jueves, 13 de noviembre de 2014

Ruta lineal hacia la piedra Horadada. Parque de los Alcornocales

Ruta realizada el día 13 de Abril del 2.014.

Fuimos los de siempre, Patxi, Juan José y yo, Antonio.

Desde Sevilla, por la carretera nacional, nos trasladamos a Jerez donde tomamos la autovía del Toro, que une Jerez con los Barrios, desviándonos hacia Benalup, Casas Viejas. Una vez allí, tomamos dirección a las Lagunetas por la A-2226 y, a la altura del área recreativa del Celemín, dejamos el coche.

Esta ruta la pongo en el blog de forma casual pues, lo que relataré a continuación para nada coincidió con lo que teníamos proyectado realizar.

Nuestro proyecto inicial era visitar la sierra Momia y todas sus cuevas de areniscas con esas formas caprichosas que la erosión y el tiempo han labrado sobre ellas. También, si encontráramos alguna pintura rupestre, sería bienvenida pero, cual fue nuestra sorpresa cuando, al llegar allí, un cartel de sendero cerrado y una cancela con cerrojo, nos impidió el paso.



La verdad es que, lo primero que se te viene a la mente es que en este país, y sobre todo aquí en el Sur, está a la orden del día lo “mío y tuyo no”, lo privado antes que lo público. Entiendo esto en una vivienda o pertenencia pero, en una sierra donde no se sabe que bicho pasa, muere, nace o qué plantas crecen o desaparecen, mientras sólo dejes las huellas de tus botas y te lleves las fotos de tu cámara, no termino de comprenderlo.

Entiendo que existe mucho desaprensivo suelto que hace daño consciente o inconscientemente pero, muchísimos, muchísimos más (porque si no, no quedaría nada), que gozamos y cuidamos el entorno, y nos gusta contemplar la belleza natural y, poniendo unas leyes restrictivas para todos, sólo el grupo de privilegiados, que por desgracia también en este país abunda, puede disfrutar de estos lugares;  el amigote de.., el conocido de tal.. que van de protectores autonombrados de ciertos lugares, gestionándolos como un coto cerrado, y gozan, con la excusa del proteccionismo de estas maravillas que sólo ellos, pueden visitar; y el resto… a la cola; el de atrás que corra. En lugar de esto, deberían buscar una fórmula más factible para que todo interesado pueda contemplarlo, por supuesto, con la misma calidad que esos otros lo hacen… sin rejas, sin costes, etc…

Si algún lector conoce alguna fórmula para poder visitar esta sierra en toda su longitud, le estaría muy agradecido de que me lo indicara y, lo máximo que pueden temer de mí y mis compañeros de ruta habituales, es lo fatigas y minuciosos que podemos ser investigando nuevos lugares. Por lo demás, somos tan amantes de lo natural como el que más.

No lo pongo como reivindicación, si no que quiero expresar en estas líneas lo que yo pienso de este asunto, nada más.

Continuamos por el borde de la carretera buscando algún paso que encontrásemos cómodo para poder entrar en la zona. A la altura de un pequeño cauce, que cruzaba la carretera por debajo, observamos que el vallado era fácil de superar y así lo hicimos pero, tras caminar unos cuatrocientos metros, un guarda nos llamó la atención y nos indicó amablemente que saliéramos de esa finca.

Nos comentó que era un guarda contratado por la Junta de Andalucía y que custodiaba esa extensión de terreno de carácter privado. Aunque algo contrariados, nos dimos la vuelta y salimos por donde entramos, dirigiéndonos a nuestro vehículo. Una vez allí, decidimos avanzar algo por la carretera y explorar otra zona que también teníamos en cartera aunque nada estudiada para el día de hoy. Intentar llegar al pico Garlitos que sabíamos que estaba relativamente próximo por esa zona.

Por carretera y en coche, pasamos las ventas de Estudillo y de Carrero, el Puerto del Moro, donde había unos chalets impresionantes, y nos metimos en el primer carril que se abría a nuestra derecha. Allí aparcamos.

Desde este punto pretendimos acometer nuestra proeza de llegar al Garlitos sin tener demasiada información de cómo acceder a él.

Caminamos un buen trayecto paralelos a la carretera por un carril muy difuso en sentido contrario a cómo llegamos. Casi alcanzamos de nuevo el Puerto del Moro pero, antes, nos encontramos una cancela que cortaba el camino. La abrimos y pasamos dejándola como estaba.

Realmente caminábamos muy próximos y paralelos al camino del Cuervo, aunque esa información la desconocíamos en esos momentos.

Pasamos junto a unos riscos de rocas en los que nos encaramamos. Rocas con colores blanquecinos, amarillos y ocres, muy curiosas. Proseguimos hacia un cerro que se nos presentó en nuestro trayecto, el cerro de las Peñuelas, siempre con un vallado lateral a nuestra derecha.




Tuvimos la suerte de contemplar un escurridizo corso (si no me equivoco de animal).

Por supuesto, lagartijas tomando el sol vimos varias.



No recuerdo ni cómo ni en qué punto conectamos con el carril, el camino del Cuervo, pero el caso es que lo seguimos durante un larguísimo trayecto. No es el trazado que a nosotros nos gusta pero el día no nos estaba saliendo nada bien y algo era algo.


El itinerario nos reservaba tramos con acusadas y fuertes pendientes pero, a la vez, con bellos  paisajes y raras formas en las rocas, así como un bello alcornocal.




De repente, a lo lejos, observamos una extraña piedra agujereada que, a medida que nos acercábamos a ella, íbamos siendo más conscientes de su tamaño. Al menos, algo atractivo, que justificase nuestro desplazamiento, logramos encontrar.




Lo pasamos como enanos fotografiándonos, con este descubrimiento, por todos sus rincones.

La bautizamos como la “Piedra Horadada” a expensas de algún otro nombre oficial que no encontramos. Escribiendo estas líneas, veo que el IGN marca en la zona Peña Horadada.











Tras saturarnos por completo de este sorprendente e inesperado hallazgo, proseguimos por el carril.


Llegamos a la altura del Convento del Cuervo y, siempre con un vallado lateral a nuestra derecha, lo estuvimos fotografiando. Tengo entendido que se trata de una edificación comprada y restaurada por manos privadas, cómo no!! Y lo que doy fe es que se encuentra vigilada y acotada por un alto vallado y por cámaras y guardas con perros. De hecho, a la vuelta y no a la ida, nos salió al encuentro el guarda al otro lado del vallado.




Estaba claro, ese día, teníamos una sensación de malhechores, perseguidos y observados, que tardó bastante tiempo en irse de nuestras cabezas.

Entre grandes alcornoques, conectamos con senderillos de cabras que se introducían entre brezos en flor con tonalidades rojizas y rosas preciosas.

Llegamos a una cordal pétrea algo inclinada y afilada dónde, al darnos cuenta de lo que aún nos quedaba y del terreno tan incómodo para continuar, además de los numerosos vallados constantes a salvar, decidimos darnos la vuelta y contentarnos con la piedra hallada como botín de ruta.






Lógicamente, también forman parte de ese botín los momentos vividos y las fotos realizadas aunque, en este itinerario, nos sentimos más como convictos que como meros montañeros, que es lo que nos consideramos, con la única idea de gozar de la naturaleza sin molestar al resto de los mortales.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:





 Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:

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