Ruta realizada el día 8 de
Diciembre de 2013.
Fuimos Rodrigo y yo, Antonio.
Antes de llegar a nuestro
destino, nos paramos para contemplar una neblina baja que cubría una vasta
extensión a la altura de Hundidero.
He subido al pico Ventana en
varias ocasiones pero todas desde Benaoján, nunca he subido desde el llano de
los Pozuelos (por la otra ladera). Es uno de esos picos dónde, subas las veces
que subas, jamás te cansas de hacerlo. No por el esfuerzo físico que tienes que
vencer y el fuerte desnivel, sea por la cara que sea, sino por la propia
fisonomía del mismo y por las espectaculares vistas que desde su poste
geodésico se obtienen.
Cogimos un día claro y despejado
y, a las 9,30h, aparcamos el coche frente a la cancela que cierra el camino que
nos llevaría al cortijo del Pozuelo, junto a la misma carretera que une
Benaoján con Cortes de la Frontera, a unos 3 Km del cruce que divide el
Benaoján Bajo del Alto.
Con mochila a la espalda y botas
de montaña en los pies iniciamos nuestro trazado.
Superamos la cancela por su borde
exterior que permitía la entrada de forma incómoda aunque, según un lugareño
que nos encontramos, aquello debía de ser servidumbre de paso y la cancela no
debía existir.
Normalmente he subido al Ventana
justamente desde las últimas casas del pueblo, por un sendero que va por la
falda de la ladera hasta que conecta con el camino por el que vamos, a la
altura de las dos primeras edificaciones cortijos-establos que se encuentran
justamente bajo el macizo de la sierra de Benaoján.
En esta ocasión me apetecía
cambiar la rutina y decidí hacerlo por el propio camino. Subíamos una buena
pendiente que, a veces, incrementábamos acortando curvas del mismo.
Pasamos al lado de una formación
rocosa en forma de pequeño torcal y, en poco tiempo, estábamos junto a las
citadas edificaciones.
Las bordeamos dejándolas a
nuestra derecha y nos dirigimos a un camino que partía del que llevábamos y
subía, en fuerte pendiente, hacia Monte Prieto. Desde aquí las vistas del
Ventana eran espectaculares.
Subimos por este segundo carril,
algo más deteriorado que el anterior, y alcanzamos su collado, desde el que
teníamos unas excelentes vistas del pueblo de Benaoján.
El collado quedaba limitado, a su
izquierda, por toda una ladera de severa pendiente hacia el pico Ventana y, a
su derecha, de un promontorio que no pude resistir subir. Una bonita atalaya.
Nos tomamos un respiro para enfrentarnos
con esta dura subida. En 800 m horizontales íbamos a salvar cerca de 300 m
verticales. Nos lo tomamos con calma, pero casi sin pausa, y las vistas, a
medida que ascendíamos, eran más impactantes y la pendiente más acusada. Si te
tropezabas o perdías algo el equilibrio, costaba bastante trabajo mantener tu
verticalidad sin descender algo de tu posición.
Poco a poco fuimos alcanzando la
parte superior. Las paredes verticales de la cumbre, las teníamos junto a
nosotros. Nos dirigimos hacia la cordal pétrea para subir los últimos metros de
las cotas superiores.
Una vez sobre la cordal, ésta nos
recibió con una terraza natural formada por grandes planchas de rocas calizas
de grandes dimensiones y con unas inmejorables vistas sobre los llanos de Líbar
y todas sus sierras flanqueándolos. Aún se divisaba el color blanquecino de la
escarcha en la mitad del llano.
Ya teníamos la atractiva cordal
para alcanzar el poste geodésico en nuestras manos. Nos costaba caminar porque
no nos cansábamos de mirar el paisaje de los alrededores. Multitud de sierras y
planicies a 360º.
En las zonas de penumbra, las
orientadas al Norte, aún conservaban la helada nocturna.
Conseguido encumbrar, nos tomamos
varias piezas de frutas y nos deleitamos con las maravillosas vistas que no me
canso de admirar. Sierra de Palo con el Tunio en primer lugar, la sierra de
Líbar y Mojón Alto y sierra de Pinos, al fondo, con todo el llano de Líbar
entre ellos. Una bella estampa.
Hacia el lado contrario, con la
sierra de Juan Diego en primer lugar alineada con Montejaque y, algo más
retirado, la sierra de Montalate, el cerro del Hacho y, algo más a la derecha,
el Tavizna, situado junto al embalse de Montejaque y encima de la boca de
Hundidero, cavidad que se puede realizar saliendo por la boca del Gato. Una
integral de unos 4,5 Km que se puede realizar subterráneamente. Al fondo, y
algo a la izquierda, los cerros de Malaver y tajos de Lagarín y las Grajas. Un
espectáculo soberbio.
También divisábamos Ronda y su
tajo.
Tras este merecido descanso y
deleite para la vista, continuamos con nuestro proyecto de ruta.
Comenzamos la bajada, dirección
Montejaque, con la idea de asomarnos a esa espectacular y llamativa puerta con
su vertiginosa caída completamente vertical.
Por supuesto, aunque no lo he
mencionado hasta ahora, estamos en el reino de la roca caliza. Es un paisaje
kárstico 100% y, desde el inicio de la
subida a la cordal y hasta que no empecemos a descender bordeando la falda
contraria, nos moveremos continuamente de roca en roca, evitando fisuras y
grietas, y caminaremos por lapiaces cortantes y horadados donde, a veces, es
difícil apoyar las botas.
Tras descender a una planicie,
nos desviamos a nuestra derecha para asomarnos a esa vertiginosa puerta.
Desde
arriba veíamos pastar a un grupo de vacas a lo lejos y muy por debajo de
nosotros.
Retrocedimos algo por nuestros
mismos pasos y caminamos por esta relativa llanura. Íbamos trazando una amplia
curva, buscando la otra ladera del Ventana, pasando rincones preciosos,
pequeños torcales escondidos y, poco a poco, introduciéndonos en la sierra de
Juan Diego.
Nos encontramos con los huesos
esparcidos de una vaca y, con nuestra imaginación desbordada, nos fotografiamos
cual soldados de otras épocas.
Fuimos ladeando, por la falda. Al
principio, bajamos algo de desnivel ya que, en el google earth, yo había
divisado un sendero marcado por toda esa ladera a una cota baja pero, no
llegamos a conectar completamente y eso que trochamos pendiente abajo, para
hacer la unión, aprovechando sendas de cabras porque estaba ocupado por ganado
vacuno con sus crías y no me fiaba ni un pelo. Así que, durante un trayecto,
caminamos campo a través paralelos a dicho sendero a una cota algo superior.
Las vistas, de nuevo sobre los
llanos del Pozuelo, eran magníficas y muy cercanas. Aquí se ubican tres
importantes simas, la de Pozuelo I, Pozuelo II o sima nueva del Pozuelo y
Pozuelo III o sima de Don Manuel Pérez.
Una vez que comenzamos a ver el
camino libre, sencillamente, conectamos con el sendero que nos llevó de manera
mucho más cómoda hasta que nos topamos con un vallado, al que bordeamos un
corto trayecto en ascenso para, luego, seguirlo durante mayor longitud, en
descenso, hasta llegar a una esquina formada por un nuevo vallado que volvimos
a seguir, en paralelo, hasta conseguir superarlo mediante una portilla que nos
dió acceso a una llanura donde nos encontramos con una era.
Continuamos por la vaguada que
formaba el macizo del Ventana y una elevación que, por su otra vertiente,
formaba el Puerto de Cufrú.
Bordeábamos la mole del Ventana
hasta que tomamos las escaleretas árabes. Precioso empedrado que se conserva en
buen estado.
Comenzamos a ver, a lo lejos, el
cortijo Baldío. Al pasar a su altura también visualizamos el cortijo del
Pozuelo y su pozo con dos piletas labradas en piedra. Ya por camino, llegamos
de nuevo a las dos edificaciones que localizamos al principio del itinerario,
cerrando así el trazado circular.
Sólo nos restó continuar por el
camino que trajimos por la mañana hasta alcanzar el coche, donde nos cambiamos
de calzado y alguna vestimenta, y tiramos hacia nuestro bar favorito de
Montellano, raudos y veloces.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
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