Ruta realizada el día 30 de Marzo
del 2014.
Fuimos Juan José, Patxi y yo,
Antonio, a realizar una rutita corta para el domingo, pero como no tenemos
hartura, y además, somos unos fatigas, la ruta por la sierra de En medio, con
subida al Vilo, en Alfarnate, se nos quedó corta y, como teníamos preparada
otra posible, por si la primera fallase por cualquier motivo, decidimos
realizarla también. Así que, una vez finalizada la de Alfarnate, cogimos el
coche, nos trasladamos a Ventas de Zafarraya y realizamos el resto de la cordal
que no hicimos en nuestra ruta anterior: La parte Este del Boquete de
Zafarraya.
Bueno, comenzamos con la
descripción de la primera.
Procedentes de Sevilla, por la
autovía de Málaga, paramos a desayunar en la venta de la Yedra, junto a la
sierra de las Cabras. Luego, tomamos dirección hacia El Colmenar Y, antes de llegar a él, tomamos
para Alfarnate, donde entramos en el propio pueblo y aparcamos en una calle
situada junto al arroyo del Palancar, que lo atravesaba por todo su centro.
El arroyo estaba delimitado, en
ambas orillas, por un pequeño muro de ladrillos, tipo pretil de azotea, pintado
de un deslumbrante blanco y, de vez en cuando, había algún puente, con
idénticas barandillas a las que delimitaban al arroyo, para poder cruzarlo.
Se trataba de un coqueto pueblo,
con sus plazas, con sus fuentes y con sus calles bien cuidadas.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos nuestra ruta, caminando entre las calles de
Alfarnate, para salir del pueblo por un carril de tierra que se dirigía hacia
el Morrón de Mal Infierno, un cerro cercano plagado de antenas.
Pasamos junto a un campo de
futbol e iniciamos rápidamente la subida. El camino tenía bastante pendiente y,
en poco tiempo, nos encontramos a cierta altitud, lo que nos dio la posibilidad
de observar el pueblo a vista de pájaro.
Continuamos caminando junto a
árboles, como almendros en flor, hasta que llegamos a la cota donde estaban
situadas las antenas. Aquí el camino se bifurcaba: una rama continuaba hacia
ellas y la otra tiraba en dirección contraria, aún en pendiente pero ya más
suave.
Este tramo tenía un vallado
lateral por nuestra izquierda al que nos acercamos y recorrimos completo. Nos
fue retirando paulatinamente del carril, además de ir tomando altura respecto
al carril que dejamos al lado.
Nos introdujo en un pinar que
pronto atravesamos para ya encontrarnos sobre un terreno más despejado, con
sólo esporádicos árboles de diferentes especies.
La roca comenzó a tomar protagonismo
y el ascenso era continuo. A nuestra derecha teníamos constantemente los
vertiginosos tajos de Sabar y de Gomer (que también tenemos planeado ascender)
aunque, desde esta distancia y desde este punto de vista, aun nos impresionaban
y nos acojonaban.
Fuimos recorriendo, por la misma
cordal, toda la sierra de En medio, subiendo a todas las elevaciones que nos
íbamos encontrando. Al mismo tiempo, nos iba sirviendo de un perfecto
observatorio sobre la sierra de los Tajos del Sabar, viéndolo desde todas las
perspectivas posibles, con lo que su observación para un futuro proyecto fue
exhaustivo.
El terreno que pisábamos era de
un terreno mixto con rocas y plantas de pequeño porte, y teníamos vistas
excelentes hacia el pueblo de Alfarnatejo.
Seguimos ascendiendo y alcanzamos
una elevación de 1.363m de altitud en la zona conocida por El Gallo. Autentico
mirador natural hacia todo el Sur ya, prácticamente, en el reino pétreo.
Se trataba de una caliza muy
particular, con muchos líquenes en su superficie que le configuraba una textura
y color especial. Incluso, la caliza debería tener algún componente diferente a
las calizas típicas y que más abundan en sierra de Grazalema. Además, a esto
había que sumarle la humedad existente que hacía muy resbaladiza su superficie,
con lo que había que ir con pies de plomo.
Curiosamente, a esta altitud, se
veían manchas esparcidas de nieve que aumentaban su número a medida que
mirábamos hacia la cumbre mayor de esta sierra.
Debajo nuestra se encontraba la
cortijada del Alguacil con su charca abrevadero de color verde.
Emprendimos una suave bajada que
nos dirigió hacia un arroyuelo y a su vaguada. En su parte superior, pasamos un
vallado que me dio la impresión de estar en proceso de colocación, ya que pasamos
entre sus vanos aun no alambrados.
Tuvimos que alcanzar este punto
bajo para comenzar una nueva subida donde alcanzamos un ancho rellano, ligeramente
inclinado, que actuaba como una magnífica plataforma mirador hacia el Norte.
Allí
nos encontramos con las mayores planchas de nieve, siendo todas de muy poca
entidad.
Nos esperaba nuestra última
subida, directa al poste geodésico. En poco tiempo alcanzamos su cota. Se
trataba de una bonita y atractiva plataforma que incitaba a ser recorrida por
todo su perímetro.
Unas pequeñas manchas nevadas
resaltaban aun más la impresionante ubicación del poste geodésico del pico
Vilo, con sus 1.415m
Fotos a punta pala y a recorrer
todos esos bellos rincones. A cada cual que pisábamos, era más espectacular que
el anterior. Miradores de primer orden!! Te sientes como buitre oteando desde su
atalaya.
Tras la exploración concienzuda
por esta plataforma, le agregamos un grano en la punta al track y buscamos un
rincón, resguardado del viento, para comernos el bocata y tomarnos las
refrescantes frutas.
Una vez terminado el momento de
recarga energética y descanso, iniciamos el regreso en sentido inverso al de
subida, pero a media ladera, por su cara Sur. Al principio, por sendero poco
definido para terminar por uno bien marcado. De todas formas, se trataba de un
terreno relativamente practicable.
Dejamos, por un momento, el claro
sendero para desviarnos hacia un saliente rocoso, por observar sus vistas. Para
ello, tuvimos que superar un portón recio que actuaba como puerta de un
vallado. Regresamos por el mismo camino hasta conectar de nuevo con el claro
sendero que nos internó entre un pinar.
Alcanzamos un poste indicativo
que informaba sobre: una era que estaba a nuestro lado, la dirección a seguir
hacia Alfarnatejo (que es la que tomamos) y una tercera, que nos indicaba la
dirección al pico Vilo, del que procedíamos.
Continuamos bajando por el
interior del pinar. Pasamos por un hueco libre en un vallado que nos cortaba el
paso y, poco después, nos dejó sobre el carril que esta mañana utilizamos de
subida, pero en otro punto más alejado al que lo abandonamos en la ida.
Tomamos el carril en sentido
Oeste, dirección hacia el cerro de las antenas, el Morrón de Mal Infierno. Si
lo hubiésemos tomado en dirección contraria, nos hubiera llevado hacia la
Cortijada del Alguacil.
Por el carril, caminamos cientos
de metros y, bastante antes de conectar con el mismo punto donde lo abandonamos
a la ida, cogimos un sendero que, en pronunciado descenso, salía a nuestra
izquierda. Lo bajamos prácticamente corriendo para atenuar en lo posible la
carga sobre las rodillas, ya que se trataba de un terreno terroso suelto.
Continuamos por un carril
paralelo a uno de los arroyos que alimentaban al río Sabar, como si de un pequeño
cortafuegos se tratase. Rodeados a ambos lados de espesa vegetación, nosotros
caminábamos por una especie de carril, muy erosionado y libre de planta alguna,
continuando en pronunciada pendiente.
Se suavizó la pendiente y, ya
casi en llano, nos encontramos con unos terrenos de labor que parecían arados hacía tiempo. Caminamos por su borde teniendo
al otro lado una hilera de árboles tipo álamos (las especies vegetales, no es
lo mío) y el arroyo a continuación.
Salvamos el arroyo por su propio
cauce, casi seco en esos momentos, y pasamos una serie de pozos entubados entre
ellos (como una tubería principal con diferentes puntos de control).
Conectamos con un nuevo camino
que fuimos recortando en diferentes puntos de su trazado.
Caminamos cercanos a
la carretera comarcal MA-145, que unía Alfarnatejo con Alfarnate, hasta
alcanzar el collado por donde pasaba la Colada-Reposadero de las Listas.
Desde este punto, el trazado se
convertía en un sendero precioso que iba por la parte baja de la ladera del
Morrón anterior pero encajado en la vaguada que se formaba con la ladera de
cerro Gordo, situado en el lado opuesto.
En esta zona, el arroyo que
pasaba por Alfarnate, el arroyo del Palancar, se convertía en el río de Sabar.
El arroyo de aguas nada limpias, discurría por el fondo de esa marcada vaguada
para, una vez superadas sus aguas, alcanzar unos restos derruidos de un antiguo
molino. Creo que se trataba del Lagar de Olmedo, (supongo de limpieza de minerales
de la mina colindante) actualmente una enorme escombrera que afeaba el paisaje
enormemente. Aquí se convertían en aguas subterráneas que, más adelante, salían
convertidas en el citado río.
Superado y pasado ese
encajonamiento del arroyo, nos encontramos con una especie de merenderos con
varios asientos de madera. El trazado iba por un marcado sendero junto al
arroyo, por su misma orilla. Alguno de los tramos de su cauce estaban ocupados
por las típicas plantas que hacía muchísimo tiempo que ya no veía: los puros o,
al menos, así las he conocido siempre. Esos puros que, cuando están totalmente
secos, se van desintegrando y esparciendo sus semillas con la ayuda del viento.
Próximos a la población de
Alfarnate, y casi cerrando el recorrido, nos encontramos con un poste
indicativo que nos desvió definitivamente del curso fluvial para, entre fincas
y cultivos, llevarnos directamente a las calles de Alfarnate.
En ese mismo poste, en dirección
hacia donde proveníamos, se indicaban dos antiguas edificaciones, el Lagar de
Olmedo y la Venta de Alfarnate.
Una vez en las calles del pueblo,
y localizado el arroyo central que lo atraviesa, sólo nos quedó pasarlo por un
puente y dirigirnos hacia el coche, que teníamos aparcado en el lado opuesto
del que aparecimos.
DATOS DE INTERÉS DE LA PRIMERA PARTE DE LA RUTA:
Si quieres el track de esta primera parte de la jornada, pincha sobre el siguiente enlace:
Como la decisión ya la teníamos
tomada …. el tiempo de meter las mochilas, beber un sorbo de agua, quedarnos
con nuestras botas puestas y montarnos en el coche dirección Ventas de
Zafarraya. En poco tiempo, llegamos a Zafarraya y, a continuación, a Ventas,
donde dejamos el vehículo justo al lado de la gasolinera que te encuentras nada
más llegar. Justamente enfrente.
De nuevo con las mochilas sobre
los hombros y la ropa sudada del
itinerario anterior, iniciamos el segundo proyecto de la jornada.
Al principio, titubeamos un poco
y nos metimos en algunas calles que no tenían continuidad pero, una vez
localizada y seguida la calle correcta, nos llevó a otra por la que pasaba la
mini vía del tren turístico (es una suposición mía, ya que en las dos ocasiones
que he estado por la zona, no he tenido la suerte de verlo) y la recorrimos durante
unas decenas de metros. Se trataba de una calle singular, como de haber
rebajado la ladera de la montaña en la que se encontraba y creado un pasillo
con sus paredes laterales de piedra que nos delimitaban a ambos lados de forma
vertical.
Llegamos a una intersección y
tomamos dirección a la falda de la mole o macizo que teníamos al lado. Se
trataba de una calle en pronunciada pendiente, con firme hormigonado. Justo en
este punto habíaía un cartel de la Junta que indicaba el nombre del sendero
Cuna Boquete. Además existía junto a él una señal de Paso a nivel, atención al
tren, de reducidas dimensiones.
Una vez rebasadas las últimas
casas, y ya por sendero marcado, todo el trazado fue de esa manera. Nos
encontramos con los depósitos de agua, donde se escuchaba el ruido de ésta al
caer en su interior.
Proseguimos en ascenso fuerte por
el sendero, que nos iba realizando diversos zigzags para suavizar la pendiente,
y alcanzamos otras dos edificaciones aisladas, algo más arriba, de las que no
sé su finalidad.
Una mirada hacia atrás, y lo
primero que nos llamó la atención fue la forma cilíndrica del depósito del agua
con su cubierta circular colmatada de chinos. Más abajo, el pueblo de Ventas de
Zafarraya a vista de pájaro.
Continuamos ascendiendo hasta que
llegamos a un rellano y el sendero nos llevó, entre diversos poljes que por
allí había, con dirección contraria al Boquete. Cada vez nos alejaba más pero
seguíamos por un claro y pisado sendero que, además cada cierta distancia, tenía
unos palos clavados con las marcas de color blanco y amarillo.
Las vistas sobre los Llanos eran
espléndidas y, hacia el lado contrario, teníamos las del pico que pretendíamos
conquistar.
Llegamos casi al final de la
cordada de este macizo donde, al fondo, veíamos las ruinas de un emplazamiento
(supongo que un antiguo cortijo). Aquí
el sendero realizó un giro de 90º y comenzó de nuevo a subir. En este punto nos
encontramos con una oveja negra muerta sobre el mismo sendero, y debería haber
sido reciente porque, ni los ojos tenían mal color. Nos encontrábamos en la
zona de Los Contaderos.
El itinerario fue tomando otro aire
más montañero y abrupto, ganando enteros. Nos iba llevando por todo el
contorno, que era muy pendiente y vertical, y las rocas empezaban a tener
formas caprichosas. Pasamos por varios salientes y elevaciones naturales
espectaculares, con la vista de la Maroma eclipsando todo lo demás. Al fondo,
también se contemplaba el Embalse de Viñuelas. Pasamos otros poljes. Era
curiosa esta sierra porque no da, desde abajo, la impresión de lo que te
encuentras cuando estás arriba.
Multitud de pequeñas llanuras y poljes,
a diferentes cotas unas de otras, que le confieren un toque muy especial y atractivo
a este macizo.
Proseguimos con la subida y, en
poco tiempo, pisamos con nuestras botas, de forma respetuosa como siempre, el
poste geodésico del pico más alto de este macizo, el Pico del Puerto con sus
1.225m de altitud, situado en el Morrón de la Cuna.
Allí aprovechamos para tomarnos
el resto de las frutas que llevábamos y demás cosillas, pero no tardamos mucho
en ponernos en marcha por el frío viento reinante, además de no querernos
entretener más de la cuenta.
Continuamos por el sendero, ya en
bajada, pero pronto lo dejamos para bajar campo a través por la vía más
directa. Nos suele ocurrir!!! Teniendo un sendero cómodo que nos deposita en el
mismo punto, terminamos creando nuestro propio camino, más directo.
Sobre el rellano, collado, con la
siguiente elevación que nos encontramos, no nos quedó otra que subirla,…..
“paqué estábamos allí sinó”
De nuevo para abajo, al siguiente
collado, para enfrentarnos con la última subida de la ruta y de la jornada, que
fue larga y movida como nos gusta. No nos vamos a quejar.
Se trataba de un bonito collado o
Puerto que tenía una pronunciada caída hacia los Llanos de Zafarraya y hacia el
propio pueblo de Ventas de nombre homónimo.
Pues nada, nos armamos de valor y
para arriba. En principio, hasta el balcón más llamativo de toda esta ruta (al
menos, eso pensaba y no me equivoqué). Tras progresar entre senderos y bloques
de piedras, se llega a un pequeño balcón donde las vistas del propio Boquete
así como la larguísima cordal de la sierra de Alhama, eran espectaculares. Más
que a vista de pájaro, de paracaidista.
La vertical casi absoluta, tajos cortados a pico ….. majestuoso!!!
Subimos entre grandes bloques
para acceder a lo más alto del peñón y nos asomamos a los espectaculares Tajos
de la Cuña. No apto para personas con vértigo.
Se veía perfectamente el Boquete,
el túnel por el que pasa el camino de la vía verde y toda la comarca de la
Axarquía malagueña. Mirador de primer orden con diferencia, es una pena no
haber estado más tiempo en él contemplando sus bellas vistas pero: era domingo,
al día siguiente trabajábamos y no era plan llegar “excesivamente” tarde,….
porque lo que es tarde, íbamos a llegar!!!
Así que tiramos para abajo por el
mismo camino que subimos y, una vez en el collado, seguimos el claro sendero
que nos llevo al pueblo de Ventas de Zafarraya.
Nos dejó justo en la cochera del
mini tren “desconocido”. Cruzamos las vías y las calles exteriores del pueblo y
llegamos a la principal, a la carretera autonómica A-335,donde teníamos aparcado
el coche. Pero …. antes de llegar a él, nos encontramos con un bar
cervecería-pizzería donde cayeron 2 botellines de 1/3 de cervezas especiales
con sus tapitas de acompañamiento (como bien saben hacer en esta tierra
granadina. Igualito que en Sevilla!!!) que nos repusieron las sales perdidas a
lo largo de la jornada.
Cambio de calzado y algunas
prendas, y para Sevilla de un tirón.
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Hola, dime tu comentario o mensaje e intentaré responderte lo antes posible, gracias