Ruta realizada el día dos de
Abril del 2015.
Fuimos Mª José y yo, Antonio, a
realizar esta sierra que tan alejada nos pilla, pero que desde hace mucho
tiempo, queríamos conocer. Llegó el momento y sin pensarlo dos veces, cogimos
la autovía de Granada y con dirección Murcia, a la altura de Velez-Rubio, nos
desviamos hacia Velez-Blanco y luego al pueblo de María, donde pasaríamos noche
en el Hostal Torrente, un hostal coqueto, recién reformado y llevado por unas
personas amables y familiares.
Tras el desayuno, cogimos el
coche, siguiendo la carretera general que cruza el pueblo y nos desviamos hacia
el Sur por un camino de tierra en buen estado que se internaba en el pinar
situado en la falda Norte de la sierra de María. Dirección hacia el cortijo de
la Peguera, cuyo cruce pasamos, y posteriormente hacia el cerro de la Peguera,
que bordeamos por su parte Sur, algo más adelante en una curva a 90º vimos el
cartel indicativo de prohibición de vehículos a motor, no autorizados y el que
describía algo de la sierra. Allí mismo aparcamos.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, con un montón de tracks cargados en el GPS, con la idea
de abarcar lo máximo posible y tener diferentes alternativas de escape,
iniciamos nuestro proyecto de ruta por la mañana temprano.
Comenzamos nuestro itinerario
caminando y dando la espalda, al carril por el que llegamos en vehículo. Carril
claramente marcado que se adentraba en el pinar ascendiendo constantemente,
pero mitigando la pendiente con las sucesivas curvas que lo formaban. Entre los
claros del pinar se divisaba la cordal caliza por donde pretendíamos caminar,
pero que de momento por el claro carril, ascendíamos de forma cómoda.
Mi idea era la de recorrer la
totalidad de la cuerda de Sierra María, así que mi pretensión era la de
acércame lo más posible a su parte Este, es decir, alcanzar el Peñón de San
Blasco y a partir de él, comenzar a recorrer toda su extensión hasta el Oeste,
pisando todas sus elevaciones más significativas, durante todo ese recorrido.
Alcanzamos un punto en el carril,
que daba la impresión de que tiraba hacia el Oeste de una forma continuada y el
collado que formaba el Peñón lo teníamos enfrente y en lo alto, así que campo a
través, por una fuerte pendiente y por un terreno con poco agarre, algo suelto,
comenzamos a ascender poco a poco, buscando los mejores pasos y realizando
varios zigzag, para suavizar el esfuerzo a realizar.
Con una hilera de buitres
contemplando nuestra proeza, alcanzamos el collado, al que accedimos en última
instancia haciendo alguna trepada fácil. La vista sobre la población de María,
sobre todo en el final de la ascensión, con la falta de árboles, era fantástica
y clara, igual que sobre la Sagra, en cuya coronación aún mantenía algo de
nieve.
Hacia un lado teníamos toda la
sierra longitudinalmente que recorrer, mientras que en el otro, disponíamos de
un peñón rocoso al que pretendíamos subir, para dar comienzo “oficial”, al
recorrido de la Sierra de María. Delante nuestra descubrimos la sierra de
Maimón, oculta hasta entonces por la sierra que íbamos a recorrer.
El collado era una amplia
extensión de terreno relativamente llana, donde asomaba tímidamente una peña
caliza situada a nuestra izquierda según subíamos, hacia el Noreste. En poco
tiempo, estuvimos encima, pisándolo con todos nuestros respetos. Fotos con
diferentes fondos, con toda la sierra que íbamos a recorrer, con María al fondo
y una preciosa, con el castillo de Velez-Blanco y toda la sierra del Gigante,
destacando la elevación tan particular como la Muela Grande.
Bueno, alcanzado la parte más
Este de toda esta sierra, sólo nos quedaba recorrerla hacia el Oeste, je, je…
La verdad, es que llevaba incluso
un tramo, un track, que llegaba hasta la sabina de la sierra, aunque tenía muy
claro que se encontraba muy lejano respecto al comienzo de nuestra ruta,
demasiado retirado al Oeste, pero nunca está de más el llevarlo.
Comenzamos a caminar
longitudinalmente a la cordal de la sierra, pasamos de nuevo por el collado
anterior al que ascendimos anteriormente y continuamos hacia la primera
elevación que teníamos delante, por terreno calizo, campo a través y entre
plantas de bajo porte, como esparto y como unas especies de cojines de monja.
La sierra de María tiene su cara
Norte muy escarpada, aunque no es continua en toda su longitud, tiene
intervalos o tramos, entre algunas elevaciones y otras, donde carece de paredes
verticales abruptas, por ello era difícil mantener la cordal de una forma fiel,
aparte de que en ocasiones te encontrabas con balcones fuera de esa
trayectoria, que te llamaban poderosamente la atención para visitarlo, que
producían un trazado con diversas irregularidades.
Tras conseguir la primera
elevación que nos encontramos en nuestro camino, nos desviamos hacia el Sur,
siempre situados en su parte alta, por la coronación de la sierra, para
contemplar un magnífico balcón natural, con toda la ladera Sur bajo nuestros
pies.
A continuación, recuperamos la
cordal en la parte Norte, dirigiéndonos hacia la siguiente elevación adyacente
a la anterior subida. Ya el terreno se hizo más calizo y compacto, aunque algo
más adelante se presentaba como lo encontramos al inicio de esta crestería. Realmente
se podía decir que alternaba la roca pura 100% caliza y terreno mixto, terreno
terroso salpicado de caliza y matas de bajo porte.
Fuimos caminando por toda la
parte superior de la arista que coronaba la parte más escarpada, con los tajos
de la cara Norte, dejándolos a nuestra derecha según avanzábamos.
Las vistas de lo recorrido hasta
el momento eran impresionantes y bonitas y aún más, lo que nos quedaba por
delante.
Llegamos a unos salientes rocosos
que en el mapa son nombrados como los Cenajos, por supuesto, que fuimos para
visitarlos y fotografiarlos.
A partir de aquí, la cordal se
estrechaba, dejando a ambas vertientes, inclinadas pendientes. Hacia el Sur, se
creaba una enorme depresión, con el Peñón de Cucalas en el extremo opuesto.
No íbamos a hacer menos, había
que visitarlo, para allá que nos fuimos como imantados. Una vez en lo alto,
dimos buena cuenta fotografiando todo su entorno. En este caso, también su cara
Sur, era escarpada, como nos tenía acostumbrada su parte Norte.
Desde toda esa planicie rocosa
que era el Peñón, se veía la continuación de nuestro recorrido, pasando por el
collado de Portalchico, lugar clásico de subida hacia el poste geodésico de
María. Pero antes de tomar esa dirección, que si le indiqué a Mª José, para que
ella siguiera, yo localicé tres elevaciones muy llamativas y próximas entre
ellas, al Suroeste del Peñón. Como soy el coleccionista de piquitos, como me
tiene bautizado mi compañero de rutas, Juan José, tuve que hacerles una visita,
algo rápida, ya que Mº José ya se dirigía hacia el collado y sabía que pensaba
seguir para arriba.
Allí me planté, todo campo a través,
pero sin grandes complicaciones, siempre y cuando se esté acostumbrado a
caminar por este tipo de terreno, tres elevaciones consecutivas a cada cual más
atrayente.
Eran el extremo de una
estribación hacia el Sur, con grandes cortados y verticales, hacia el Sur y el
Oeste, además de enormes pendientes por las laderas que le rodeaban. Lugar de
oteo de buitres que me sobrevolaron y que conseguí retratar.
Bajé de mi tercera elevación con
el estrés de dar caza a Mª José, que llegué a perder de vista, parte, por el
entretenimiento que me supuso el investigar estos cúmulos rocosos y otra,
porque se puso las pilas en la subida hacia nuestro objetivo principal.
Me dirigí directo hacia el
collado, creo recordar que existía un vallado lateral que en algún punto salté
para poder llegar a ese punto, sin mayores complicaciones. Una vez en el
collado, sin treguas, tiré para arriba por la loma que sube al pico María. Se
trata de un ascenso continuo y regular, que con el tute que llevaba y las
prisas con la que comencé su subida, me produjo un duro castigo, menos mal, que
Mª José se había sentado a esperarme junto a un enorme hito de piedras cónico, un
cairn, a mitad del trayecto aproximadamente, aunque ya a una cota similar a la
de la cumbre, ya que toda la zona superior de la sierra de María es una
superficie relativamente horizontal, así que un buen trago de agua y un momento
para recuperar el resuello, y los dos continuamos hacia arriba, de forma más
relajada.
Nos dirigimos hacia el poste
geodésico que se iba vislumbrando a lo lejos, con una bonita estampa de la
Sagra que permanecía esbelta en la lejanía. Alcanzamos la cumbre, nos
fotografiamos desde todos los puntos de vistas posibles y de aquí nos
trasladamos hacia el Sur, buscando el Alto de la Burrica, de cota ligeramente
inferior, una plataforma pétrea y llana que servía de magnífico mirador de todo
el entorno, así como de lo que quedaba de sierra por recorrer, que parecía
infinita.
Habíamos conseguido nuestro objetivo,
pero la verdad es que venir de nuevo a esta zona, iba a ser difícil o al menos,
tardaríamos en hacerlo, así que tras pensarlo un poco, decidimos continuar
hacia el Oeste buscando la siguiente elevación, el Puntal de Majada Honda. Con
idea de empaparnos al máximo de esta sierra.
Mi ideal, hubiese sido recorrer
un tramo aún mayor y llegar a las últimas elevaciones más representativas y
mencionadas en el IGN, pero ni las fuerzas, ni el tiempo, nos lo hubiesen
permitido. También, porque seguía siendo una cordal abrupta y escarpada que
sería una chulada patearla, pero que nos tuvimos que conformar con ampliarla
hasta el citado Puntal.
Puntal que supuso perder una cota
de 70 metros y subir casi 50 metros, tras el castigo sufrido, además de repetir
esas cifras a la inversa al regreso, pero para que estábamos aquí, sino.
Alcanzado el Puntal de Majada
Honda y tirar de la batería de fotos, recuperamos algo de energía, nos sentamos
a otear todo nuestro entorno y observar como el poste geodésico del pico María,
quedaba muy alejado y en lo alto de la estribación que junto en la que nos
encontrábamos, formaba la cabecera del Barranco Agrio.
Desde aquí, si teníamos unas
vistas claras de toda la cordal que aún quedaba por caminar, impresionantes
esos cortados, me quedé con las ganas, aunque tenía claro que no era el momento
de proseguir. Baje algo de cota por la cordal, fotografié, haciendo gala del
enorme zoom de mi cámara, la Sabina de la Sierra y otros lugares de interés,
regresando de nuevo a la máxima cota de esta elevación, para continuar con el
regreso.
En esta ocasión, ni por el Alto
de la Burrica, ni por María, pasamos, sino que cogimos una diagonal, evitando
subir a las diferentes elevaciones que coronamos a la ida. Contactando con el
mismo itinerario de la ida hasta alcanzar de nuevo el collado de Portalchico.
En este punto, descendimos por la
ladera Norte, lugar clásico de subida al pico, separándonos del trazado de ida,
por un sendero perfectamente marcado, pero formado por una amplia sucesión de
zigzag, para mitigar el esfuerzo, principalmente en la subida.
Contactamos con un amplio,
marcado y claro sendero, continuidad del carril procedente de la Ermita de la
Virgen de la Cabeza, que nos llevó a media ladera, por la falda Norte de la
Sierra, dirección Este-Noeste, hasta dar con el de inicio de subida a la ida.
Senda reconstruida desde hace
poco tiempo, muy bien trabajada y trazada, muy montañera, que te permitía unas
vistas a la izquierda, amplias y sin ningún obstáculo, con el pueblo de María
continuamente a nuestros pies y hacia la derecha, con las vistas de esas
verticales paredes y piedras casi colgantes en algunos puntos, de lo que era la
propia sierra de María, por la que fuimos anteriormente por encima.
En ocasiones, pasábamos por
amplios canchales de piedras, procedentes de la erosión de esas verticales
pétreas, hasta que conectamos con el carril de subida de la ida y ya sólo nos
quedó repetirlo de bajada para llegar a nuestro vehículo.
Cambio de calzado y del tirón
para Castril, donde pensábamos realizar al día siguiente, nuestra circular por
la cordillera de los Agrios, como segunda tentativa, aunque al final, tampoco
la pudimos realizar completa, así que esa entrada que pensaba colocar en el
blog, me la he ahorrado, aunque más adelante, caerá.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
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