Ruta realizada el día 14 de
Noviembre del 2015.
Fuimos Juan José y yo, Antonio, a
realizar esta larga, dura y preciosa ruta, recorriendo cinco pueblos de la
Serranía Rondeña. Benalauría, Jubrique, Genalguacil, Benarrabá, Algatocín y
regreso a Benalauría. Un total de unos 34 Km, con las consiguientes subidas y
bajadas entre cada uno de ellos.
Accedimos por la carretera que
une Utrera con Ronda, pasando por Algodonales. Pasado el puerto de Montejaque,
nos desviamos hacia la población de Montejaque, de aquí a la cercana Benaoján,
para seguir dirección hacia Cortes de la Frontera, dejamos el acceso hacia la
preciosa Cueva de la Pileta y alcanzamos un cruce hacia Jimera de Líbar, que
tomamos.
Continuamos hacia Atajate, sin
llegar a él, y cuando alcanzamos el cruce con la carretera procedente de Ronda,
tomamos hacia Benadalid y de éste, a Benalauría, donde dejamos el coche en un
pequeño aparcamiento nada más entrar en la población.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, comenzamos esta ruta por las calles de este primero y
precioso pueblo, pasando junto al colegio público rural y situados en la parte
baja, al Este de la población, fuimos cogiendo un camino exterior, señalado con
postes indicativos, hacia la localidad más cercana, Algatocín, según el
letrero, 2 h y media.
Comenzamos a disfrutar del
entorno clásico de la zona, el castañar. Cogimos el día ideal, con multitud de
colores, desde los rojizos más radiantes hasta los verdes oscuros, toda la gama
existente entre ellos, tuvimos la suerte de apreciar, en esta ruta.
Zonas tapizadas de hojas secas
rojizas, una perfecta alfombra para poderla pisar. También coincidimos con el
tiempo de las setas, así que tuvimos la oportunidad de contemplar bellos
ejemplares de diversos tipos, incluso una amanita caesarea, según tengo
entendido, una de las mejores.
Dejamos de lado una portilla o
cancela, que sería el lugar por donde regresaríamos cerrando la circular, algo
más adelante, encontramos un bifurcación, aunque era más evidente la de la
izquierda, por donde tomamos, a la altura donde el IGN nombra como el Castañar.
Nos tocó descender de lo lindo
por ese carril, dirección Oeste, casi alineados con el contacto entre el arroyo de las Veguelas
con el río Genal, pero bajados unos 50 metros de desnivel, cogimos un sendero
muy ancho, bastante marcado, que no era otra cosa que un recorte al camino
principal.
Descendidos 300 metros de
desnivel desde que nos desviamos a la izquierda por el ancho camino, nos
acercamos a la orilla del río, a primera vista era una barrera infranqueable,
así que decidimos bichear por la zona, para encontrar algún punto más idóneo
para vadearlo.
En este punto, el río Genal
formaba un cerrado meandro y nos encontrábamos en su única entrada posible,
decidimos avanzar por ella, ya que el camino seguía y se introducía en el
mismo. Nos llevó a la verja de una propiedad, enclavada en el mismo centro del
meandro, estaba casi rodeada por completo por el curso fluvial.
Regresamos por nuestros pasos
hasta la misma orilla de nuevo, y aquí planteamos las dos posibles hipótesis
que podíamos realizar. Una, regresar y dar por concluida la aventura y dos,
jugárnosla, cruzando el curso acuático. Eso hicimos, nos quitamos botas,
calcetines y pantalones y con pasos de plomo, ya que no se veía bien donde apoyabas
los pies, cruzamos el río. Menos mal que tuvimos suerte, porque aunque nos
cubría hasta las rodillas, llevaba bastante corriente y no resbalamos ninguno,
sino, hubiera sido otro cantar el resto del recorrido.
En la otra orilla, buscamos como
pudimos, para evitar el barro y las cañas acumuladas, algunas piedras para
secarnos algo y volvernos a vestir. Reanudamos la marcha y dimos con una zona
donde tiempo atrás, sería una rica parcela de cultivo, quedaban cítricos, kakis
y otros frutales, además de unas ruinas, como un viejo molino, invadido por las
plantas trepadoras o alguna casona.
Tomamos por un difuso camino, en
su inicio, en sentido ascendente, hasta conectar con otro claro carril. Era uno
de los ramales provenientes del Camino de las Gambillas, situado al Norte de
nuestra posición en esos momentos. Lo continuamos en sentido ascendente.
A cierta altura, disponíamos de
las vistas de la finca y la casa, donde estuvimos a punto de introducirnos
buscando una zona para vadear el Genal.
Continuamos por el amplio carril,
pasando junto a diversas parcelas, dejando el Genal a nuestra derecha, mientras
en el fondo de la vertiente contraria, discurría el arroyo de la Riguerta.
Metidos en pleno bosque de
castaño con la infinidad de colores, fuimos acercándonos al siguiente pueblo,
aunque antes, pasamos por la Casa del Castañal, para casi a continuación, dar
con la carretera de acceso al pueblo. Hasta aquí, llegó el ascenso desde el río
Genal, a partir de este punto, comenzó el descenso hasta el río Monardillo, al
Sur de Jubrique. Posteriormente pasamos por las Bodegas de Manga Solana, la
Casa del Alguacil y el propio polideportivo de la localidad.
Una vez en el pueblo, bebimos de
sus fuentes, curioseamos retablos cerámicos puestos en sus calles, contando
parte de su historia y anduvimos por sus preciosas calles, con la mayoría de
las casas ornamentadas con unas tejas muy elaboradas y creativas.
Este segundo pueblo en nuestro
recorrido, Jubrique, era de ensueño, cuidado, rincones espectaculares, muy
bonito. Lo atravesamos diagonalmente de Oeste a Este, hasta dar con la
carretera MA-536, pasando junto al
colegio público Almazara.
Continuamos un corto trayecto
paralelo a la carretera, hasta seguir descendiendo por un sendero empedrado y
sinuoso, que pasando junto a diversas fincas, donde algún que otro equino nos
miraba sorprendido, nos llevó al lecho del río Monardillo.
Pasamos junto a un antiguo molino
en rehabilitación y tuvimos que cruzar el río por un puente de madera en dudoso
estado, ya que uno de sus apoyos se encontraba en el aire por haber sido
trasladado por las aguas de su posición original, además de estar algo
revirado.
Aquí terminó nuestro nuevo
descenso, para comenzar el siguiente ascenso hasta la siguiente localidad,
ahora le tocaba el turno a Genalguacil.
El comienzo de este nuevo
ascenso, por la vertiente Norte de la Loma de Benajarón, la contraria a la que
habíamos bajado desde Jubrique, estaba muy bien empedrada y disponía de muchas
revueltas para tomar altitud con rapidez. Inmediatamente, casi al pasar el río
por el puente, cruzamos un arroyo tributario, el arroyo de los Redondillos,
para ir tomando altura paulatinamente, cruzando la ladera diagonalmente de Este
a Oeste.
El camino se fue convirtiendo en
un verdadero carril, la Vereda del Camino de Jubrique, desde donde teníamos, al
echar la mirada atrás, el bello pueblo de Jubrique, ubicado en la parte alta de
la ladera, dejada a nuestras espaldas.
A la altura del Cordel de Umbría
al Río Genal, comenzamos a ver las primeras y más exteriores viviendas del
pueblo de Genalguacil, además de volver a pasar por diferentes fincas cercanas
a la localidad.
Por supuesto, seguíamos envueltos
en esa magia que te otorgaba el inmenso castañar, cuando entramos junto a las
primeras viviendas del tercer pueblo, Genalguacil. Si el anterior era bonito,
éste, para mi gusto y sin que por ello se me enfaden los de Jubrique, era aún
más.
Ubicado en un entorno
privilegiado, con sus calles, plazas y los variados rincones, todos ellos
colmatados de estatuas situadas por todas partes y lugares de la población y
esas paredes blancas reflectantes, hacían que dar un paseo, fuese una sensación
muy agradable. Es más, encontramos un pequeño bar, junto al mirador de la
Plaza, donde nos tomamos unas cervezas que nos sentaron estupendamente.
Sólo tuvimos una contrariedad, y
fue que era un pueblo muy visitado por motoristas de motocross y quads, o al
menos, coincidimos ese día. Mucho ruido y motos por algunas veredas.
Tras el merecido descanso y el
pequeño puntillo con las cervezas, continuamos un tramo por la carretera
MA-537, dejando atrás unas vistas preciosas del pueblo de Genalguacil. La
abandonamos rápidamente y tomamos dirección Oeste, a media ladera, por debajo
de lo que sería el Cordel anterior.
Hasta que llegamos al cauce del
Genal por segunda vez, en esta ocasión, desde que dejamos la carretera, fuimos
todo el tiempo por senderos y no carriles.
Senderos llenos de encanto, al
principio junto a diferentes parcelas, para más adelante, llevarnos por bosques
de encinas, castaños y otros tipos de árboles, junto con arbustos y plantas de
mediano porte.
En la parte final, donde el
sendero nos llevaría a la orilla del Genal, se torno con bastante pendiente y
más que sendero, daba la impresión de tratarse del cauce seco de algún arroyo
estacional.
Salimos junto a una portilla con
un mástil de madera con los colores de GR, pero nosotros la dejamos a nuestra
espalda, bordeando la alambrada que limitaba a la Casa de los Limones a nuestra
izquierda y el río a nuestra derecha, Recuerdo que era una zona con muchas
cañas, ubicadas por el contorno del río. Allí encontramos otra señalización que
indicaba la dirección hacia Benarrabá, nuestro siguiente objetivo.
Llegamos a una especie de área
recreativa situada en el Prado de la Escribana, donde en uno de sus bancos nos
tomamos el bocata.
Para continuar con nuestro
itinerario, teníamos que cruzar el río, para ello utilizamos el puente
inundable, por donde pasaban los turismos y seguir con una dirección Oeste,
buscando el pueblo de Benarrabá.
Así que tras la bajada anterior,
como no podía ser de otra forma, tomamos la subida siguiente. A media ladera de
la vertiente Sur del arroyo del Infiernillo, fuimos caminando sobre otro amplio
carril, aunque en su inicio, como estábamos acostumbrados, fuera más senda que
otra cosa.
Seguimos encontrándonos
diferentes tipos de setas, esta vez, unas muy rojas ocre, con pinta de ser
venenosas posiblemente. Al pueblo no quedaban demasiados kilómetros, la señal
que encontramos en el río, mencionaba 2,5Km a la población.
Pronto tuvimos las primeras
vistas sobre Benarrabá. Por el camino, encontramos un cartel que nos informaba
sobre el valle del Infiernillo, que siempre llevamos lateralmente.
Accedimos a la población, por su
parte Norte, anduvimos varias calles y nos asomamos a un espléndido mirador
"Mirador del Chorruelo". Lugar ideal para otear sobre el valle del
Infiernillo.
Comenzaba a pesar el sube y baja
de la ruta, pero aún nos quedaban dos pueblos por alcanzar, así que con cierta
premura, casi sabiendo que la noche nos cogería en el transcurso del recorrido,
tampoco era una novedad para nosotros, continuamos con el trayecto impuesto.
Descendimos hacia el fondo del
Valle para luego, comenzar el ascenso por la vertiente contraria. Conseguida su
parte superior, las vistas sobre la población de la que procedíamos, como en
las restantes ya visitadas, eran fabulosas.
Caminamos por caminos donde de
muy vez en cuando pasaba algún que otro 4x4, junto a parcelas. La parte final
de este camino, recuerdo que era hormigonado y nos conectaba con la carretera
principal de la zona, la A-369, la que unía Gaucín con Ronda.
Divisábamos desde nuestra
posición, el peñón de Benadalid, ruta que ya realizamos con anterioridad.
Recorrimos un kilómetro largo por
la misma, hasta entrar en Algatocín, último pueblo del itinerario, sin contar
desde luego con Benalauría, con el que aún nos quedaba conectar para cerrar
esta amplia circular.
Lo atravesamos longitudinalmente
y en una de sus plazas nos paramos un rato para terminar con las latas,
líquidos y pocas cosas que llevarnos a la boca. Aquí estuvimos como en trance,
ya que éramos conscientes de que la noche nos pillaría, pero nos relajamos más
de la cuenta y prácticamente salimos hacia Benalauría, ya de noche.
Teníamos cierta incertidumbre,
sobre cómo sería el último tramo, si sería complejo de seguir, ya que habría
que estar continuamente ojeando el GPS durante la noche, pero nos llevamos una
grata sorpresa, ya que se trató de un tramo bastante claro, sin lugar a
pérdidas y eso que todo el inicio fue por sendas.
Salimos del pueblo por la Casa de
Suspiros y la senda nos llevó con dirección Noreste, hasta cruzar el arroyo de
Genamajuz, a través de un firme hormigonado con tubos en su parte inferior para
dejar pasar las aguas del arroyo.
Cruzado el cauce, el camino, en
que se convirtió, giró cambiando de dirección, ahora hacia el Este y en ascenso
sobre la ladera o vertiente Norte del arroyo, que más adelante, debido al
aporte del arroyo de los Nacimientos, cambió el nombre a arroyo de Benajamuz.
Fuimos subiendo por esa ladera,
redirigiendo de nuevo la trayectoria con sentido Noreste, pasando por lo que en
el IGN marca como la Loma. Más adelante, junto a la Casa del Bailadero, para
salir a continuación y conectar, con el camino que procedente de Benalauría, trajimos
a la ida.
Sólo nos quedó terminar el resto
del recorrido hasta nuestro pueblo de salida o comienzo de ruta, por nuestros
mismos pasos.
Terminamos cansados, pero con un
verdadero buen sabor de boca por la aventura realizada.
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/circular-por-la-serrania-de-ronda-desde-benalauria-pasando-por-jubrique-genalguacil-benarraba-y-alg-29001914
NOTA:
Con este
blog solo quiero dejar constancia de algunas de las salidas que hago,
normalmente acompañado de mis amigos, por las Sierras por las que me muevo.
Sólo pretendo aportar mi experiencia personal, en el momento puntual de
realizar mis itinerarios, que como comprenderéis pueden ser cambiantes en
cuanto a climatología y estaciones del año y no es mi intención que las
explicaciones, comentarios y fotos que acompañan a cada una de las entradas de
este blog sirvan de guía para otros montañeros, ya que no tiene por qué ser ni
la mejor opción de ruta, ni las mismas condiciones del tiempo, ni tampoco los
tiempos empleados.
Deseo que os guste, sea de vuestro
agrado y os sirva la información.
Gracias por vuestra visita.