Ruta realizada el día 2 de Enero
de 2014. La primera de este nuevo año.
Fuimos Juan José y yo, Antonio.
Procedentes de Sevilla, por la
autovía dirección Málaga, nos desviamos hacia el pueblo de Villanueva del
Trabuco que pasamos y, cuando la comarcal por la que circulábamos se unía con
la autonómica procedente de Zafarraya, la tomamos dirección Loja. Pasamos la
aldea de Los Alazores y la venta de la Reina. También pasamos el carril que nos
llevaría al cortijo de Pedro Bueno y nos detuvimos en la siguiente entrada, un
carril de tierra que nos dirigiría al cortijo de Fuente de Don Pedro, con todo
el macizo de sierra de Gibalto frente a nosotros.
Mochilas a la espalda y botas de
montaña en los pies, iniciamos nuestra aventura que, ni por la climatología
(parecía que se iba a poner a llover de un momento a otro) ni por el propio
trazado (teníamos entendido que pasaba por tierras privadas), las teníamos
todas con nosotros.
Anduvimos por el carril y,
rápidamente, vimos una balsa de agua y una edificación tipo almacén. Acto
seguido, nos encontramos con una alberca y proseguimos hasta que, en su final,
nos llevó al mismísimo cortijo de Fuente de Don Pedro. Dudamos por un momento e
intentamos averiguar dónde podría ubicarse su dueño pero, pasado algo de tiempo
y al no haber señales de vida ni perros ladrando, pasamos la portilla.
Sin duda se trataba de una
propiedad privada a la que nos gustaría haber pasado con el beneplácito de su
dueño pero, ante la ausencia de éste, la ausencia de candados y cierres de
vallados y el largo trayecto realizado para llegar hasta aquí, vimos oportuno
continuar con nuestro proyecto.
De todas formas nosotros seguimos
siempre el mismo patrón, llevarnos de las rutas que realizamos, únicamente, la
multitud de fotos que hacemos, siendo muy cuidadosos con todo lo que nos vamos
encontrando para dejarlo igual que lo hemos visto.
Caminamos en suave ascenso y
bordeamos una nueva balsa de agua. A partir de aquí el sendero se tornó más
pendiente. Fue durante este tramo donde pasamos junto a las ruinas del cortijo
del Chorrillo.
Pasado ese tramo de mayor
pendiente, esta se suavizó de nuevo y, prácticamente, llaneamos sobre una pequeña
meseta a cierta altitud. Íbamos bordeando todo el macizo del Gibalto. Las
vistas desde aquí eran amplias y se veía a grandes distancias. La elevación más
cercana y más llamativa era la de la sierra de las Cabras, que se elevaba
majestuosa.
Otra vez tuvimos que enfrentarnos
con una nueva subida, siempre por el contorno de la sierra. Durante un
trayecto, caminamos junto a un vallado alto y cinegético, de malla cuadrada. Dimos
con una puerta que indicaba coto privado de setas y, tras ver que el candado
estaba colocado pero no cerrado, pasamos para continuar con el ascenso. Por supuesto
lo dejamos como estaba como todo lo que nos vamos encontrando en nuestro
caminar.
Alcanzada la parte más elevada de
este tramo, nos depositó en otra especie de llanura mucho más amplia que la anterior
y a una cota superior. Seguíamos contorneando la sierra. De hecho, nos
dirigimos a uno de sus extremos, a la altura de la Artichuela, según el IGN,
para asomarnos a sus cortados que limitaban el macizo de Gibalto.
Desde esta zona se veía
perfectamente la elevación caliza del pico Gibalto y toda sus cordal, así como
otra cordal, prácticamente perpendicular a la anterior, que limitaban toda esa
planicie.
Me quedé con las ganas de subir
esta última pero llevábamos un plan prefijado y no teníamos claro que esta
ampliación nos permitiera conseguir los proyectos iniciales así que, a mi
pesar, lo dejamos.
Tras escudriñar bien todo ese
contorno y observar todos esos bellos rincones, nos dirigimos casi directamente
al pico. Para ello tuvimos que perder algo de cota, bajando a una vaguada que
se interponía entre nosotros y la mole rocosa del Gibalto para, después,
retomar la altura y en severa pendiente subir por la falda rocosa y trepar
entre las rocas, con alguno que otro paso delicado. Para más inri, la roca
estaba húmeda y el agarre no era el más adecuado.
Acabada la trepada, logramos
llegar a la cordal. Sólo nos quedó caminar algo por ella hasta dar con su poste
geodésico situado a 1.486 m de altitud.
Se trataba de un día típico de
invierno, nublado, gris y con la niebla pisándonos los talones, además del
viento reinante. Un día esaborío!! Pero tuvimos la gran suerte de que, ese día,
nos permitió gozar de todas las vistas
en todos los promontorios a los que nos subimos para, una vez fuera de ellos,
cuando bajábamos para subir al siguiente, cubrirse completamente para el resto
del día. Nunca me había pasado este detalle.
Tuvimos la gran suerte de acertar
en el recorrido elegido y en su dirección de exploración.
Picamos unas frutas y observamos,
mientras tanto, todo nuestro alrededor bajo un manto de nubes grises ilimitado
que nos ofrecía una banda de visión limitada en altitud.
Tras este merecido descanso
continuamos con la marcha y ya veíamos, ante nuestros ojos, nuestro siguiente
objetivo, el pico Forcales.
Para ello, tuvimos que descender
del Gibalto, prácticamente por su cordal, y alcanzar el collado que los unía
dónde encontramos de nuevo el vallado que mantuvimos, durante un buen trayecto,
lateralmente y que limitaba al coto privado de setas para, luego en ascenso y
por su cordal, pisar su cumbre de 1.375 m de altitud.
Las vistas desde esta nueva
elevación eran amplias y magníficas pero el viento frío nos impidió estar más tiempo, así que emprendimos la
bajada en seguida. Bajamos por el mismo camino de subida y, a la altura del
collado, nos fuimos desviando para caminar por la misma base de la ladera del
Gibalto junto a sus paredes calizas.
De nuevo nos tocó subir de lo
lindo. Al principio junto a matorral tipo aulagas y, más tarde, entre árboles.
Así subiendo, fuimos alcanzando su parte superior donde nos recibió un bonito
quejigo aislado que apuntaba a nuestro siguiente objetivo, la tercera elevación
del día.
Situados en la parte alta de este
nuevo trazado, no teníamos nada claro cómo intentar subir a esta elevación, al
menos por la cara que nos recibía. Se trataba de caras muy abruptas y sin pasos
evidentes. Prácticamente imposibles.
Nos obligó a saltar un vallado
para acometer su subida por la otra vertiente que sí era más factible. En poco
tiempo alcanzamos su cumbre. Desde ella podíamos divisar nuestro vehículo
aparcado junto a la carretera, a lo lejos y al fondo.
Bajamos, continuando un trayecto
por su cordal, para terminar bajando frente a la cara que veíamos al ir
llegando a esta elevación. Se trataba de una zona de grandes bloques de piedras
caóticos y caídos de las propias paredes de la cara Norte de esta cumbre. Un
lugar muy llamativo.
Decidimos bajar con dirección
hacia las laderas del Forcales, por la vaguada paralela a la que subimos
anteriormente (prácticamente dibujamos una z) Fue un descenso suave y agradable
entre algunos quejigos y bloques pétreos aislados.
Teníamos al fondo una marca
sobresaliente sobre la ladera del Forcales que nos iba llamando mucho la
atención. Aún más a medida que nos íbamos acercando a ella.
Prácticamente cuando llegamos a
su altura, próximos al cortijo del Hoyón, comprobamos que se trataba de un
enorme cobijo cuyas paredes estaban formadas por el levantamiento de unos
enormes estratos en forma de unas enormes planchas de piedra que, aparentemente,
eran utilizados como aprisco.
También escudriñamos las ruinas
de un antiguo cortijo con su pequeño horno y todo.
El regreso lo realizamos por un
marcado sendero, marcado en los planos del IGN, que se dirigía hacia el cortijo
de la Parilla, que abandonamos en un punto para seguir en descenso bordeando
todo el macizo de sierra Gibalto.
Terminamos en un campo de olivos
por el que caminamos bastante longitud, teniendo que atravesar incluso un
arroyo, arroyo de las Mozas, que, con un mínimo caudal, cruzamos sin problemas.
Eso sí, con zarzas pinchosas no demasiado espesas, menos mal!!.
El tiempo de cambiarnos de botas
y alguna ropa y, metidos en el coche para iniciar el regreso a casa, comenzó a
llover. Lo dicho, nos salió el día redondo!!! Y eso que el sol no lo vimos en
ningún momento, pero nos permitió disfrutar de un magnífico día de campo.
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