La primera ruta realizada en este
nuevo año que comienza, concretamente, el día dos de Enero del año 2015.
Fuimos Mª José y yo, Antonio, a
subir, al menos por cuarta vez (si no recuerdo mal), este precioso pico. En
esta ocasión desde Canillas de Aceituno.
Anteriormente lo había realizado
lineal, desde el Robledal, en otra ocasión, por los Barracones y vuelta por el
Robledal. Recuerdo también la circular realizada desde el pueblo de Sedella y,
no sé si he repetido algún que otro itinerario de subida a este magnífico pico.
Procedentes de Sevilla, por la
autovía de Málaga, pasado Antequera, nos desviamos por Casabermeja, dirección
hacia el Colmenar y Riogordo y, siempre por la carretera que nos llevaría a
Vélez-Málaga, bordeamos el embalse de la Viñuela, desde el que tomé una
fantástica fotografía del macizo a coronar y tomamos el desvío hacia Canillas
de Aceituno.
Intentamos por todos los medios
aparcar en la parte alta del pueblo pero nos fue imposible, así que dejamos el
vehículo casi a la salida del pueblo hacia Sedella, prácticamente en la parte
más baja, con el consiguiente desnivel adicional al ya amplio, de la subidita
que nos esperaba.
Pero no hay mal que por bien no
venga, ya que tuvimos que recorrer numerosas calles de este precioso pueblo,
muchas de ellas adornadas con simpáticos azulejos que contaban parte de la
historia de esta población. Abandonamos el pueblo, que se fue quedando bajo
nuestros pies poco a poco, por la calle Convento y Arroyo de la Fuente, dando
paso a un carril de tierra que nos llevó junto a unas casillas y depósitos de
agua donde ya conectamos con un marcado sendero que no abandonamos en ningún
momento en toda la subida.
La primera parte de este continuo
ascenso, ya por el sendero de Casa de la Nieve nos llevó, entre un pinar, por la
zona conocida como “Lomilla del Huertezuelo” para, a continuación, acceder,
siempre insisto en continua subida, a la zona conocida por la “Lomilla del
Albarcón”.
Sendero perfectamente marcado y
claro que subía un desnivel importante y regular, dejando ver unas vistas perfectas
hacia atrás, sobre el pueblo de Canillas de Aceituno y el embalse de Viñuelas,
entre otras sierras más alejadas.
Poco a poco fueron raleando los
árboles que, de vez en cuando, encontrábamos más dispersos, incluso zonas donde
se percibían quemados de algún incendio pasado.
Llegamos a la zona conocida como
la “Rábita” donde encontramos una fuente, una pequeña zona cercada y la boca de
cueva de la Rábita.
Aquí estuvimos entretenidos algún
tiempo bicheando este entorno, hasta que decidimos continuar con la eterna
subida. Ya sólo teníamos por delante plantas de mediano porte y específicas de
cierta cota o altitud y piedras. Tónica de lo que nos acompañaría
constantemente hasta la cumbre.
Tuvimos la suerte de contemplar
algunos ejemplares de cabras montesas y fuimos descubriendo las primeras e
impresionantes estribaciones de este macizo.
A nuestra derecha, según subíamos
por su cara Sur, vislumbrábamos el barranco del Almanchares, barranco que, en
su día, yo realicé con las técnicas de barranquismo.
Continuamos subiendo. Ya, el
paisaje pétreo comenzaba a ganar la batalla al vegetal claramente y contactamos
con el punto donde, en su día, abandonamos el sendero que nos quedaba por
realizar para cerrar el circular realizado desde Sedella, eso sí, en sentido
inverso al que íbamos.
Poco después alcanzamos el
collado de la Gitana y, como le llevaba algo de ventaja a Mª José, me dio por
subir a esa elevación rocosa de 1.367m de altitud que lo delimitaba por uno de
sus lados.
Realmente se trataba de un pequeño espolón de una larga estribación
donde se ubicaba el collado de la Rábita, Hoya Alta y llegaba hasta su parte
más extrema, que debía de tratarse de un magnífico balcón natural, para
contemplar a vista de pájaro la población de Canillas de Aceituno, el Peñón
Grande con sus 1.112m de altitud.
Aun nos quedaba faena por
realizar aunque la continuación del collado nos dio un ligero respiro, ya que
el sendero no se tornó tan pendiente. Pero fueron pocos metros, acentuándose
bastante para alcanzar la zona conocida por “Los Charcones”, lugar donde
deberíamos tomar el sendero a la vuelta para realizar el trazado circular, el
camino de las Caleras, sendero que recorría las laderas situadas al Sur, que
formaban el Barranco de las Tejas Lisas, donde observábamos temibles placas
heladas.
Continuamos con nuestra marcha,
atravesando dicho barranco y volviendo a tomar un fuerte desnivel por un
sendero de herradura perfectamente realizado y utilizando multitud de zigzags
para mitigar la pendiente. Así alcanzamos la cresta de la siguiente
estribación.
Vistas fantásticas hacia el Sur,
con el Mediterráneo de fondo, aunque por culpa de la calima, las tierras
africanas no las divisamos.
Me acerqué en un momento a la
elevación de la Colada Puerto el Pico, de 1.692m de altitud, cumbre que
delimitaba un enorme y vertical barranco que tuve la suerte de disfrutar.
Ya sólo nos quedó, y no por ello
fue rápido ni carente de esfuerzo, continuar más o menos por la línea de
cumbres de esta estribación hasta conseguir la ansiada y bella cima de la
Maroma, con sus 2.069m de altitud y su esbelto poste geodésico que, para quien
tenga vértigo, aconsejo no subirlo.
Durante este trayecto, de nuevo
coincidimos con las infatigables cabras montesas y comenzamos a ver,
diseminadas, manchas de nieve que aun aguantaban.
Tras coronar debida y
respetuosamente la cumbre, máxima cota de Málaga, nos dedicamos a pegarnos un
reporte energético, gozando de todas las maravillosas vistas de los
alrededores, así como entretenernos con las cabras que nos rodeaban y los
simpáticos pajarillos.
Pero tocó regresar, lo hicimos
más o menos por el mismo camino de vuelta hasta alcanzar “Los Charcones”, donde
iniciamos el itinerario circular. Al principio, algo preocupados ya que, el
barranco exhibía grandes placas de hielo en su cauce y no teníamos nada claro
por donde transitaba exactamente el sendero ya que, al principio no se
observaba claramente por donde tiraba, por culpa de la espesa vegetación, y no
sabíamos qué nos podríamos encontrar en esa zona de umbría.
Caminamos por un sendero que,
poco a poco, se hizo muy evidente y claro, pero que se internaba entre una
vegetación espesa, quedando la senda clara y definida pero limitada íntimamente
por la vegetación circundante. Además, la luz solar iba menguando a pasos
agigantados.
Recorrimos toda esa ladera
longitudinalmente al Barranco de las Tejas Lisas, siempre en descenso y
deseando no encontrar en ningún momento ningún imprevisto que nos hiciera
retrasarnos, ya que contábamos con poco tiempo de luz.
Recorridos unos dos kilómetros,
la senda nos atraviesa la cordal de esa estribación hacia la ladera colindante,
hacia el Sur, y en un marcado descenso nos llevó al fondo del valle paralelo al
que llevábamos. Lo cruzamos y rápidamente conectamos con un carril de tierra denominado
“Camino al Collado de la Rábita”.
Sólo nos restó seguirlo hasta que
nos dejó en el pueblo, eso sí, la noche nos pilló durante un largo recorrido,
menos mal que ya caminábamos por camino y no por sendas.
Durante la bajada nos encontramos
con el mirador del Castillejo, aunque sólo divisábamos las siluetas de algunas
montañas. En esos momentos la noche nos había dado caza definitivamente.
Pude practicar la fotografía
nocturna al ir acercándonos a la población. Callejeamos de nuevo y paramos en un
bar para reponer algunas sales minerales perdidas y reponer el nivel energético
para coger, con seguridad, el vehículo que nos llevaría de regreso a Sevilla.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Si quieres el Track del itinerario, pincha sobre el siguiente enlace:
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