sábado, 22 de julio de 2017

Circular por la Cordal de los Agrios. SIerra de Cazorla, Segura y las Villas

Ruta realizada el día 16 de Mayo de 2015.

Fuimos Pilar, Mª José, Juan José y yo, Antonio, a realizar una ruta que por dos ocasiones anteriores, no pude completar. En la primera ocasión, por encontrarnos la cordal helada, con el consiguiente peligro de realizarla en esas condiciones y la segunda, por dudar en algunos puntos claves, pasos de la crestería, si eran idóneos o no, para Mª José.

Así que ésta, era mi tercera tentativa sobre esta magnífica y espectacular crestería de los Agrios. En esta ocasión, me vine con mi compañero de fatiga, que ya la había realizado anteriormente.

Las mujeres, que no eran amantes de las piedras, quedaron con nosotros en realizar el tramo que para nosotros sería el tramo de vuelta de la circular, con lo que harían una ida y vuelta lineal. Nosotros, principalmente yo, que estaba ansioso por completar esta travesía, realizaríamos la Cordal de los Agrios y nos encontraríamos con las mujeres a la salida de la misma, regresando con ellas.

Nos hospedamos en el pueblo de Quesada, donde alquilamos un apartamento, la noche anterior.

Por la mañana y tras un buen desayuno, cogimos la carretera que une esta población con la de Pozo Alcón y a la altura del Puerto de Tíscar, algo más del Km 43, nos desviamos por un carril que salía a nuestra izquierda, según el sentido de la marcha, en el que hay que estar atentos, ya que se encontraba pasada una curva y disponía de un pequeño cartel indicativo.

Aparcamos el coche en un ensanche del carril, cuando lo habíamos recorrido unos setecientos metros.
Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos esta ruta, que para mí representaba un itinerario ansiado, aunque a la vez, algo inquietante.

Comenzamos a caminar los cuatro juntos por el carril de tierra hasta que topamos con una cancela alta que cerraba el paso, al Norte se encontraba el hundimiento del Barranco del Garbanzar, que se unía con el río Extremera, que cruzaríamos a la vuelta, las mujeres en los dos sentidos.


El paso de la cancela supuso la despedida de ellas, ya que su itinerario iba aproximadamente por el Cordel del Chorro a la Atalaya, la mitad carril, la mitad senderos marcados y claros, que las llevarían aproximadamente a la base del Cerro Villalta o Aguilón del Loco, en su parte Oeste.

Nosotros, sin embargo, tomamos directamente la ladera arriba del Rayal, sin senderos, pero de un cómodo caminar, aunque con una pronunciada pendiente. Básicamente, seiscientos metros de desnivel, sin anestesia. Que para mí representaba la tercera ocasión que me enfrentaba con esta subida en poca diferencia de tiempo.

Al comienzo, nos encontramos con un grupo de cabras, al que ningún arbusto se le resistía, más arriba, tras pasar tramos con bastantes piedras sueltas, alcanzamos las primeras floraciones pétreas, se trataban de rocas calizas aisladas y alargadas, que tenían sus caras abovedadas, muy características de la zona, como incipientes cobijos alargados.





Más arriba nos esperaban otros grupos de cabras, en esta ocasión, las salvajes montesas y tras un buen lote de subida, íbamos apreciando el final de la ladera en cuya cumbre se encontraba el poste geodésico del pico El Rayal, con sus 1834m de altitud y que por tercera vez, en poco tiempo, encumbraba. Prácticamente de la familia, ya!!






Buen tiempo y temperatura, una ligera brisa fresca que mitigaba el esfuerzo y la tensión. Desde este punto se contemplaba perfectamente todo el recorrido que pensábamos realizar, con las dos elevaciones que aún nos quedaban por conquistar, el Peñón del Guante, como pico intermedio de la cordal y a lo lejos, muy distante todavía, donde pretendíamos finalizar nuestra crestería, el pico Villalta.


Las vistas desde aquí, como siempre, espectaculares, veíamos a las mujeres a duras penas, como insignificantes puntitos en la lejanía por el carril, nos llevaban una buena ventaja.

En mi primer intento, como comenté al principio, fueron las condiciones climatológicas las que nos hicieron abortar con la aventura, pero en la segunda, si recorrimos parte de la cordal hasta encontrarnos con un paso que no vi apropiado para Mª José y al no tener claro, cuantos más de ellos me podría encontrar, preferí  darme la vuelta. En esta ocasión, con Juan José, que ya la realizó anteriormente (se escaparon mis amigos y compañeros de grupo, un fin de semana que no pude acompañarlos, y eso que yo fui el promotor y descubridor de esta ruta, ¡! amigos para esto !!) tenía el éxito asegurado.

Retrocedimos algo por nuestros pasos, para buscar un corto destrepe fácil y bajar a un nivel inferior de lo que estaría el postre geodésico, alcanzada esta terraza, avanzamos de nuevo en la dirección de subida, dejando a nuestra derecha la pared vertical donde se encontraría el hito cimero. Poco a poco, nos fuimos separando de la pared rocosa y comenzamos a descender, hasta aproximarnos a unos cortados bestiales, situados al Norte, que no eran otra cosa que la cabecera del río Extremera. Toda la cordal en sí, lo formaba.




Perdimos unos cien metros de desnivel, de hecho, al mirar hacia atrás, quedaba ya distante y en lo alto, el Rayal.

Eran impresionantes los cortados a pico hacia el Norte, a nuestra izquierda al caminar y la pronunciada pendiente hacia el Sur, nuestra derecha. Tras un tramo relativamente despejado, nos condujo a una zona de vegetación, por la que había que estar atentos en no perder la senda, ya que nos introducía entre arbustos y plantas de pequeño porte, aunque se trató de un corto trayecto, ya que pronto entre enormes pinos continuamos por el claro sendero.


Salimos del pinar y encontramos de nuevo una zona despejada. Delante nuestra teníamos la continuidad de la dorsal pétrea, pero al mirar hacia atrás, se distinguía claramente la mole del Rayal y la elevación aislada que pasamos entre los pinos, dando la sensación de haber recorrido un largo trecho con un alto desnivel, sin embargo al volver la cabeza y ver lo que restaba, te dabas cuenta de que prácticamente habíamos comenzado la cordal.

Era impactante contemplarla y eso que sólo podíamos observarla hasta el pico intermedio, ya que el final quedaba oculto tras éste. Es difícil explicar con palabras, lo que se siente al estar como una insignificante hormiga, sobre una magnífica cordal caliza tan singular como la de los Agrios.




Intentamos por todos los medios caminar por la misma divisoria, nos encontrábamos desde puntiagudas y deterioradas crestas afiladas a placas calizas completamente lisas, una formación que me llamó mucho la atención, como el negativo de un enorme huevo, que también tuvimos que superar por su interior para proseguir. Previamente, pasamos el paso que consideré poco adecuado para Mª José en la anterior ocasión, que aunque en la foto da cierta sensación al vacío, no lo es tanto, además de ser muy corto, posee buenos agarres y no es complicado, pero no se puede titubear, ni fallar.





A continuación, nos encontramos con el “huevo”, unas inclinadas y lisas placas que cruzamos por su interior, continuando por un sector algo complejo, pero sin demasiadas dificultades, sólo caminar con cuidado y precisión.







El resto hasta la elevación intermedia, no suponía grandes problemas, siempre teniendo en cuenta donde nos hallábamos y para gente acostumbrada a caminar por este tipo de terrenos.

La pendiente lateral era elevadísima, como se puede apreciar en la foto y por supuesto, por la otra cara, los cortados de mayor o menor índole según el tramo.



Tomamos la suficiente altura como para ver al completo toda la cordal recorrida, con el Rayal al fondo, en dos palabras “impre sionante” y hacia delante, el majestuoso y empinado Peñón del Guante, que se erguía como una alta plataforma inclinadísima, que te hacía pensar, si realmente se podía coronar.


Teníamos espléndidas vista de Sierra Nevada, que aún conservaba bastante nieve.


Comenzamos una dura subida, además de larga, hacia la cumbre, con paciencia, tranquilidad, fuimos progresamos lentamente, siempre pisando un firme rocoso que más próximo a la cumbre, se disgregaba ligeramente y daba posibilidades a encontrar un terreno algo mixto de piedras e hierbas.
Casi en el pico, localizamos de nuevo a las mujeres, que estaban haciendo trampa.

¡! Descansando bajo la sombra de un árbol ¡! y nosotros a pleno sol, sin posibilidades de resguardarnos, ni de quitarnos del medio. Ahora nos llevaban menos ventajas, le habíamos comido algo de terreno.








Por fin, sobre nuestra segunda elevación, la cumbre del Peñón del Guante, con sus 1.933m de altitud, pico imponente con unos cortados a pico vertiginosos.




Vistas preciosas hacia todas partes, entre ellas, las del Cabañas, relativamente cerca y del embalse de la Bolera. Nos tomamos unas frutas, gozando de ese magnífico mirador.

Aún nos quedaba la mitad de la cordal por recorrer, al fondo nos esperaba nuestro tercer objetivo y entre éste, más cordal calizo por caminar. El comienzo fue un descenso de unos cien metros, aunque esta cumbre poseía un alargado hombro, con otro simpático paso en el que había que guardar el equilibrio, aunque a ambos lados tenía pendiente que al menos te quitaba el miedo.

Era de obligado cumplimiento el mirar hacia atrás, era donde realmente se veía en donde estuvimos, paredes verticales e incluso extraplomadas, impresionantes.








Continuamos con la bajada y el terreno pasó de roca a cada vez más mixto, llegando un momento en que la hierba y tierra eran las predominantes. Por delante, observábamos el filo abrupto del resto de la cordal, como de un terreno desgajado y alzado del resto que lo rodeaba. Nos encontramos con un nuevo pinar, entre el que tuvimos que pasar, además de por un canchal de rocas, para terminar bajando hacia la Nava Alta del Espino, la mínima cota de este tramo.

Zona verde cubierta de hierbas y de matas rastreras de floraciones azuladas, además de manchas de sabinas rastreras dispersadas y aisladas.








De nuevo tocó subir por un terreno calizo, aunque no totalmente colmatado, sin sendero, pero sin pérdida, al fin y al cabo, era la propia cordal nuestra guía.


Miradas hacia atrás, comprobando toda la cordal recorrida al verla a lo lejos. Comenzamos a tomar altura y se podía observar la falta de alineación y fractura que poseían los diferentes tramos que íbamos recorriendo.

Sin descanso, continuamos ascendiendo, ahora de forma más suave, por toda la trayectoria que aún teníamos por delante, ya disponíamos de una visión global de lo que nos quedaba por patear.

Era imprescindible mirar continuamente hacia el frente y hacia atrás, ya que desde cada nuevo punto del recorrido, la crestería tomaba formas diferentes, cada cual más espectacular.







La tercera elevación nos esperaba de una forma similar a la del Peñón del Guante, situada a una altura que parecía inexpugnable, con una rampa de acceso que daba la impresión que tomaba más pendiente a medida que te acercabas a ella. Ya lo he comentado antes, se trata de una cordal imponente a la vez que sublime, hay que gozarla al cien por cien, a cada paso que das.



Fuimos alcanzando cada vez más cota y llegó un momento, que veíamos de nuevo y completa la cordal. Muy al fondo y en lontananza, quedaba el Rayal, marcándose los desniveles y la falta de alineación de la misma.




De nuevo, divisamos a las mujeres, que en esta ocasión se encontraban en lo alto de su último collado a conquistar, próximo a la base de la última elevación.


Nos restaba la continua y fuerte pendiente hacia la cumbre, aunque nos entretuvimos en un formidable balcón intermedio, un saliente rocoso previo a la cumbre, con un firme o plataforma lisa a modo de increíble balcón aéreo.

Tras gozar de estas vistas, sólo nos quedó terminar de completar el ascenso hasta la cumbre del Cerro Villalta o Aguilón del Loco, con sus 1.954m de altitud

Desde la misma cumbre nos comunicamos a voces con las mujeres, ya que llegaron hasta la mismísima base. Mª José se animó y subió donde nos encontramos, consiguiendo encumbrar, completando las dos elevaciones extremas de esta cordal.





Bajamos de la cumbre, realizando un sencillo destrepe y nos unimos a Pilar que se quedó abajo, allí comimos, a la sombra de un enorme pino.




Tras la ingesta, iniciamos el descenso, primeramente hacia el cercano collado, situado al Oeste del pico, entre el pinar, localizando entre los claros, muy al fondo y en la planicie, la población de Quesada y su Sierra. Nos asomamos a la vertiente contraria a la elevación que formaba el collado para ver por última vez la impresionante cordal realizada. Menos mal que hoy en día no se utilizan los carretes fotográficos, porque al menos, en mi caso, debería llevar un buen número de ellos.




Bajamos por el interior de la vaguada, entre el pinar, por claro sendero y con un buen desnivel. Era conveniente estar atentos para no resbalar con la tierra suelta, arenilla y piedrecitas, que formaba la senda. Buscábamos la conexión con el Cordel del Chorro a la Atalaya, pero antes dimos con una simpática fuente a modo de piletas escalonadas, en la que unas vertían sus aguas sobre las otras, pero realizadas con bidones metálicos cortados por su mitad. Recuerdo que Juan José desplazó una de ellas porque la última no recibía el agua de la anterior. El manantial estaba ligeramente más arriba y el agua era transportada a esos bidones mediante una manguera de polietileno negra.




Siempre flanqueando a una cota inferior, toda la cara Oeste de la cordal por la que cresteamos anteriormente, a veces contemplábamos los enormes paredones y en otras, la vegetación nos lo impedía.


Alcanzamos un nuevo collado intermedio, a la altura aproximada de la Nava Alta del Espino, una pequeña planicie rodeada por impresionantes paredones, procedentes del brazo Norte del Peñón del Guante, desde el que divisábamos posiciones y apoyos inverosímiles de las rocas que lo formaban. Allí nos tomamos un ligero descanso. ¡! Un alto en el camino ¡!





Conectamos con el carril, vimos las primeras balizas de madera indicativas, aunque tras un corto descenso por él, también mediante las indicaciones de los postes de madera, lo dejamos de nuevo, para seguir una clara senda que recortaba el trazado del camino. Ésta nos llevó directamente al punto donde el carril cortaba al río Extremera, algo antes de su nacimiento bajo las altas paredes de la cordal.

Para tomarnos otro descanso y picar algo de lo que aún nos quedaba, elegimos este idílico lugar, donde algunos, llegamos a quitarnos las botas, metiendo los pies destrozados en esas frescas y reconfortantes aguas.









El resto del recorrido hasta el coche, fue por carril claro y ancho, antes de contactar con la cancela que nos separó y punto de cierre del itinerario circular, dimos en nuestro camino con otra fuente abrevadero, plagada de renacuajos y algo más adelante, con una barrera que cortaba el camino, aunque muy próxima a la citada cancela.





Ya en el coche, tras cambio de calzado, de un tirón a Quesada, para pegarnos una buena ducha y de tapeo y cervecitas por las plazas del pueblo.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:





 Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:

2 comentarios :

  1. Guapu esi cordal de Los Agrios, me hablabas ayer de él y si que es ciertamente guapu,
    no me estraña que lu califiques de "cordal imponente a la vez que sublime"
    Un saludo

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  2. Hola Monchu, lástima que mi periodo por Asturias haya llegado a su fin este año, porque allí son todos los montes guapos, guapos y algunos "jodíos"
    Un abrazu

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