRCULAR PTO. SAUCILLO-PEÑÓN DE RONDA-PEÑÓN DE LOS ENAMORADOS-CERRO ALTO-SAUCILLO

Ruta realizada el 11 Mayo 2013.

Fuimos Mónica,  Juan José, Patxi, Maxi, Pepe y yo, Antonio, el que les escribe.

Desde Ronda con dirección a Yunquera, pasamos el pueblo de El Burgo y, en la rotonda antes de entrar a Yunquera, nos desviamos por su primera salida que nos llevará al carril que sube hacia los miradores de Caucón y del Saucillo. Ya por el carril dejamos a nuestra izquierda el tramo de carril que sube al Caucón o de Luis Ceballos y seguimos de frente hasta alcanzar el mirador del Saucillo, donde dejamos el vehículo.

Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, siendo las 11,15 h, iniciamos nuestro largo proyecto de senderismo, construido y diseñado por nuestro compañero y guía, Juan José.

Emprendimos nuestra caminata por el sendero más alejado del mirador. Nuestro primer objetivo del día era visitar la cueva del Agua.

Partimos entre pinsapos jóvenes que, por cierto, en su inmensa mayoría, estaban con brotes nuevos  y tenían un tono verde claro y vivo en todas las puntas de las ramas en contraste con el verde oscuro y mate de resto de sus hojas.



Pasamos un cruce de senderos que llevaba al Puerto del Pilón.


Al principio vamos casi llaneando y, luego,  en corto ascenso hasta que el sendero se torna descendente para dejarnos en la Cueva del Agua tras conectar con el sendero que se dirige hacia la cañada Cuesta de los Hornilos que tomamos durante un corto tramo. 



Más bien Cobijos ya que había dos claramente diferenciados, con la peculiaridad de haber unas especies de pilas como depósito de agua. 




Abajo de ellas, se encontraba una fuente abrevadero con multitud de tritones y un gran depósito subterráneo,  con su tapa de fundición, que supongo desviará el caudal para otros usos.

En esta zona, la temperatura era bastante más fresca que en el resto del sendero por el que habíamos caminado y hacía, más bien, calor.




Tras las fotos pertinentes y la exploración por la zona, reanudamos la marcha e invertimos el sentido por el mismo sendero de ida, es decir el de la Cuesta de los Hornillos,  hasta encontrar el punto de contacto del procedente del Saucillo por donde vinimos. Continuamos hacia delante y en suave ascenso pasando por la citada cañada, lugar de increíble belleza y buenos cortados, con vistas impresionantes.



El sendero pasa por debajo de paredes verticales y, sobre otras verticales, tiene un tramo como si se tratase de una ancha repisa.







A medida que vamos caminando, las vistas hacia nuestra derecha cada vez son más amplias y abiertas. Alcanzamos un pequeño collado para culminar nuestra subida algunos metros más adelante dejando completamente atrás la vaguada por la que caminábamos, abriéndose otras elevaciones más lejanas, entre las que se encontraba nuestro próximo objetivo, el peñón de Ronda, además de toda la sierra Hidalga que, con su cumbre, el pico Hidalga, y su característica formación del Caramolos del Queso, nos daban la bienvenida.





El paisaje aquí era de una inigualable belleza, contraste entre cortados, masas de pinsapos y llanuras verdes que se unían con la parte baja de las laderas de las montañas que nos rodeaban.

Íbamos ahora en suave descenso hasta que alcanzamos un desvío por donde tiramos hacia el Peñón de Ronda. A la vuelta del Peñón tendríamos que llegar de nuevo a este punto.


El sendero, perfectamente marcado, iba entre aulagas y grandes matas de romero que desprendían un agradable aroma al ir sorteándolos y nos dejó en una inmensa pradera llena de hierba. Veíamos el cortijo del Peñón de Ronda a lo lejos aunque, como el sendero describía un rodeo al peñón, nos llegamos a acercar bastante.




Llegó el momento de atacarlo y comenzar con la subida que, aunque corta, tenía una buena pendiente y, con la calor que en esos momento hacía, se hizo algo fatigosa. Además en este tramo prácticamente no existía sendero alguno. Íbamos campo a través buscando los mejores pasos. El grupo se estiró y, mientras algunos prácticamente estaban llegando a su cumbre, a otros, como yo, nos quedaba aun un buen tramo. Cierto es que me tuve que quitar la bota por culpa de un pincho que se coló!!


Tras subir el largo repecho, nos encontramos con una especie de planicie donde se alzaba un peñón rocoso que era el promontorio cumbre del peñón. Pasamos una valla por un amplio hueco y, en poco tiempo, estuvimos en su cumbre.



Una vez arriba nos tomamos unas frutas y bocatas, unas fotitos y para abajo, por supuesto, no por el mismo camino de subida sino campo a través entre enormes romeros y grandes matas secas de aulagas que es lo que nos llama la atención. Me pregunto … para que servirán esos caminillos que se llaman senderos??
La verdad es que en poco tiempo conectamos con el senderillo de ida, aunque nuestro compañero Patxi tuvo un resbalón en una de las rocas y al desplazarse el pie hacia abajo y hundirse en una mata de aulagas, le dio un tirón en la parte trasera de la rótula que le tuvo cojeando todo el resto de la ruta. Desde aquí espero una pronta mejoría.



Llegados hasta el punto donde nos desviamos para subir al peñón continuamos ahora con dirección al Peñón de los Enamorados. 


Caminábamos por el pinsapar de Cubero, amplio y joven, con ejemplares de mediano porte aunque también había algunos ejemplares muy viejos que, desde mi punto de vista, debían estar en el catálogo de árboles singulares por sus magníficos portes.



Nos tocó una larga y constante subida, al principio a la sombra, caminando entre el pinsapar de Cubero. 

Alcanzamos la fuente del Hornillo 2 que, aunque manaba con un chorrito pequeño, se trataba de un agua muy fresca que, en ese momento, agradecimos enormemente. Prácticamente todos nos refrescamos.



Se encontraba a los pies de unos bonitos y grandes cortados y, desde allí, se divisaba toda la sierra de Lifa y de la Hidalga perfectamente.

Continuamos entre pinsapos, que cada vez escaseaban más, hasta llegar un momento en que el sol nos daba directamente por no haber árboles. Menos mal que, de forma fortuita, unas nubes comenzaron a entrar y nos suavizaron la subida.



Llegamos al collado, el Puerto del Hornillo, donde nuestro sendero se cortaba con otro que posiblemente viniese desde el Puerto del Saucillo directamente.

Más arriba nos encontramos con un nuevo cruce (posiblemente su dirección era hacia Quejigales) y, por fin, conectamos con el sendero que nos llevaría al Peñón de los Enamorados y al Torrecillas.

Desde esta zona teníamos una magnífica vista de pájaro de todo el Peñón de Ronda y de todo ese maravilloso entorno que yo, hasta hoy, desconocía.






Pasamos próximos al pinsapo de la Laguna y, en poco tiempo, llegamos a la parte alta de esta ascensión. Ya sólo nos quedaba llanear algo para tomar el desvío que nos dirigía directamente al Peñón de los Enamorados donde, por fin, comimos a la sombra de algunos riscos. Allí, como me ocurrió el año pasado me encontré con el animalillo que más detesto, la serpiente!! Menos mal que se trataba de una culebra que pronto buscó cobijo en una mata cercana.


Tras la suculenta comida, coronamos el peñón, las fotitos y para abajo a nuestro tercer pico de la jornada.




Bajamos hasta conectar con el sendero principal y lo seguimos. Pasamos junto a la sima TO-33, totalmente vallada a su alrededor y, cuando tuvimos cerca y a nuestra izquierda la elevación, campo a través, nos dirigimos hacia su cumbre. 



Nos entretuvimos algo en plena subida mirando algunas de las piedras que nos encontramos por el camino, de colores violetas, pulidas y con diferentes tonalidades formando capas, muy bonitas. Yo me llevé dos para mi vitrina personal donde tengo piedras, minerales y demás objetos curiosos que me voy encontrando en mis salidas.


En la cumbre nos fotografiamos desde todos los puntos de vista posibles pero bajamos rápido porque nuestro compañero, Patxi, nos estaba esperando abajo ya que no quiso subir por culpa de su rodilla dolorida.





Bajamos campo a través entre las rocas, hasta alcanzar el llano donde nos encontramos y nos reunimos todo el grupo. Durante un tramo, caminamos por la parte alta de la cañada de las Carnicerías, pero nos fuimos retirando de ella, paulatinamente, siguiendo dirección al Puerto del Caucón mediante varios postes indicativos que nos fuimos encontrando.












Nos desviamos del camino hacia el Puerto de las Boas donde unos enormes y mareantes tajos caían verticalmente sobre la falda de una de las laderas de la cañada de las Carnicerías.

Desde lo alto vimos como un grupo de cabras montesas corrían asustadas por nuestra presencia. Nos sentíamos como águilas oteando todo el fondo de las Carnicerías.










Tras estar un rato bicheando los contornos de esos impresionantes tajos, bajamos para reunirnos con los demás. Íbamos por un quejigal por la cañada de la Perra. Al llegar a su parte baja, creo que se llama Puerto de la Perra, vimos un poste indicativo hacia el Caucón. Había que seguir bajando entre el pinsapar de Luis Ceballos pero, antes de ello, observamos otro letrero de una ruta que se encontraba dirección al picacho de Fatalandar que no visitamos.












Nos internamos en un espeso bosque de pinsapos descendiendo continuamente entre los árboles. Se empezaba a divisar el mirador del Caucón pero, realmente, a ese no íbamos a llegar sino que nos tendríamos que desviar hacia el del Saucillo y, para ello, dejamos el sendero que traíamos y 



tomamos otro que en fortísima pendiente subía para superar el collado que divisábamos desde abajo. Estaba indicado con dos mojones de piedras.



El desnivel rondaba los 250m en poquísimo desarrollo horizontal lo que nos hizo sudar a todo el grupo de lo lindo. Fue la guinda final que tenía escondido el itinerario.

Nos encontramos con una fuente en el camino, fuente de Juanisco Huelva,  que nos sirvió para refrescarnos. 


Una vez en lo alto, sobre el collado ya sólo restaba bajar por el marcadísimo sendero que une el Puerto del Saucillo con el peñón Enamorados hasta llegar al mirador del Saucillo donde teníamos nuestro vehículo.




Por este último tramo nos encontramos con una pequeña fuente que, prácticamente, no echaba agua, la fuente de la Perdiz, y, más abajo, vimos un pozo de nieve perfectamente restaurado y conservado.





Una vez en el coche y, tras el cambio de calzado y diferentes prendas, salimos flechados para nuestro bar favorito, el bar Rural de Montellano, donde repusimos energías y sales minerales perdidas en esta bella pero dura excursión “senderil”. 


DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




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