Ruta realizada el 29 de Agosto de
2013.
Fuimos Mª José, Elena, Rodri,
Guille y yo, Antonio, el que les escribe.
Nos pegamos una escapada a
Asturias de 4 días.
Visitamos algunas localidades, las famosas
cuevas del queso de Cabrales, realizamos el descenso del Sella que nos causó
una gratísima impresión y nos pasamos un fantástico día, recordando viejos
tiempos ya que, tanto Mª José como yo, fuimos palistas, piragüistas, en nuestra
juventud.
Y por supuesto, no podía ser
menos, subimos a un pico, que tuve que seleccionar de entre los ¡!miles!! que
existen en esta maravillosa tierra asturiana, acorde a los niveles de los
integrantes del grupo. El caso es que al bajarme y estudiar diferentes rutas de
wikiloc, curiosamente, siempre me aparecía el usuario “monica11”, Dios mío!!
Qué envidia y de la mala, eh!! Se ha pateado toda Asturias. ¡ Yo de mayor
quiero ser como ella ¡ je, je..
Bueno, bromas aparte, agradecer a
monica11 por dejar en esa web sus rutas para que otras personas, en este caso
como yo, las usemos. Me sirvió de orientación para coronar el pico que decidimos
realizar, la Peña Ruana, que al final fue algo más exigente de lo esperado,
pero se trataba de un itinerario de lo más bello, bonito y diferente de los que
estoy acostumbrado.
Tuvimos que dirigirnos hacia
Covadonga y subir a los lagos de Enol y luego al de Ercina donde aparcamos en
un lugar dispuesto para ello, junto a un bar restaurante donde aprovechamos
para tomarnos el desayuno.
Advierto que para llegar con tu
propio vehículo, en esos meses de verano, hay que aparcar antes de las 8,30h.
Tengo entendido que si no, tienes que subir en autobús o pequeñas furgonetas,
como transporte público, ya que se corta el tráfico particular.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos nuestra ruta.
Caminamos dirección Este, dejando
el lago de la Ercina a nuestra derecha y, tanto el de Enol como el restaurante
a nuestra espalda, por una amplia explanada que, al principio en suave
pendiente descendente y al final al contrario, nos llevó junto a un vallado en
la parte alta de la parte contraria.
Rápidamente nos dimos cuenta de
la tónica más común del sendero, ¡! Vacas ¡! Vacas por todas partes, en todos
los lugares imaginables y en todos los rincones más recónditos. Te las
encuentras a 1000 y a 1700m de altitud, parece que les da igual.
Desde el vallado comenzamos a
descender a una especie de valle, atravesado por un carril, por el que caminamos
durante un largo trayecto. Pasamos junto a la majada de La Llomba, conjunto de
unas tres o cuatro chozas de piedras y tejas en sus cubiertas, con un amplio
vallado para el ganado.
Pasamos por dos fuentes a lo
largo del recorrido, la segunda con un gran abrevadero y, entre ellas y algo
más retirada de nosotros, la fuente La Texa.
Tras alcanzar el collado de
Llomba Cangas, y continuando por el camino, en descenso más acusado, llegamos a
una zona idílica, el Jou de Belbín o majada de Belbín, un pequeño vallecito al
pie de elevaciones y rodeadas por ellas, donde se encontraban un grupo de
chozas, similares a las anteriores, para recogimiento de los pastores y de sus
ganados. Concretamente en este lugar había un cartel informativo del Principado
de Asturias que anunciaba y explicaba la realización del queso de Gamonedo, que
se practicaba en este lugar.
Había cabras por los alrededores,
gallinas y pollos, burritos y, por supuesto, la omnipresente vaca.
Atravesamos por el medio el Jou y,
al llegar a su otro extremo, dimos con un camino carril, más difuso que el anterior, y lo seguimos durante un corto
trayecto (las vistas espectaculares, bellas, verdes como nota de color, como no
podía ser otro aquí en el norte) hasta que nos desviamos por un sendero.
Pronto cruzaba el río Los
Reguerones y avanzaba por un mar de helechos de mediana altura que daba un
toque mágico al ambiente. El sendero, perfectamente marcado, se hacía más
evidente cuando no había que pasar por zonas verdes, destacándose entonces el
empedrado y su color marrón que hacía más fácil su localización.
Llegamos a la altura de otra
fuente manantial donde paramos a picar alguna fruta y tomarnos un respiro para
contemplar este magnífico entorno.
Pasamos muy cerca de la majada de
Brañarredonda aunque no la vimos o no nos dimos cuenta de ella. De repente el
sendero se torna en pendiente ascendente hasta alcanzar otro pequeño collado
que, durante un breve tiempo, nos dejó bajar suavemente sobre una laderita
completamente llena de hierba verde. A nuestra derecha apareció otra majada, la
de Parres.
Estábamos por la zona de Sierra
Recorta, de nuevo en ascenso, hasta alcanzar el collado la Muda.
Tras superarlo, proseguimos por
zonas rocosas, entre grandes árboles y con una vegetación de bajo porte
bastante mixta, desde luego helechos y aulagas no faltaban. Me encontré en
varias ocasiones con diferentes tipos de setas, no entiendo mucho de micología,
pero creía que en verano era difícil verlas.
Desde esta zona, miraras para
donde miraras, las vistas de los diferentes picos, agujas pétreas y entorno
natural, era de extremada belleza.
Al llegar a otra zona elevada de
nuestro recorrido, se planteó en el grupo una disgregación, ya que, algunos,
empezaron a poner pegas sobre lo que aún nos quedaba y, sobre todo, de lo que
quedaba por subir, ya que desde aquí se adivinaba donde se encontraba
localizada nuestra Peña, objetivo del día.
Así que llegamos a un acuerdo,
Guille y yo intentaríamos coronar el pico mientras que el resto seguiría hasta
un collado que se veía a lo lejos, el collado Camplengo, pero que no planteaba
ningún problema de pérdida porque no había obstáculos entre ellos. Si les di
una orden, en el sentido de que si entrase niebla, que aquí es habitual,
permanecieran quietos en el lugar sin caminar para ningún lado y ya nos
llegaríamos nosotros luego con el Gps en su ayuda. Esto al final no fue
necesario.
A partir de este momento, el
relato es la descripción del camino que nosotros dos realizamos solos.
Descendimos hacia una nueva
majada que observábamos desde el punto de separación del grupo, majada de
Camplengo Viejo. Ellos pasaron por otra que estaba relativamente cerca, majada
de Camplengo la Cueva.
Fuimos tomando altura
progresivamente. Pasamos junto a otra fuente abrevadero, localizamos dos
rebecos que corrían por la ladera y los riscos como si de una pista de
atletismo se tratase y un escarabajo de color verde púrpura brillante precioso.
Al fin comenzamos a tomar altura
por la propia falda, más bien enorme y extensa falda de la Peña ansiada, donde
las vistas comenzaban a ser espléndidas. El problema de las fotos, es que
siempre aparecía una vaquita, je, je..
El trazado del sendero estaba
perfectamente marcado,( incluso en el IGN aparecía) hasta que nos desviamos del
mismo y alcanzamos otra majada más de las innumerables que vimos a lo largo de
este itinerario. En este caso, la majada de la Veyuga, dispuesta en un polje, a
cierta altura al pie de la ladera
interior que culminaba en nuestro pico.
Nos quedaba el último esfuerzo
por realizar. En una especie de chimenea tuvimos que hacer uso de las manos
pero, rápidamente, coronamos nuestra Peña Ruana.
Las vistas descomunales hacia el
noroeste, unos tajos inclinados de vértigo hacia el sur, la zona del Jultayu,
pico que hice hace dos años en otra ocasión que estuve “por aquí arriba” y,
hacia el suroeste, los picos de Europa.
Aunque lo intentamos, no veíamos
a los demás, y eso que la atalaya era perfecta, pero la distancia jugaba en
nuestra contra.
Para bajar realizamos un trazado
circular que, al principio, nos metió en una especie de sima y, en lo alto y en
una altiva pose, estaba un enorme rebeco que se dejó fotografiar. Le llamaba
más su curiosidad que su seguridad y le pude hacer multitud de fotos.
Ya sobre la falda de la ladera y
en descenso sobre otro marcado sendero, por la zona de la Corderera que también
aparecía en el IGN, pero a una cota
inferior al de subida, localizamos por fin al resto del grupo que nos esperaban
en el lugar de unión que habíamos fijado antes de separarnos.
Una vez el grupo al completo,
descendemos por la vaguada que recorría el río Texu y caminamos paralelos a él
durante un largo tramo. Aquí localizamos una especie de serpiente de tonos muy
brillantes, vimos varias iguales, pero creo que se trataba de un tipo de
lagarto más que de serpiente, aunque no estoy muy seguro de ello.
También vimos, fotografiamos y
tocamos renacuajos. A ver quién le dice que no a Elena, que también se dedicó a
coger saltamontes, por supuesto, liberándolos a continuación.
Llegados a un punto, abandonamos
el curso del río Texu, lo dejamos a nuestra derecha y subimos una pendiente por
la zona de los Joyos la Teyera. Pasamos próximos a la cueva Esqueru. Lástima
que no tuviese esa información antes durante el trayecto, ya que hubiera sido
interesante acercarnos y visitarla.
Pasamos una zona algo enfangada
en la que pisábamos como bolos de hierbas que se hundían levemente a nuestro
pisar formando un firme mullido. Se trataba del arroyo Riega Espines.
Desde este punto hasta que
conectamos de nuevo y cruzamos, aunque por otro lado, el río Los Reguerones,
fue el tramo más complicado. El cansancio se acumulaba y, a veces, perdíamos el
sendero entre la vegetación. Cogimos una zona de rocas en la que no todos/as
andaban cómodamente y, si a eso le añadimos a nuestras queridas vaquitas que
siempre estaban en el camino y no les daba la gana de apartarse, fue, por
decirlo así, el tramo más duro y tenso del recorrido.
Como premio final de este tramo,
al cruzar el río Los Reguerones, nos esperaban 50 metros de desnivel en fuerte
repecho.
Pero, por fin, cerramos la
circular justo donde había un poste indicativo con varias direcciones, prácticamente
junto a la majada de Balbín. Allí nos sentamos un rato para reponer fuerzas,
líquidos perdidos y comer algunas cosillas.
Al bajar hacia el Jou de Balbín,
ya mucho más relajados, nos dio tiempo de disfrutar de los animales que por
aquí caminaban y nos rodeaban.
El resto del itinerario lo
hicimos por el mismo camino de ida que tomamos por la mañana, por un firme
cómodo y amplio.
De regreso al aparcamiento nos
pasamos por las minas abandonadas de Buferrera que disponen de un recorrido con
tarimas de madera pero que, nosotros, solo nos limitamos a verlas desde el
mirador.
Tras el cambio de calzado y ropa,
los niños se fueron al bar a tomarse unos refrescos y comprar agua. Nosotros
subimos al mirador que hay en la cordal, donde se encuentra el refugio de
Entrelagos, y llegamos al pico Bricial, magnífico mirador sobre los dos lagos.
Al regreso, nos paramos para ver
la Basílica de Covadonga.
Un día muy completito.
Guapa ruta Antonio. Peña Ruana, con ser Una cumbre modesta, desde donde quiera que se acometa, siempre dará para una buena jornada montañera. Y la ruta que elegisteis, quizás la mas guapa, principalmente por las majadas que tuvisteis que visitar.
ResponderEliminarBuen blog montañero.
Un saludo
Gracias Monchu, Asturias es mi segunda "patria", la pena es que esté tan lejos de mi tierra andaluza. Es un paraíso para los montañeros, no sólo por sus montañas, sino por todo su entorno, una maravilla que como mucho, puedo visitar una vez al año ya que es uno de mis destinos favoritos.
ResponderEliminarEnvidia me das con el número de picos que subes por allí arriba, sobre todo en los picos de Europa.
Magnífico blog, el tuyo también y que sigo habitualmente.
Un saludo.