Ruta realizada el 24 Marzo 2013.
Fuimos Patxi, Juan José y yo,
Antonio, el que les escribe.
No teníamos claro la ruta a
realizar, es más, tampoco habíamos decidido si comenzar por la Ermita Virgen de
la Sierra, por la zona de Cabra o comenzar por Zuheros.
Si pretendíamos hacer una amplia
ruta circular y visitar las chorreras que debían estar a tope de agua, y más
con el día que hizo, lluvioso y gris.
En el transcurso del desayuno
elegimos entrar por Zuheros, así que para allá nos dirigimos.
Justo antes de entrar al pueblo,
e inmediatamente antes de pasar por el puente que salva al río Bailón, dejamos
el vehículo en el aparcamiento.
Nuestra idea era la de subir al
collado y seguir el trazado que discurre siguiendo el curso del citado río.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos nuestra subida por el marcado trazado
empedrado que nos subía al collado o punto más alto, donde vimos unas
espléndidas vistas del pueblo de Zuheros con su fantástico castillo
coronándolo.
Continuamos por el claro sendero
hasta que nos llevó a la misma margen del río donde nos llevamos una
desagradable sorpresa, ¡ era completamente imposible cruzarlo ¡
El caudal era enorme y ni
siquiera quitándonos las botas tendríamos garantías de poderlo llevar a cabo,
además de que sabíamos que había que cruzarlo al menos un par de veces más.
Tras mirar por todos los posibles
puntos para encontrar un paso factible, desistimos. Llegamos a valorar la
posibilidad de coger de nuevo el coche y plantarnos en la zona de Cabra para comenzar
desde allí.
Pero al ir bajando por el mismo
recorrido por el que subimos, observamos que un dibujado y clarísimo sendero
salía hacia nuestra izquierda, como en dirección al pico Abrevia.
Sin pensarlo lo cogimos sin saber
claramente a donde nos iba a llevar (consultando el IGN nos indica que se trata
de la “Colada del Pozuelo”), pero la idea de coger de nuevo el coche no nos
apetecía a ninguno (por este motivo, en el track tengo un tramo sin marcar donde
no se une el final del recorrido con el inicio del mismo. Directamente lo
borré)
Se trataba de un sendero en
continuo ascenso, claro y definido. Nos encontramos con el Pilar del Pozuelo,
una fuente que vierte sus aguas sobre tres piletas de piedras escalonadas.
Durante un buen tramo del
trayecto se observaba claramente la autovía abajo, ya que caminábamos por la
misma falda o ladera de la montaña y las vistas eran amplias y sin ningún
obstáculo para nuestra vista.
La subida era continua y sin
ningún tramo llano para descansar. El terreno comenzó a ser más rocoso o al
menos afloraban más piedras.
Llegó un momento que, aunque en
ascenso, la pendiente se fue suavizando y el terreno por el que caminábamos fue
extendiéndose y haciéndose más amplio. Eran lugares donde pastaban los grupos
de ovejas, principalmente.
En alguna ocasión tuvimos que
pasar por alguna portilla y llegamos a una zona donde existían árboles muy
diseminados.
Era una parte más bien llana hasta que, de repente, iniciamos una
bajada dirección al río Bailón entre diferentes cercados de alambres y muros de
piedras, como unas especies de apriscos.
Dejamos a nuestra derecha un
sendero que se dirigía hacia unos cortijos y llegaba hasta la base del Abrevia pero,
hoy, ese no era nuestro objetivo.
Nos comenzó a llover ligeramente,
aunque era la tónica del día.
Por fin alcanzamos el margen del río y, para
nuestro alivio, había colocadas unas enormes piedras, puestas una a
continuación de la otra, que servían para poder atravesarlo,! menos mal ¡ pues
llevaba bastante agua, aunque por esta parte el río se ensanchaba, ya que no
iba encajonado, y era más fácil de superar.
Continuamos por una zona que
alternaba rocas con tierra y caminábamos entre árboles. Aunque bastante
separados unos de otros,
de repente la arboleda se corta o termina y nos vemos
atravesando una amplísima pradera. Se trataba del valle de la Nava por su parte
más alejada a la entrada por la Ermita.
Estaba totalmente anegada y
cubierta por una sutil película de agua que, al caminar, nos salpicaba al salir
despedida.
La cruzamos transversalmente y,
en su otra margen, fluía con gran fuerza un arroyo que se unía al Bailón. Lo
seguimos durante un tramo y nos llevó a nuestra primera chorrera.
Era espectacular!! Un paraje
maravilloso, mágico, inesperado. Fotos a punta pala y además elegimos este lugar
para almorzar y comernos nuestras frutas, bocatas y demás aperitivos, gozando
de esa maravilla de la naturaleza para nosotros solos ya que, en ese día tan
malo, climatológicamente hablando, no nos encontramos con muchos senderistas,
por no decir con ninguno.
Tras nuestro merecido descanso subimos
la chorrera dejándola a nuestra izquierda, por entre las rocas y subiendo al
nivel superior.
Nos encontramos con un bosque
prácticamente de galería que limitaba, y en parte cubría, al arroyo que alimentaba
la chorrera. Sus fantásticas tonalidades de verdes por culpa del musgo que lo
envolvía todo, rocas y troncos, daba al conjunto un toque extraño y diferente
al resto de lo que hasta ahora habíamos visto.
Seguimos su curso, cambiando a
veces de orilla, por un arroyo cuyo cauce estaba muy escalonado y ofrecía un
aspecto precioso.
De repente, al fondo, se dejó ver
nuestra siguiente chorrera. Si la anterior era espectacular, para ésta no tengo
palabras. Disponía de oquedades en sus paredes como unas especies de hornacinas
en las que nos faltó poco tiempo en introducirnos; total, con los trajes de
agua que ya llevábamos puestos, más no nos íbamos a mojar. Así que fotos desde
todos los ángulos posibles y, evidentemente, también desde arriba, ¡ como Dios
manda ¡
Una maravilla para los sentidos,
un lugar con gran atractivo y un regalo para nosotros en exclusiva.
Tras estar un buen tiempo por los
alrededores, continuamos nuestra marcha remontando el curso hasta alcanzar una
pequeña llanura donde, a nuestra derecha, observamos un vallado que dejamos,
tomando hacia nuestra izquierda, con la idea de visitar unas canteras que existen
por allí.
El firme seguía siendo un
barrizal y estaba completamente encharcado pero, durante un periodo prolongado,
la lluvia cesó y el sol tomó su lugar brindándonos unos momentos de relax
espectaculares.
Estuvimos por toda esa zona
buscando fósiles para fotografiarlos. En particular, buscábamos uno sobre
piedra rojiza que vimos en una foto cuando descargábamos algunas de la rutas
para orientarnos por este lugar, aunque no llegamos a localizarlo.
Estuvimos picando (comiendo, no pensar mal, je, je..) algo sobre una
gran superficie de piedra lisa, tipo losa, donde se veían, claramente, muchos
fósiles ¡ Sentados sobre el fondo del mar de hace miles de años!!! Una pasada ¡
Emprendimos nuestro camino, ya de
regreso de la circular y además en ligero descenso, pasando por el extremo más
alejado del Valle de la Nava pero decidimos regresar hacia Zuheros siguiendo el
curso del Bailón y, si hiciera falta el cruzarlo, más no nos podíamos mojar, así
que la decisión estaba tomada.
De repente nos empezó a granizar
a la altura de la fuente de la Fuenfría. Fue una granizada corta pero intensa
y, lo último que pensábamos que nos podría ocurrir. La pena es no haber podido
fotografiar con tranquilidad ese momento.
A la altura de la fuente de la
Mora, y cuando era inminente el mojarnos para atravesar el Bailón, vimos con
grata sorpresa un senderillo bastante marcado por la ladera por la que
caminábamos que, en ascenso, iba paralelo al cauce del río.
Sin pensarlo dos veces decidimos
tomarlo esperando que nos llevase a nuestro objetivo sin necesidad de calarnos
hasta los huesos.
Empezó a tomar altura de tal modo
que el Bailón se nos quedó bastante bajo. Caminábamos por la falda de la ladera
que delimitaba el río, pasamos un canchal y ,cuando estábamos al lado de una
roca en forma de aguja, divisamos a lo lejos el pueblo de Zuheros. Se nos iba
confirmando la certeza y acierto de haber elegido dicho sendero.
Pasamos por auténticos miradores
naturales del cañón y pueblo de Zuheros. Un auténtico espectáculo.
Al final, nos conectó con la
carretera que sube del pueblo a la cueva de los murciélagos y, por ella,
anduvimos los metros finales no sin antes explorar y observar un vertiginoso
mirador artificial desde el que se oteaba Zuheros y su cañón de forma
espléndida.
También localizamos una vía
ferrata que llegaba hasta el mismo mirador.
Una vez en el pueblo, lo tuvimos
que atravesar a lo largo para llegar al aparcamiento, no sin antes pasar
por un simpático “pasaje” que comunicaba dos calles paralelas.
Ya en el coche, nos tomamos el
resto de frutas y aperitivos que nos quedaron, nos cambiamos de calzado,
calcetines y algunas ropas, yo incluso de pantalón, y tiramos millas para
Sevilla tras pararnos en una venta del camino para tomarnos un café calentito.
Esta vez nos falló nuestro
queridísimo y adorado bar Rural de Montellano. Algo tenía que salir mal, digo
yo¡!
Para descargar el track de esta ruta, pincha sobre el siguiente enlace:
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