martes, 1 de septiembre de 2020

CIRCULAR DE SUBIDA AL TIATORDOS DESDE PENDONES

Ruta realizada el día 1 de Agosto del 2016.

Segundo recorrido por tierras asturianas. De nuevo Mª José y yo, Antonio, con el objetivo de realizar una circular de subida al pico Tiatordos, para mí, el más impactante con diferencia de todos los realizados en esta escapada al Norte.

Es impresionante los tajos verticales cortados a pico, que forman su cara Norte y Este, que producen un enorme circo que generan el Riego Carboneu, tributario del rio Taranes.

Además recuerdo que desde su cima se veía hacia el Norte, toda Asturias bajo un enorme y extenso manto blanco de nubes, y que al mirar hacia abajo, intentando seguir con la vista, esos cuatrocientos metros de verticalidad absoluta, que te producían una inseguridad y casi inestabilidad exagerada, terminaban en ese vacío blanco que ocultaban el siniestro fondo.

Sinceramente, no me esperaba esa descomunal orografía de esta elevación.

Partimos desde el pintoresco pueblo de Pendones, dejamos el vehículo en el único aparcamiento que vimos al final de la carretera de acceso, nos colocamos las mochilas a la espalda y las botas de montaña en los pies, e iniciamos la ruta por el camino superior al aparcamiento que transcurría paralelo, a cierta altura, del arroyo de Pendones.

Tras pasar por algunas fincas donde los vecinos cultivaban sus verduras, alcanzamos un puente, el puente Pontigo o Ría la Faya,  que salvaba el reguero o ría la Faya. En este punto, el camino se bifurcaba. Hacia la derecha, se dirigía hacia el Maciédome, que haríamos al día siguiente y por él pasaríamos de regreso, nosotros tiraríamos hacia la izquierda, retirándonos del arroyo de Pendones. Aquí, también nos despedimos de un amable lugareño que al pedirle información sobre el itinerario, nos acompañó ese tramo, que realizaba normalmente como ejercicio físico.

Seguimos ascendiendo por claro carril, por un fantástico hayedo, hasta que dimos con algunas casas bajas, de cubiertas de teja, la Sen de la Vara. Se alternaban tramos de sendas con caminos más ancho, pero siempre bordeados por altos helechos continuamente y un exuberante verdor constante.





Pasamos por el Sur-sureste del Xerru el Toral hasta que conectamos con el lecho seco del arroyo de Palombar. Continuamos por su propio cauce, indicado por multitud de hitos, por una zona compleja e incómoda. Muchos arbustos y ramas por donde había que ir agachándose continuamente.

Zona de fuerte pendiente comprendida entre la estribaciones del Xerru Mateos y la peña del Areo.



Superada esta zona de barranquera, la foz del Palombar, nos encontramos con otra pendiente a vencer algo más tendida, siempre por claro sendero que se abría camino, aunque a veces era imperceptible, entre un mar de helechos frondosos y verdes que tapizaban todo el terreno por donde caminábamos, desde diferentes puntos de vista, daba la impresión de caminar campo a través entre ellos.

A veces nos encontrábamos con superficies herbáceas sin el estorbo de plantas más altas.







A nuestra izquierda, delante de nosotros, caían los paredones que formaban la estribación Este del pico Palombar y mucho más al Norte, al fondo, asomaba nuestro objetivo del día, el Tiatordos, pico calizo que de momento no mostraba ninguna característica especial, que llamase la atención, salvo la altura que aún teníamos que superar para alcanzarlo.

Prácticamente, durante toda esta subida, seguimos por el curso del arroyo, sin desplazarnos del mismo y siempre por ese magnífico y sorprendente mar de helechos de alto porte.

Con dirección hacia la Collada los Acebos, nos topamos con una fuente de frescas aguas que vertía sus aguas sobre una bañera a forma de abrevadero, utilizamos el precioso lugar como zona de avituallamiento y descanso.

Tras reponer fuerzas y energía, retomamos la marcha, continuando próximos al cauce. Al situarnos a la altura de la Collada los Acebos, abandonamos el cauce y nos dirigimos hacia ella.

Sobre la misma, se nos abrieron nuevas vistas al Oeste, principalmente sobre el valle del Llábana, por donde discurría el reguero de nombre homónimo, aunque una incipiente y alternante niebla, no nos dejó tener unas vistas claras.








Recuerdo estar escudriñando esa zona asomándome a todos los promontorios rocosos, ya que las vistas, bien lo merecían.

Continuamos para arriba, por un retorcido senderillo que nos hizo pasar en la parte alta del mismo por numerosas y retorcidas retamas. Nos condujo desde la Collada hasta la Majada Tiatordos, una planicie herbácea dónde un grupo de vacas pastaban tranquilamente y relajadas, al pié de la base del Tiatordos, que se erguía majestuoso.










Sobre la base del Tiatordos, nos fijamos como quedaba marcado claramente el senderillo de subida por su cara Oeste, a él nos dirigimos y con un paso tranquilo, fuimos progresando a paso regular hacia lo alto.

El sendero iba dibujando una serie de curvas o zigzag, para ir sorteando los diferentes obstáculos que se presentaban sobre la ladera de ascenso.

Parecía que estaba más cerca su cumbre de lo que al final resultó, aunque el paisaje te animaba a seguir. Cercanos a su máxima elevación, divisé un poste de MP (monte público) y decidí acercarme a él, así recorrería parte de la cordal cimera, antes de alcanzar el poste geodésico, y fue aquí, donde descubrí la bestial orografía de este pico.
















El descubrimiento de su cara contraria a la que subíamos, cortada a pico y en cuyo fondo, muchísimos metros más abajo, existía un manto blanco que ocultaba su base, encima, a eso se le añadía que el contacto de esas nubes sobre el farallón vertical, en continuo movimiento, como si se tratase de una orilla de mar, con sus pequeños vaivenes, daba un aspecto tenebroso.

Era alucinante, espectacular, a la vez de "aterrador". No tengo vértigo, aunque me imponen estas enormes verticales, se trató de una sensación difícil de comentar, impresionaba.




Tras el lote de fotos cerca del abismo, por fin nos decidimos a acercarnos al poste geodésico y más alta elevación de la jornada. Allí comimos gozando de tan bello espectáculo, continuando con la serie fotográfica.

Pero pasado un largo rato en la cumbre y con la satisfacción de haber conseguido el objetivo, tuvimos que regresar.


















Bajamos por el mismo sendero que subimos, por la ladera Oeste. Alcanzada su base, tomamos dirección Noreste, hacia el pico de la Copona, que pasamos junto a él, a continuación, llegamos a la Collada de los Fitos, pasamos bajo la Golpina y ya con una marcada dirección Oeste, tras pasar una zona amplia de aulagas, donde el sendero se perdía a intervalos, llegamos a la preciosa ubicación de la majada de Piedrafita.

Situada sobre un saliente alomado de la ladera Sur del Valloserón.












Se trataban de casitas pequeñas y alargadas con cubierta de pizarras gruesas, que más que repeler el agua, daba la impresión de que querían aplastarlas, con una vieja fuente abrevadero, algo más retirada de ellas.

Desde este enclave, se tenían unas estupendas vistas, tanto del pico realizado, el Tiatordos, como del que nos esperaba mañana, el pico Maciédome o Alto de Ponga.

La senda por la que continuamos el itinerario, coincidía con las sendas marcadas que suelen aparecer normalmente en los mapas, incluido el IGN, caminos de toda la vida, como les digo yo. Una clara senda que unía esta majada con el pueblo de Pendones.

Desde la majada tomamos dirección Oeste, hacia el picu Cornielles, hasta cruzar el Reguero de Llábana, donde cambiamos a dirección Sur y con ello, ir cerrando la amplia circular.

En los inicios de este nuevo rumbo, el sendero muy marcado y claro, nos llevaba entre muros pétreos calizos, procedentes de las estribaciones más orientales del pico los Ladrones, a nuestra derecha y hacia el otro lado, una pendiente lateral camuflada por el numeroso follaje, que terminaba en la vaguada por donde discurría el reguero de Llábana.









De vez en cuando, cuando clareaba el verde, las vistas sobre la ladera contraria a la que transitábamos, nos dejaba ver su bella silueta y gran parte del recorrido que llevábamos, además de una vasta extensión de sierra que aún me queda por descubrir.

Pasamos por la zona de Bomanlogu y el Corcoxafón, como indica el IGN, por un precioso recorrido entre grandes árboles, helechos como nota rutinaria en el recorrido y bellos rincones.




Sin lugar a pérdida alguna, la senda nos llevó a un pequeño saliente, similar al de Piedrafita, aunque más pequeño y menos abierto, donde nos encontramos con otra pequeñita casa, como lugar de cobijo para pastores y una fuente abrevadero.


Algo más adelante la senda se unía a un claro carril, que de seguirlo dirección Sur, nos llevaría a la carretera que une La Foz con Pendones, pero nosotros anduvimos por él un corto tramo hasta dar con otra vivienda, totalmente restaurada y de techo metálico rojo, justamente donde el carril hacía una curva de 90º.

Había que estar atentos, ya que la continuación del itinerario pasaba por saltar una valla que flanqueaba el camino, realizada con troncos. Había que continuar por un estrecho pasillo delimitado a ambos lados por un cercado, hasta una nueva valla de madera, en el extremo opuesto, que había que superar de nuevo, con la sorpresa, de que en ese tramo, al menos, si mal no recuerdo, ver dos mojones de monte público.

En este momento, estábamos situados sobre el Collado del Xuaco.

Continuamos caminando por un precioso y enorme hayedo, si no me equivoco de árboles, que no es lo mío, por un sendero tapizado de sus hojas caídas y secas, una alfombra espectacular.

Tuvimos un momento de dudas, ya que nos encontramos con la senda-carril interrumpida por un enorme árbol caído que nos impedía ver la continuación de la senda, pero con la ayuda del Gps, cruzamos una zona de helechos altos y volvimos a recuperar la dirección.



El resto del camino que nos quedaba hacia el pueblo de partida a la mañana temprano,  fue un paseo relajante, y sosegado, por un tupido hayedo ubicado en la falda Este de la peña la Quemada. Tranquilamente, y sabiendo que teníamos los deberes realizados, disfrutamos de este encantador entorno hasta que alcanzamos la majada de Ería de Pendones.

A partir de aquí, fuimos entre diferentes vallados de amplias fincas, donde veíamos como aireaban las hierbas para su posterior embalaje para el crudo invierno y casi sin darnos cuenta,  gozando de las vistas de las sierras de los alrededores, nos encontramos en un tramo hormigonado, con una fuente con su abrevadero en forma de "L", ya con la visión de las primeras casas al fondo de Pendones.








Pasamos junto al depósito de agua y ya nos introducimos por sus calles, situadas más al Norte. Nos encontramos con un bar próximo al aparcamiento donde dimos buena cuenta de una fresca botella de sidra.


 

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA




Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/circular-de-subida-al-tiatordos-desde-pendones-55927667


NOTA:

 

Con este blog solo quiero dejar constancia de algunas de las salidas que hago, normalmente acompañado de mis amigos, por las Sierras por las que me muevo. Sólo pretendo aportar mi experiencia personal, en el momento puntual de realizar mis itinerarios, que como comprenderéis pueden ser cambiantes en cuanto a climatología y estaciones del año y no es mi intención que las explicaciones, comentarios y fotos que acompañan a cada una de las entradas de este blog sirvan de guía para otros montañeros, ya que no tiene por qué ser ni la mejor opción de ruta, ni las mismas condiciones del tiempo, ni tampoco los tiempos empleados.

Deseo que os guste, sea de vuestro agrado y os sirva la información.

 

Gracias por vuestra visita.


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