Ruta realizada el día 4 de
Diciembre del año 2.011.
Fuimos Rodrigo y yo, Antonio, con
la idea de pisar el techo de la provincia de Sevilla.
También, esta crónica, es otra
ruta anterior al blog, que introduzco para incluirla en los apartados de los
techos provinciales.
Procedentes de Sevilla pasamos
Morón de la Frontera, Pruna a continuación y, con dirección a Algámitas por la
carretera SE-462, dejamos el vehículo pasado la Ermita de la Virgen de Fátima,
aproximadamente a la altura del Rancho de Guiriguí.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos la ruta, caminando algunos metros por la
propia carretera, para dejarla a la altura de una clara vaguada por la que
comenzamos la subida.
Entre vegetación de bajo y
mediano porte, además de árboles, la mayoría encinas, comenzamos nuestra
ascensión.
Nuestro primer objetivo era el de
alcanzar el collado que se veía o, más bien se intuía ya que la vegetación no
dejaba ver demasiado lejos, en lo alto nuestra.
Por un sendero claro, fuimos
subiendo y alcanzado el collado. Lo primero que vimos fue un pluviómetro algo
doblado y no creo que sea por el peso de las aguas que se recojan en esta zona.
Se trataba de una planicie
despejada de plantas, sólo había hierbas y algunas que otras piedras aisladas.
En este punto tuvimos que tomar
dirección Este a media ladera, siempre subiendo, hacia un nuevo collado que se
interponía entre nosotros y el pico del Terril. Allí mismo había un promontorio
rocoso que, por supuesto, visitamos.
Superado el collado, vimos toda
la cordal que nos llevaría a nuestro objetivo. Se trataba de una sucesión de
lomas redondeadas.
Utilizando senderos de cabras,
que había muchas por allí, continuamos a media ladera por un terreno cómodo de
caminar. Mirando hacia el Sur, divisábamos la Cabreriza y el cortijo del
Encebro, a lo lejos y sobre el valle.
Pasamos junto a un segundo
pluviómetro y nos encontramos con cazadores que incluso iban a una mayor cota
que nosotros. La verdad es que con estos seres vivos son con los que hay que
estar más atentos y tener cuidado, y no con las pícaras viboritas.
En poco tiempo nos fuimos
aproximando al Terril. Antes de llegar y, prácticamente encima de la cordal,
vimos la cumbre del Peñón de Algámitas, paralelo a nosotros, pico que hice
anteriormente y que, hoy en día, no me importaría realizar por llegar a la
verdadera cumbre, de algo más de dificultad.
Por fin sobre el gran poste
geodésico, pudimos contemplar las amplias vistas que desde aquí se divisan. Nos
cogió un día despejado y se veía bastante bien a lo lejos.
Mientras que yo quise acercarme
al final del extremo de la cordal, Rodrigo me esperó tumbado sobre el poste,
comiendo y bebiendo. Se trataba de un trayecto con bastante más vegetación que
la que habíamos traído anteriormente, sobre todo matas y arbustos de mediano
porte. Tras las fotos atestiguadoras de mi paso por el lugar, decidí volver
para picar algo yo también.
Para el descenso utilizamos la
misma cordal y no la abandonamos en ningún momento hasta contactar con el
collado inicial, donde se encontraba el primer pluviómetro.
En este pico, de caminar cómodo
casi en todo momento, me llamó la atención una zona de pequeños arbustos, todos
secos pero todos en pie, más bien situados coronando la otra ladera, por la que
no subimos.
El resto del trayecto fue entre hierbas y piedras aisladas.
A medida que nos acercábamos al
punto de unión con el camino de ida, la vegetación fue aumentando hasta
terminar bajando entre ella por la vaguada inicial.
Ruta corta que se podría enlazar
con la subida al Peñón de Algámitas pero que, a Rodrigo, le supo completa y no
quería hablar de nuevo de senderos ni nada relacionado con ellos.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:
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