lunes, 7 de abril de 2014

Sierra de Gibalto. Exploración completa

Ruta realizada el día 2 de Enero de 2014. La primera de este nuevo año.

Fuimos Juan José y yo, Antonio.

Procedentes de Sevilla, por la autovía dirección Málaga, nos desviamos hacia el pueblo de Villanueva del Trabuco que pasamos y, cuando la comarcal por la que circulábamos se unía con la autonómica procedente de Zafarraya, la tomamos dirección Loja. Pasamos la aldea de Los Alazores y la venta de la Reina. También pasamos el carril que nos llevaría al cortijo de Pedro Bueno y nos detuvimos en la siguiente entrada, un carril de tierra que nos dirigiría al cortijo de Fuente de Don Pedro, con todo el macizo de sierra de Gibalto frente a nosotros.

Mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos nuestra aventura que, ni por la climatología (parecía que se iba a poner a llover de un momento a otro) ni por el propio trazado (teníamos entendido que pasaba por tierras privadas), las teníamos todas con nosotros.

Anduvimos por el carril y, rápidamente, vimos una balsa de agua y una edificación tipo almacén. Acto seguido, nos encontramos con una alberca y proseguimos hasta que, en su final, nos llevó al mismísimo cortijo de Fuente de Don Pedro. Dudamos por un momento e intentamos averiguar dónde podría ubicarse su dueño pero, pasado algo de tiempo y al no haber señales de vida ni perros ladrando, pasamos la portilla.



Sin duda se trataba de una propiedad privada a la que nos gustaría haber pasado con el beneplácito de su dueño pero, ante la ausencia de éste, la ausencia de candados y cierres de vallados y el largo trayecto realizado para llegar hasta aquí, vimos oportuno continuar con nuestro proyecto.

De todas formas nosotros seguimos siempre el mismo patrón, llevarnos de las rutas que realizamos, únicamente, la multitud de fotos que hacemos, siendo muy cuidadosos con todo lo que nos vamos encontrando para dejarlo igual que lo hemos visto.

Caminamos en suave ascenso y bordeamos una nueva balsa de agua. A partir de aquí el sendero se tornó más pendiente. Fue durante este tramo donde pasamos junto a las ruinas del cortijo del Chorrillo.



Pasado ese tramo de mayor pendiente, esta se suavizó de nuevo y, prácticamente, llaneamos sobre una pequeña meseta a cierta altitud. Íbamos bordeando todo el macizo del Gibalto. Las vistas desde aquí eran amplias y se veía a grandes distancias. La elevación más cercana y más llamativa era la de la sierra de las Cabras, que se elevaba majestuosa.



Otra vez tuvimos que enfrentarnos con una nueva subida, siempre por el contorno de la sierra. Durante un trayecto, caminamos junto a un vallado alto y cinegético, de malla cuadrada. Dimos con una puerta que indicaba coto privado de setas y, tras ver que el candado estaba colocado pero no cerrado, pasamos para continuar con el ascenso. Por supuesto lo dejamos como estaba como todo lo que nos vamos encontrando en nuestro caminar.



Alcanzada la parte más elevada de este tramo, nos depositó en otra especie de llanura mucho más amplia que la anterior y a una cota superior. Seguíamos contorneando la sierra. De hecho, nos dirigimos a uno de sus extremos, a la altura de la Artichuela, según el IGN, para asomarnos a sus cortados que limitaban el macizo de Gibalto.




Desde esta zona se veía perfectamente la elevación caliza del pico Gibalto y toda sus cordal, así como otra cordal, prácticamente perpendicular a la anterior, que limitaban toda esa planicie.



Me quedé con las ganas de subir esta última pero llevábamos un plan prefijado y no teníamos claro que esta ampliación nos permitiera conseguir los proyectos iniciales así que, a mi pesar, lo dejamos.

Tras escudriñar bien todo ese contorno y observar todos esos bellos rincones, nos dirigimos casi directamente al pico. Para ello tuvimos que perder algo de cota, bajando a una vaguada que se interponía entre nosotros y la mole rocosa del Gibalto para, después, retomar la altura y en severa pendiente subir por la falda rocosa y trepar entre las rocas, con alguno que otro paso delicado. Para más inri, la roca estaba húmeda y el agarre no era el más adecuado.




Acabada la trepada, logramos llegar a la cordal. Sólo nos quedó caminar algo por ella hasta dar con su poste geodésico situado a 1.486 m de altitud.





Se trataba de un día típico de invierno, nublado, gris y con la niebla pisándonos los talones, además del viento reinante. Un día esaborío!! Pero tuvimos la gran suerte de que, ese día,  nos permitió gozar de todas las vistas en todos los promontorios a los que nos subimos para, una vez fuera de ellos, cuando bajábamos para subir al siguiente, cubrirse completamente para el resto del día. Nunca me había pasado este detalle.

Tuvimos la gran suerte de acertar en el recorrido elegido y en su dirección de exploración.

Picamos unas frutas y observamos, mientras tanto, todo nuestro alrededor bajo un manto de nubes grises ilimitado que nos ofrecía una banda de visión limitada en altitud.

Tras este merecido descanso continuamos con la marcha y ya veíamos, ante nuestros ojos, nuestro siguiente objetivo, el pico Forcales.


Para ello, tuvimos que descender del Gibalto, prácticamente por su cordal, y alcanzar el collado que los unía dónde encontramos de nuevo el vallado que mantuvimos, durante un buen trayecto, lateralmente y que limitaba al coto privado de setas para, luego en ascenso y por su cordal, pisar su cumbre de 1.375 m de altitud.










Las vistas desde esta nueva elevación eran amplias y magníficas pero el viento frío nos impidió  estar más tiempo, así que emprendimos la bajada en seguida. Bajamos por el mismo camino de subida y, a la altura del collado, nos fuimos desviando para caminar por la misma base de la ladera del Gibalto junto a sus paredes calizas.


De nuevo nos tocó subir de lo lindo. Al principio junto a matorral tipo aulagas y, más tarde, entre árboles. 





Así subiendo, fuimos alcanzando su parte superior donde nos recibió un bonito quejigo aislado que apuntaba a nuestro siguiente objetivo, la tercera elevación del día.


Situados en la parte alta de este nuevo trazado, no teníamos nada claro cómo intentar subir a esta elevación, al menos por la cara que nos recibía. Se trataba de caras muy abruptas y sin pasos evidentes. Prácticamente imposibles.


Nos obligó a saltar un vallado para acometer su subida por la otra vertiente que sí era más factible. En poco tiempo alcanzamos su cumbre. Desde ella podíamos divisar nuestro vehículo aparcado junto a la carretera, a lo lejos y al fondo.






Bajamos, continuando un trayecto por su cordal, para terminar bajando frente a la cara que veíamos al ir llegando a esta elevación. Se trataba de una zona de grandes bloques de piedras caóticos y caídos de las propias paredes de la cara Norte de esta cumbre. Un lugar muy llamativo.






Decidimos bajar con dirección hacia las laderas del Forcales, por la vaguada paralela a la que subimos anteriormente (prácticamente dibujamos una z) Fue un descenso suave y agradable entre algunos quejigos y bloques pétreos aislados.




Teníamos al fondo una marca sobresaliente sobre la ladera del Forcales que nos iba llamando mucho la atención. Aún más a medida que nos íbamos acercando a ella.



Prácticamente cuando llegamos a su altura, próximos al cortijo del Hoyón, comprobamos que se trataba de un enorme cobijo cuyas paredes estaban formadas por el levantamiento de unos enormes estratos en forma de unas enormes planchas de piedra que, aparentemente, eran utilizados como aprisco.




También escudriñamos las ruinas de un antiguo cortijo con su pequeño horno y todo.



El regreso lo realizamos por un marcado sendero, marcado en los planos del IGN, que se dirigía hacia el cortijo de la Parilla, que abandonamos en un punto para seguir en descenso bordeando todo el macizo de sierra Gibalto.


Terminamos en un campo de olivos por el que caminamos bastante longitud, teniendo que atravesar incluso un arroyo, arroyo de las Mozas, que, con un mínimo caudal, cruzamos sin problemas. Eso sí, con zarzas pinchosas no demasiado espesas, menos mal!!.


El tiempo de cambiarnos de botas y alguna ropa y, metidos en el coche para iniciar el regreso a casa, comenzó a llover. Lo dicho, nos salió el día redondo!!! Y eso que el sol no lo vimos en ningún momento, pero nos permitió disfrutar de un magnífico día de campo.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




 Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:



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