jueves, 16 de julio de 2015

Circular por Sierra Nevada. Veredón Superior-Juego de Bolos-Puntal de la Caldera-Carihuela-Arroyo San Juan-Alb. Universitario

Ruta realizada el día 13 de Septiembre del 2014.

Fuimos Patxi, Juan José y yo, Antonio.

Nos hospedamos la noche del viernes en Cenes de la Vega, en nuestro ya clásico hotel Don Gonzalo, donde recibimos siempre un trato muy agradable y acogedor.

A la mañana siguiente, bien temprano, nos levantamos, desayunamos en la cafetería del mismo hotel y, rápidamente, subimos por la carretera de montaña que nos llevaría al Albergue Universitario donde reservamos unas plazas para que nos subieran a las Posiciones del Veleta, como a los señoritos, en microbús y sin esfuerzo. Nos estamos acostumbrando a lo bueno!?

Una vez en las Posiciones, con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, nos dirigimos directamente al comienzo del Veredón Superior, un sendero que baja por la cara Este de los Tajos situados más próximos a las Posiciones, que forman el Corralón del Veleta, y que nos depositaría a los pies de los Tajos del Veleta.

Es un pasillo amplio que, sin nieve ni hielo, no reviste más dificultad que el estar atento por donde caminas, para no tener un resbalón o tropezón que podría tener consecuencias fatales. Siempre con pared a tu derecha y vacío a tu izquierda, este pasillo te conduce a la base de los Tajos del Veleta en el interior del Corral del Veleta. Mientras caminas, siempre tienes el perfil del pico homónimo y de los adjuntos, como el Canuto del Veleta, Zacatín, Campanario y el Salón que, por cierto, son tres miles que aún me quedan por coronar, exceptuando el último.




El Veredón Superior nos dejó en una especie de plataforma ligeramente inclinada, denominada, según el IGN, como “el Mirador”. Desde allí, nos dirigimos hacia las paredes por las que transitaba este pasillo, a una cota más elevada, buscando un túnel que encontramos.




Se trataba de una prospección con idea de hacer pasar por allí la carretera que comunicaba Granada con el Veleta. Para una mayor información sobre esto, pincha en este enlace: http://www.nevasport.com/nivalis/art/33396/El-tunel-del-Veleta/. (Enlace robado a mi gran amigo, Juan José, de su blog “falsos llanos”)

A la salida del túnel nos surgió la anécdota del día. Caminábamos en continuo descenso por las Trancadas del Guarnón, recorriéndolo transversalmente, con el objetivo de alcanzar la base de la ladera de Veta Grande (pared o ladera opuesta a la que descendimos que cerraba el Corral del Veleta) para subir a su collado; el caso es que uno de nuestros compañeros tuvo una urgencia inevitable y se paró, detrás de una enorme roca, mientras el resto proseguimos a un menor ritmo hacia el citado punto, llegamos a él y en unas rocas nos sentamos a esperarlo. Hablamos de unos 850m de distancia, aproximadamente, pero sin ningún obstáculo entre medio. El caso es que estuvimos esperando bastante y no teníamos rastro de él y nos comenzamos a impacientar y preocupar porque el compañero no venía, ni se veía venir.

Al rato, a lo lejos, vemos una figura diminuta que se movía de un lado a otro y aunque pegábamos voces, la distancia y el viento reinante no dejaba que llegase. Ya preocupados decidimos regresar por si le hubiese pasado algo. Llegamos al punto donde nos separamos, habíamos subido deprisa y un buen desnivel y no teníamos señales de él.

Decidimos en ese momento regresar por donde vinimos, casi dábamos por perdida la ruta y con la ansiedad de encontrar a nuestro compañero cuando, casi a la altura de “El Mirador”, lo vemos haciéndonos señas y corriendo hacia nosotros como un poseído.

Le pensábamos echar la bronca, pues vimos que no estaba lesionado y se encontraba perfectamente, pero cuando nos contó lo que le había pasado no salimos de nuestro asombro.

Resulta que cuando terminó con su asunto, vio a dos montañeros al fondo y fue tras ellos creyendo que éramos nosotros; cuando logró conectar, también, tras una buena carrera, se dio cuenta de que se trataba de otras personas y, al no vernos, regresó de nuevo al lugar inicial, es decir, todos nos pegamos una paliza gratis ese día, o se podía tomar como un calentamiento amplio. Aunque lo más gracioso de todo es que los tres coincidimos bajo la falda de Veta Grande, durante un tiempo, sin darnos cuenta y sin vernos.

No se aprecia en el track, ya que lo arreglé un poco antes de publicarlo.



Tras replantear de nuevo, si proseguir o no, por haber perdido demasiado tiempo para realizar nuestro proyecto inicial, decidimos continuar y llegar a donde nos diese el día, así que continuamos adelante.

Nos tocó subir al collado de Veta Grande, un fuerte desnivel que nos hizo sudar de lo lindo y tomárnoslo con calma. Culminado el collado, y no teniendo que subir al tres mil del mismo nombre por haberlo pisado en la excursión anterior, proseguimos por el marcado sendero que, en esta ocasión, se hacía descendente y recorría la ladera del Corral de Valdeinfiernos, segundo circo que nos disponíamos a pasar.






La pendiente lateral de este sendero era muy acusada, es más, existían algunos pasos algo expuestos donde, un mínimo resbalón o una mínima distracción, podría engendrar problemas muy serios.


Pasamos bajo los imponentes paredones del Cerro de los Machos y bajo el collado del Lobo. De frente, veíamos el espolón o estribación que partía de los Crestones de Rio Seco, con el Mirador de Ferrer formando parte de él y, antes de bordearlo, nos encontramos con una bella y poco profunda lagunilla, más bien una bella charca, donde nos tomamos unas frutas.





Bordeamos la estribación anterior con algún que otro paso llamativo y delicado, aunque nada de otro mundo y, por fin, tuvimos las primeras impresiones de la laguna Larga. Al ir acercándonos hacia ella se nos mostró la anterior, la laguna Galbata, para posteriormente alcanzar la Larga. Ambas de extrema belleza y de aguas cristalinas.








Realmente, casi no nos paramos para contemplarlas, sólo un pequeño momento y continuamos con nuestra marcha bordeando ahora la estribación proveniente del Puntal de la Caldera donde nos encontramos con dos enormes machos monteses. Se trataba de un tramo algo más enrevesado en el que tuvimos que superar algunos obstáculos, como rocas, para continuar nuestro itinerario.







De repente, se nos abre y se deja ver mi primer gran objetivo del día, por supuesto sin menospreciar el resto del itinerario que llevábamos pateado: la larga ladera y la cumbre del Juego de Bolos con ese color característico, un tono ocre, que lo diferenciaba del resto de elevaciones cercanas.


Se trató de una subida fuerte por el desnivel y por el desgaste que llevábamos hasta ese momento pero, poco a poco, gozando de las extraordinarias vistas que teníamos de los diferentes picos que nos envolvían, fuimos ascendiendo y logramos culminarla.






La sensación era mayúscula. Un mirador excepcional!! nos rodeaban los dos gigantes de la zona, Alcazaba y Mulhacén, los grandes barrancos al Norte y el cercano Puntal (siguiente objetivo a alcanzar), entre otras maravillas como la laguna de la Mosca, tan cercana.

Juego de Bolos conseguido, con sus 3.021m de altitud, otro más para mi listado de tresmiles de esta sierra. El primero de esta ruta.





Comimos en este maravilloso “restaurante” con vistas. Lo gozamos plenamente, lo disfrutamos, nos reímos y nos fotografiamos, pero el tiempo apremiaba y, aunque nos costó, tuvimos que continuar.

Nos desplazamos por la cuerda que une el Juego de Bolos con su hermano o Puntal Sur. En poco tiempo estábamos sobre el hito cimero y, por consiguiente… Puntal Sur de Juego de Bolos conseguido, con sus 3.033m de altitud. Segundo de la jornada.








Los siguientes tresmiles que teníamos en mente realizar, eran los que bordeaban a la laguna de la Caldera y hacia ellos nos dirigimos pero, en lugar de seguir el claro sendero que te llevaba al collado de la Mosca y, desde allí, por la arista atacar a las citadas elevaciones, preferimos subir ladera a través, prácticamente por la arista que bajaba de la antecima E del Puntal de la Caldera.

Aunque en cierto modo es lo que nos gusta, hacer el cabra, y aunque la decisión que tomamos se trataba de la más directa, lo cierto y verdad es que se trató de una subida dura, cansada y no exenta de algún resbalón por causa de esas placas, tipo pizarras, que a veces se desplazaban y nos hacían perder el equilibrio. También teníamos que ir con sumo cuidado para no desprender algunas piedras y que le cayesen al compañero de abajo.

Pero como casi nunca encontramos grandes obstáculos que nos frenasen, logramos alcanzar la arista cimera, no sin un alto desgaste físico, aunque… a eso veníamos, no??






En esos momentos nos encontrábamos eufóricos. Nos encontrábamos en un lugar que nos parecía muy difícil de alcanzar, sólo para unos pocos…¿locos?... Un lugar que siempre que pasas por la zona, ves, pero que, normalmente, ni te planteas subir.

Pues allí estábamos, nos fuimos a nuestra izquierda, según subimos, y conquistamos el Puntal de la Caldera Antecima E, con sus 3.184m de altitud, tercer tresmil superado. Fotos a mogollón (supongo que no subiré muchas veces más a ellos), y para el Puntal propiamente dicho.






La subida hacia esta elevación imponía más, visualmente hablando, que lo que realmente supuso al subir por su cara inclinada formada por grandes losas.


El único inconveniente era el viento que soplaba con fuerza y producía falta de estabilidad pero, en poco tiempo, también lo culminamos. Eso sí, tuvimos que trepar y apoyarnos con las manos para llegar al hito cimero.

Puntal de la Caldera pisado, más bien utilizado como asiento, con sus 3.222m de altitud. El cuarto conseguido en esta jornada y último de la ruta.










Aunque aún podríamos haber realizado el último de esta zona, el Puntal de la Laguna Larga, (algo más al Oeste de donde nos encontrábamos) por la misma arista, estábamos obligados a bajarnos de ella ya que existía una caída vertical de unos diez metros que nos interrumpía la progresión y, como además, teníamos que regresar hacia atrás porque nuestro compañero Patxi no quiso subir, una vez reunidos todos, decidimos dejarlo para otra ocasión.


Bajamos la ladera, dirección hacia la laguna de la Caldera, para ir al encuentro del sendero que parte del refugio y bordea por el Norte a la laguna. Una vez en él, sólo tuvimos que seguirlo y nos llevó al collado que forman el cerro Boto y el pico de Loma Pelada. Desde este punto, y por sendero marcado, nos llevó a la conexión con el carril de tierra que une el Alto del Chorrillo con el collado de Carihuela.




Ya por carril, de forma relajada, charlando, fuimos caminando hasta alcanzar el collado de la Carihuela donde observamos como el nevero, que normalmente mantenía taponado al mismo, se había retranqueado hasta tal punto que permita el paso perfectamente.




Bordeamos al Veleta y llegamos de nuevo al mismo punto donde por la mañana nos dejó el microbús.


Debatimos si bajar por donde siempre, recortando la carretera que subía desde el Albergue, o probar otra alternativa que llevábamos pero que, posiblemente, nos supusiera acabar sin luz diurna, cosa que nos ocurrió.

Por supuesto, optamos por la variación. Regreso desconocido para los tres.

Tiramos por el Tanto del Manolico, pasamos por una edificación pequeña de piedra, abandonada y algo derruída, y fijamos la dirección hacia el Veredón Inferior, aunque no lo llegamos a alcanzar, desviándonos antes hacia la elevación Hoya del Moro por la vaguada donde discurría el arroyo de San Juan.





Haciendo uso del zoom de la cámara, logré fotografiar la estatua metálica que se encuentra en el comienzo del Veredón Inferior.


Cercanos al arroyo, tuvimos unas muy bellas vistas, con la luz del atardecer, del antiguo observatorio y el monumento a la Virgen de las Nieves y con los fondos, en forma de relieves rocosos, de los Peñones de San Francisco.



Tuvimos que atravesar el arroyo por donde corría un débil caudal y, curiosamente, dotado de diferentes pequeñas presas, supongo que para romper el empuje de las aguas, así como unas especies de tapas de registros a lo largo de su curso.





Nos íbamos quedando sin luz cuando conectamos con un marcado y claro sendero, aunque parecía aún bastante largo. Éste nos conducía a media ladera. Dirección hacia el antiguo observatorio, aunque próximos a él, describió un rodeo que nos acercó a Piedra Resbaladiza para luego tomar dirección al Albergue militar Hoya de la Mora, al que salimos muy cercano.





Sólo nos quedó realizar los últimos metros de esta gratificante ruta para llegar a nuestro coche donde, tras el cambio de calzado y alguna prenda, nos acercamos de nuevo a Cenes para tomarnos unas reponedoras cervezas acompañadas de unas ricas y abundantes tapas, como bien saben hacerlo, aquí en Granada, y …. de un tirón para Sevilla.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




 Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace: