miércoles, 6 de noviembre de 2019

CIRCULAR POR LOS VILLARES, TRANCO DEL PERRO, CINTOS DEL FRAILE Y LAS HIGUERAS, RÍO BOROSA


Ruta realizada el día 20 de Marzo del 2016.

De nuevo en el Parque de Cazorla, Segura y las Villas, aunque con la incertidumbre de mal tiempo en nuestros días previstos de ruta, esperanzados en que no fuesen lo malo que lo pintaban.

Al final, en ninguna de las dos rutas que realizamos esos dos días, pudimos decir que hubiésemos tenido una climatología adversa, aunque en las dos nos mojamos algo, mucho más en la siguiente que en ésta. Es por ello, por lo que decidimos realizar la que describiré a continuación en primer lugar, mucho más larga y aventurera.

Me quedé con ganas de realizar la que "avhinojosa" en Wikiloc, mencionaba como mejor ruta de esta sierra. Siempre sigo sus movimientos y sus track, me ofrecen bastante confianza, así que de nuevo, con otro de su colección, entre otros, me desplacé a esta sierra. con la intención de averiguarlo.

Tenía un pequeño temor, ya que era consciente de que debía quedar nieve y por lo tanto, posible barro deslizante en algunos tramos y por sus comentarios, podría ser problemático algunos pasos por la zona y como desconocía la ruta, tenía esa tensión que normalmente padezco en los itinerarios realizadas en el Parque, ya que no hay que andarse con tonterías por aquí. Pero a quien le gusta este tipo de "senderismo"(por llamarle de algún modo) es como una adicción difícil de abandonar

Comenzamos en los alrededores de la piscifactoría situada junto al Jardín Botánico y al Museo de la Torre del Vinagre (Situado entre Arroyo Frío y Coto Ríos, desviándonos a su altura de la carretera principal)

Aparcamos pasado el puente sobre el río Borosa, en una explanada que suele estar siempre completa, pero al llegar temprano, sólo dos coches estaban aparcados en la zona antes que el nuestro, no fuimos los más madrugadores.

Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos con entusiasmo la ruta.

Caminamos por el clásico recorrido del Borosa, un camino ancho junto al río, observando su transparencia y los bellos saltos de agua, pero pronto lo abandonamos, justo donde había un hito que lo marcaba, concretamente por el Barranco del Ruejo.



El sendero, perfectamente marcado, nos iba subiendo mediante sucesivos zigzags, por la misma divisoria entre el citado barranco y el Borosa. En poco tiempo, logramos una buena altitud, observando los diferentes valles a uno y otro lado, así como los diferentes picos de la zona, desde los más cercanos a los más alejados, como el Castellón de los Moros o de Guadahornillos, al lejano Empanada, totalmente cubierto por la nieve.




Subíamos entre un pinar alto, flanqueado por un terreno tapizado por matorral de bajo porte. En algunos puntos los arbustos hacían de galerías o túneles naturales, cuyas ramas nos protegían del sol.





Así, caminando, distraídos con todo el paisaje que nos rodeaba, incluyendo el característico Picón de Haza, por cuya base se suponía que debíamos pasar, alcanzamos la zona de los Villares. Lo primero que vi fue una cruz metálica de color verde, ya desde allí, era un excelente mirador. Algo más abajo, estaban unas ruinas en las que antaño, fueron unos cortijos donde vivían y trabajaban personas. También una perfecta era.

No encontré una fuente lavadero, que había visto en algunos blog, aunque la verdad es que tampoco me puse a escudriñar, ya que prefería seguir con el itinerario.





De los Villares al cercano cortijo de Laza, según los mapas, aunque según he leído, la casa forestal de los Villares, tuvimos que pasar una zona muy anegada, con muchas pequeñas surgencias de agua y plagada de juncos o plantas similares.




De este último cortijo, también en ruinas, comenzamos una bajada hasta alcanzar su vaguada, por donde discurría el arroyo de los Villares, según el mapa y de los arredraderos, según otras fuentes, cuyo nacimiento se ubicaba al Noreste de nuestra posición, en el Collado de la Cierva. Un rinconcito precioso y delicado que tuvimos que vadear, para continuar con la ruta, ahora de nuevo en ascenso.




Seguimos por sendero marcado con características similares al que llevábamos, pinos, matorral bajo y pasos en galería, la verdad es que se trataba de una zona que te transmitía tranquilidad y relajación.

Alcanzamos un nuevo espacio abierto sin árboles, en la Asomadica, donde encontramos unas nuevas ruinas, allí nos sentamos a comer unas naranjas, contemplando todo el horizonte que se nos abría frente a nosotros, principalmente el señorial Picón de Haza, que bajo su base, se percibían caer las cascadas de las Tres Colas y a nuestras espaldas, se asomaba parte del Calarejo de los Nevazos.





Nos tocó proseguir con este impresionante itinerario, ya teníamos al lado los paredones por donde se suponía que caminaríamos en esta circular, aunque era difícil de imaginárselo.

Si no recuerdo mal, nos llegamos a encontrar con nuevas ruinas, casi en la misma base del Calarejo, cuando comenzamos a bordearlo, allí nos entretuvimos con curiosas y caprichosas formaciones de las rocas.




Ya teníamos delante el siguiente collado, muy evidente, el collado de Roblehondo, sólo debíamos recorrer la vertiente Este de los Calarejos de los Nevazos, a media ladera, para acceder al inicio del collado.



Una vez en él, las vistas hacia uno y otro lado del mismo...sin palabras...Amplitud, valles preciosos y picos abruptos. Una gozada el quedarse un rato allí.


Este collado terminaba en el famoso paso del Tranco del Perro, una senda perfectamente marcada, clara y bien diseñada, un auténtico camino de herradura, con los flancos realizados con muretes de piedras para poder pasar por sitios inverosímiles

Comenzaba con multitud de zigzags desde el collado, para adentrarse entre las paredes verticales. Parte del mismo lo cogimos con nieve y la roca estaba algo resbaladiza, a esto, había que sumarle, que parte de esos tramos "no disponían de barandilla" je, je y las verticales se encontraban al acecho.

Aunque se trataba de pasos de cierta anchura que te ofrecían seguridad, confianza y te limitaban el efecto vértigo.

Casi se podría decir, que el Tranco del Perro, se iniciaba justo, donde una valla de madera se interponía en el camino, teniendo que superarla entre la pared y ésta, por un hueco que permitía el paso y terminaba, cuando pasábamos por el hueco que dejaban dos enormes paredes verticales. Siendo una, el Puntal del Águila que dejábamos a nuestra derecha, bordeándolo por su cara Este.













Superada esa "puerta", se nos abría una especie de impresionante circo, con parte de la Cuerda de las Banderillas, como límite entre tierra y cielo. De impresión.


Nosotros, tomamos dirección Sur, paralelos a la Cuerda y comenzamos un tramo, por una terraza intermedia, limitada por caídas verticales a nuestra derecha y paredones verticales a nuestra izquierda. Nos movíamos por la zona del Cinto de la Higuera.

Algunos pasos inclinados con nieve, los realizamos con la mayor prudencia posible, al igual que cuando nos encontrábamos barro, aunque en líneas generales, no lo encontramos tan malo, como en principio me pensaba. Si quiero advertir que en condiciones climatológicas adversas o con demasiada nieve o barro, algunos de estos pasos pueden ser muy expuestos y delicados.

El lugar era impresionante, formaciones rocosas de todo tipo, con sus caprichosas formas, me recordaba en algunos momentos a zonas pirenaicas.



Nos encontramos con la fuente del Perro, una fuente, cuyas aguas, salía por debajo de unas piedras a través de una pequeña canalización en madera y la vertía sobre otra mayor, perpendicular a ésta, en forma de abrevadero.


Continuamos andando por los taludes adosados a las paredes verticales que nos rodeaban, sin tener una certeza clara de poder avanzar o tal vez, encontrarnos con un mal paso, donde habría que valorar su continuidad.

Tras un tramo relativamente horizontal, seguido luego de un corto descenso, nos encontramos a continuación con el Puntal de las Cabras, que dejamos a nuestra izquierda. Picachos y agujas de diferentes tipos y envergadura, nos flanqueaban.






Nos encontramos luego con una pendiente enorme que descender, la Cuesta del Picachal, hasta llegar a su fondo por la zona de la Hoyica del Jorro, donde nos subimos a una enorme plancha de piedra, donde dejamos pasar a un enorme rebaño de ovejas que venían en sentido opuesto al nuestro.








Durante la bajada, enfrente, se alzaba majestuoso el Castellón, con su marcado collado que poseía a su izquierda, tal como nosotros lo veíamos, el Collado de las Chozas.

Desde la Hoyica, iniciamos el ascenso a la rampa situada en la cara Norte del Castellón, parecía fácil, pero fue la más compleja. Un bosque muy enmarañado de arbustos, por lo visto de boj, creo que es el nombre, nos recibió, obligándonos a pasar sólo y exclusivamente por el confuso sendero que entre ellos existía, encima, colmatado de barro, que en algunas pendientes te hacía resbalar y había que guardar el equilibrio, incluso en algunos puntos del trazado, se había roto o  perdido, por pasar las aguas sobre él.
















 Con cierto esfuerzo, conseguimos el nuevo collado. En este momento, por fin, tuve todo bajo control, ya que tenía frente a mí, el collado de Haza, que ya conocía, por haber subido cuando realicé el río Borosa, varias semanas atrás, así que si surgía algún problema al pasar por la cara Oeste del Picón de Haza, con regresar por donde mismo y subir al mencionado collado, la ruta se convertiría en el ascenso del río Borosa hasta las lagunas, que yo controlaba.

Con tranquilidad y cierta relajación, nos subimos al extremo rocoso contrario al Castellón, que nos limitaba el paso, para comernos las frutas y bocatas, pasadas las 16 h. (ya era hora) Mirador excepcional y vertiginoso y algo "acojonante" donde nos colocamos para tomar la dosis energética. Contemplábamos lateralmente los impresionantes saltos de las Tres Colas, además de un panorama espléndido.






Decidimos continuar, casi convencidos que la noche nos cogería por el camino de regreso del Borosa, pero al menos era camino y frontales llevábamos.

Bajamos de nuevo la pendiente que nos tocaba, hasta alcanzar un nuevo arroyo que atravesamos, continuamos por el definido sendero, atravesamos algunas zonas algo anegadas y nos encontramos al frente, con el típico terreno aterrazado, que contemplábamos desde lo alto del collado anterior, junto al Castellón, próximos al Picón del Haza.




Pasamos junto a las ruinas del cortijo de Haza y comenzamos otro interminable y duro ascenso, más con el castigo que ya llevábamos.

Al inicio de este tramo ascendente, una cresta rocosa, a modo de pretil, nos acompañaba y limitaba por nuestra derecha y poseía muy marcadamente una clara senda. La curiosidad me invadió y fui a recorrer ese corto trayecto, aunque cuando llegué a su final, creo que no era más que un lugar como de observatorio del valle del Borosa. No entendí, ni entiendo, su construcción, ¿Con qué finalidad se hizo?



Continuamos superando la pendiente, observando perfectamente el comienzo de las cascadas de las Tres Colas, de las tuberías que alimentaban la central eléctrica y de las canalizaciones de aguas, además de ser esa zona, un perfecto mirador del camino del Borosa, dónde las diminutas personas paseaban por él.



Superamos otro arroyo, con su pequeño aporte de agua y llegamos a asomarnos justo encima de donde nacían las cascadas de las Tres Colas. En cierto modo, me llevé una desilusión, ya que no sabía que esas impresionantes cascadas, no eran naturales, sino que eran artificiales, debido al rebosadero de la imponente acequia que los alimentaban.

Parte de la acequia disponía de un rebosadero por el que se derramaba el agua causante de las altísimas cascadas, de todas formas, tanto el lugar de observación nuestro, como el de la ubicación de la acequia, eran de impacto. No aconsejo acercarse a esas cornisas a personas con vértigo.




Te sentías pájaro, todo bajo nuestros pies, incluida la central eléctrica que veíamos desde lo alto.

Un trazado montañero por una repisa muy amplia, pero que de alguna manera te indicaba muy claramente, que el vacío te acompañaba continuamente a tu lado derecho, según nuestra marcha. En algunos pasos, un mal resbalón podría acarrear, consecuencias muy graves.

Una mirada atrás y aún el Fraile, nos seguía observando desde la lejanía. Seguíamos bordeando el Picón, por su cara Oeste, cuando divisamos dos esbeltos pinos en una ubicación increíble, desafiando al abismo, por donde debíamos pasar. Entre ellos y la vertical absoluta de las paredes del Picón.

Desde este punto contemplábamos perfectamente la otra vertiente del Borosa y esa peculiar aguja pétrea, que te hace pensar cuanto tiempo permanecerá de pie.











Comenzamos a descender, con la incertidumbre de donde nos llevaría y en qué punto conectaríamos con el trazado clásico del Borosa, cuando apareció ante nosotros el embalse de los Órganos, visto desde arriba y a lo lejos. Maravilloso.




Me asomé al lateral, aunque no pude ver el río Borosa, pero sí, la garganta que formaba. Seguimos descendiendo entre algunos pinos aislados hasta que localicé el camino y la acequia situada junto a él. Esa pizca de tensión que siempre llevé al caminar por esta impactante ruta, de repente desapareció, la tranquilidad me llegó y sentados junto a la acequia y el trazado clásico, descansamos y comentamos algunas de las anécdotas acaecidas durante el trayecto.







Salimos justo después de la salida del primer túnel dirección hacia los embalses, el más largo. Decidimos acercarnos al embalse de los Órganos, Mª José no lo conocía, así como el resto del camino de regreso por el río Borosa,










                                                                                                       Cascada de los Órganos
















La noche nos cogió pasando la Cerrada de Elías, desde allí al coche, con frontales.



Todo este itinerario, no lo cuento ya que lo tengo en otra entrada anterior a la que me remito:


 DATOS DE INTERÉS DEL RECORRIDO:




 Si quieres el recorrido, pincha sobre el enlace para descargarte el track de esta maravillosa ruta:

https://es.wikiloc.com/wikiloc/spatialArtifacts.do?event=setCurrentSpatialArtifact&id=43293617



NOTA:

Con este blog solo quiero dejar constancia de algunas de las salidas que hago, normalmente acompañado de mis amigos, por las Sierras por las que me muevo. Sólo pretendo aportar mi experiencia personal, en el momento puntual de realizar mis itinerarios, que como comprenderéis pueden ser cambiantes en cuanto a climatología y estaciones del año y no es mi intención que las explicaciones, comentarios y fotos que acompañan a cada una de las entradas de este blog sirvan de guía para otros montañeros, ya que no tiene por qué ser ni la mejor opción de ruta, ni las mismas condiciones del tiempo, ni tampoco los tiempos empleados.
Deseo que os guste, sea de vuestro agrado y os sirva la información.

Gracias por vuestra visita.

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